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04/03/2020

Un gobierno con científicos y las dos éticas del político

Un gobierno con científicos y las dos éticas del político | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Foto: Pepe Mateos

Alberto Fernández marcó en su discurso del domingo último el retorno de la vieja idea de crecer con justicia social. Para el presidente y su gabinete cuenta la ética del político profesional, guiada con convicción y responsabilidad.

Gabriel Rafart *

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El 1 de marzo Alberto Fernández abrió su primer ciclo legislativo. Ofreció un discurso propositivo. También crítico frente al pasado reciente. Su exposición estuvo muy lejos de la verbalidad montada por quien ocupó el mismo atril hace apenas un año. Recuérdese que aquel día, los legisladores vieron el primer espectáculo de un Mauricio Macri enojado que le hablaba al país advirtiendo de la recurrente amenaza populista. En cambio, Fernández si bien parecía un poco tenso, estuvo lejos de aquel presidente Pro irascible y gritón. Lo del actual mandatario parece propio de quien quiere hacer la diferencia mostrando que su gobierno está orientado a la construcción de ciudadanía. Seguramente mucho se debe a que es un gobierno con científicos y no de gerentes de empresa. 

Las primeras líneas del discurso presidencial ante el poder Legislativo prometían un discurso diferente. Habló de la palabra devaluada, del lenguaje que configura discursos sin realidad, de las mentiras, del arte de la simulación y la estafa. Suficiente para caracterizar una época. Por ello insistió en que gobernar es no mentir y que la democracia requiere de la palabra sincera y el compromiso.

Seguidamente hubo minutos para abordar la actual crisis: inflación récord, alta desocupación, industria ociosa, recesión, el párate de la obras publica, tarifas desbocadas, sobreendeudamiento de las familias, la inseguridad alimentaria para los más desprotegidos y un nuevo ciclo de hiperendeudamiento del país … Todo ello fue posible con un Estado que fue perdiendo capacidades, debilitado deliberadamente por un gobierno de altos gerenciadores de supuesta calidad, de esos que planearon todo con sus “ínfulas tecnocráticas” las planillas de cálculos para proyectar lo que nunca sucedió. Frente a ello, el presidente actual dice que hay un programa de acción con un punto de partida en la honestidad de lo que se dice y para quien se habla, que busca un “comencemos por los últimos para llegar a todos”. Se trata de tirar por la borda la teoría del derrame. Por ello insistió en varios pasajes de un imperativo moral basado en la solidaridad y en poner el foco en el trabajo y la producción. 

Con todo, el Presidente dice que hay un programa de gobierno integral y sustentable. Cuenta entonces lo hecho en poco tiempo: el Plan Argentina contra el hambre, los avances del Programa Remediar, la entrega sin costo de remedios para los afiliados al PAMI, los incrementos para las jubilaciones menos favorecidas, las mejoras en la Asignación Universal por Hijo, entre otras medidas implementadas. Y lo que viene en una agenda legislativa de más derechos de género y el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo, además del programa de los 1000 días. Igual que las iniciativas que tocaran a la calidad de las instituciones existentes, como la reforma del sistema federal de administración de justicia y en la AFI, entre otras.

Para Fernández y su gabinete cuenta la ética del político profesional. Ciertamente, como buen profesor universitario hablo de las dos éticas que deben guiar a este tipo de político, de la convicción y de la responsabilidad. Como es sabido, esa distinción tiene más de cien años de uso y pertenece al gran sociólogo alemán Max Weber quién afirmaba que no se gobierna con padres nuestro, tampoco con el crudo pragmatismo. Advirtiendo también que el político profesional puede caer en el territorio del sectario o en la ciénaga del cínico. Importa entonces un punto de equilibrio, sin renuncias, pero también dejando de lado las irrealidades. Por ello el discurso del Presidente fue recurrente en responder a los valores que suponen el Estado Social y su correspondencia en una ciudadanía social mayor, junto a lo que identificó como el necesario dinamismo pragmático. El retorno de la vieja idea de crecer con justicia social pareciera ofrecer la síntesis de esa agenda de gobierno con convicción y responsabilidad.



(*) Historiador, autor del Libro “El MPN y los otros”
29/07/2016

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