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Argentina
15/01/2020

Fernández busca construir un contrapeso al eje Trump - Bolsonaro

Fernández busca construir un contrapeso al eje Trump - Bolsonaro | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Después de cuatro años de política exterior basada en las relaciones carnales, el flamante presidente intenta recuperar margen de maniobra. Nuevas alianzas, la relación con Estados Unidos y el complejo escenario regional. El conflicto en Medio Oriente como telón de fondo.

Daniel Hernández

Durante su gobierno, Mauricio Macri volvió a la doctrina del menemismo: las relaciones carnales con Estados Unidos. El objetivo: abrir mercados y atraer inversiones bajo el ala de la primera potencia mundial y sus aliados europeos. En una palabra: prosperidad económica y mayor democracia política. Muy poco de esto sucedió.

El presidente Alberto Fernández busca ahora un nuevo rumbo, más parecido al que tuvo la Argentina durante los doce años del kirchnerismo, aunque en un escenario global, y fundamentalmente regional, diferente.

En apenas un mes, el nuevo gobierno tuvo que enfrentar pruebas fuertes y dar señales de que la política exterior va en otra dirección: otorgó asilo al depuesto presidente de Bolivia, Evo Morales; se pronunció por la vigencia plena de la democracia en Venezuela pero le retiró las credenciales diplomáticas a la representante de Juan Guaidó; busca construir un contrapeso al eje Bolsonaro-Trump en la región (batalla por la conducción de la OEA incluida); y pedido de diálogo frente al conflicto entre Estados Unidos e Irán, lejos de toda política belicista.

“La política exterior de Macri tuvo una impronta de sumisión a los poderes internacionales, y en particular a los EEUU y al FMI”, explica a Va Con Firma la politóloga Gisela Brito, para quien “en el esquema de pensamiento de Cambiemos insertarse en el mundo tenía que ver con resignarse a asumir una posición dependiente y consolidar el rol de Argentina como una economía primario-exportadora, lo cual cierra las posibilidades de desarrollo condenándonos al lugar de economía periférica”.

“El gobierno de Alberto Fernández – afirma la integrante de la Celag- busca invertir esa premisa apostando por una inserción inteligente, que contemple las complejidades actuales del escenario global (mundo multipolar, globalización económica, hegemonía neoliberal, poder concentrado en una elite económica global) y que permita retomar la senda del desarrollo económico por la vía del fortalecimiento de la industria nacional”.

La Patria Grande

El primer paso en la búsqueda de un nuevo escenario por parte del gobierno argentino se produce en la región, donde en los últimos años se produjo un giro a la derecha, con el Grupo de Lima ocupando el lugar que antes tenía la Unasur.

“La integración regional no solo tiene que ver con acuerdos políticos, lo fundamental es la inserción económica inteligente en el escenario global -sostiene Brito-, ya que es un camino menos difícil a recorrer si se hace a partir de acuerdos regionales que mejorarían sustancialmente la posición para negociar acuerdos económicos con otros bloques”.

Sin embargo, ya no gobiernan Lula ni Correa sino Bolsonaro y Lenin Moreno. “Unasur cumplió un rol fundamental como foro de resolución de conflictos regionales en la primera década del siglo XXI, pero el contexto actual no parece ser el propicio para reactivarlo, sencillamente porque la correlación de fuerzas entre el progresismo y los gobiernos alineados con la estrategia estadounidense es desfavorable en Sudamérica”, grafica la experta.

Es en este contexto adverso que Alberto Fernández busca trabajar en sintonía con el gobierno del presidente mexicano Manuel López Obrador. Ambos coinciden en la necesidad de lograr mayor autonomía de la política norteamericana. El primer escenario donde esto se pondrá a prueba esta alianza será en la Organización de Estados Americanos (OEA), que debe elegir autoridades el 20 de marzo próximo.

El patio trasero

La OEA fue una punta de lanza sin filo para Estados Unidos durante la primera parte del presente siglo, cuando los gobiernos populares dominaban el mapa regional. Esto cambió cuando se produjo el giro conservador en la mayoría de los países sudamericanos. El organismo recuperó bríos, acompañando la caía de espacios como Unasur y Celac, que desafían el rol de mandamás de los norteamericanos.

“Por eso el protagonismo de la OEA es tan notorio en las últimas crisis regionales, como el golpe en Bolivia. La coyuntura actual lleva a poner todas las miradas en la próxima renovación de autoridades en la OEA, que podría revelar novedades importantes para la región si México y Argentina consiguen promover una candidatura alternativa a la que propone Estados Unidos”, prevé Brito.

La construcción de esa alternativa tuvo su mayor visibilidad durante la cumbre la Celac realizada la semana pasada en México, donde la Argentina estuvo representada por el propio canciller, Felipe Solá. "El organismo (Cealc) se creó en 2010, pero el gobierno de Mauricio Macri lo vació y ahora hay que jerarquizarlo", aseguraron desde la Cancillería para que no quedaran dudas del camino que va a transitar la administración peronista.

El rival a vencer en marzo es el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, quien llegó al organismo en 2015 impulsado por el Frente Amplio y después de haber sido canciller de José "Pepe" Muijca. Sin embargo, una vez asumido, Almagro se “dio vuelta”, alineándose con Estados Unidos y la derecha continental.

Los candidatos para reemplazarlo son dos, la ecuatoriana Fernanda Espinosa, apoyada por México y el peruano Hugo de Zela, quien fue recibido por Solá en la Cancillería. Sin embargo, el gobierno argentino apoyará al candidato que tenga más chances de vencer al delfín de Washington.

El tío Sam

El resultado de la “batalla” por la conducción de la OEA será parte del músculo con el que las administraciones de Trump y Fernández establecerán lazos. Para la Argentina es esta la batalla de fondo. Por la importancia geopolítica y económica de la primera potencia mundial y porque Estados Unidos define la política del FMI.

Es en esta zona, el de la renegociación con los acreedores y la reformulación del programa con el Fondo, en la que el gobierno del Frente de Todos se juega buena parte de sus chances en el terreno económico. Sin embargo, también hay otros actores en el convulsionado mapa mundial.

“Hay que considerar que la distribución de poder global no es igual a la de hace unas décadas, y un hecho central es la emergencia de múltiples polos de poder que pugnan con incrementar su influencia en la definición de las reglas de juego del ordenamiento mundial”, advierte Brito.

“En el mundo de hoy -dice la analista- la hegemonía estadounidense está en cuestión y hay otros actores de gran calado, como China y Rusia, con quienes Argentina necesita mantener y consolidar relaciones que van más allá de las simpatías o antipatías políticas y que tienen que ver con los intereses nacionales. Esto teniendo en cuenta, además, que China, es una fuente de financiamiento alternativa para solventar la falta de divisas de nuestro país”.

Diplomacia y soberanía

“El gobierno de Alberto Fernández buscará una relación soberana con Estados Unidos, lo cual implica no ceder ante presiones políticas de Trump para posicionarse ante conflictos regionales, como lo hizo Mauricio Macri. La renegociación de la deuda tendrá que darse en el mismo marco de negociación soberana en el cual Argentina y el propio Alberto Fernández tienen la experiencia acumulada del 2003”, propone Brito.

Es aquí donde política y economía necesitan encontrar un cauce común. “La formulación que hace Fernández es muy fácil de entender, pero no por ello poco profunda: un país que no crece no puede pagar sus deudas. De ahí que la prioridad número uno sea una renegociación que permita hacer sostenible el cronograma de vencimientos y reactivar la economía interna para volver a crecer”, detalla.

"El incremento en los precios del petróleo es uno de los primeros efectos directos de esta nueva ofensiva estadounidense contra Irán. Los asesinatos selectivos son parte de la estrategia desarrollada tras el ataque a las Torres Gemelas que Estados Unidos llama ‘guerra contra el terrorismo’. Con esa retórica de supuesta defensa de la seguridad internacional se busca justificar lo que lisa y llanamente son actos de guerra que no pueden tener otro efecto, como ha quedado demostrado en las últimas dos décadas, que la radicalización de la violencia en Medio Oriente”, señala la politóloga.

Deuda externa y el precio del petróleo impactan de lleno en la relación de nuestro país con Estados Unidos, que además está en un año electoral. “Es previsible que Trump, cuyo liderazgo está fuertemente cuestionado también a nivel interno, continúe utilizando una suerte de populismo bélico para intentar incrementar su posibilidades de reelección”, anticipa Brito.

“El problema es que en el camino tiene que saltarse todas las reglas del derecho internacional, algo lamentablemente demasiado habitual en la política exterior de un país que erróneamente se autopercibe como ‘la nación elegida’ y que en nombre de la paz y la democracia comete crímenes cada vez más atroces”, concluye.

Antes y ahora

En este escenario Alberto Fernández busca marcar un nuevo rumbo en la forma en que Argentina se relaciona con Estados Unidos, las potencias y los países de la región, fundamentalmente con el Brasil de Bolsonaro, cuya rol es clave para la economía nacional.

Descartado el camino de la sumisión, la pregunta es si todo será como fue durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, fundamentalmente en el último gobierno de la actual vicepresidenta, donde Estados Unidos y sus aliados fueron más hostiles.

”Hasta el momento hay más similitudes que diferencias, aunque es demasiado pronto para hacer una evaluación, y el contexto, tanto regional como mundial, es muy diferente. Yo creo que las diferencias se darán naturalmente como derivación de este cambio de contexto, y es saludable que así sea”, asegura Brito.

Para la experta “lo que sí está claro es que hay valores esenciales que marcarán una continuidad, como el eje de la defensa de la soberanía nacional, tanto en lo económico como en lo territorial, que ya se están manifestando en el tema de la deuda externa y en la definición del reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas como una política de Estado”.

Escenario internacional al rojo vivo por la tensión en Medio Oriente. Panorama regional con perspectiva de cambio. Urgencias internas marcadas por el pulso económico, cuyo ritmo también depende de lo que pase afuera. Alberto Fernández empezó a definir un nuevo camino. Y, como dice el poeta, el camino se hace al andar.

29/07/2016

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