Las elecciones del domingo pasado trascendieron ampliamente las fronteras de Vaca Muerta. El mundo petrolero puso su mirada no sólo en los destinos de la gobernación provincial, sino también en el impacto de cara a las elecciones nacionales de octubre.

El sector ve en Omar Gutiérrez una garantía a la continuidad de las políticas locales en pos del desarrollo de la principal actividad económica de la provincia, que atraviesa un nuevo despegue tras el freno registrado durante el primer año del gobierno de Mauricio Macri. Un cambio de signo político en Neuquén, hubiera significado una puesta a cero de las relaciones entre la Provincia y las petroleras, una reconfiguración del nexo entre el mundo político y el empresarial. 

En una industria donde las inversiones de riesgo se miden en millones de dólares, la estabilidad y certezas a futuro valen oro. 

Más allá del plano local, la mirada apuntaba más arriba. Un triunfo de la fórmula Rioseco-Martínez se hubiera leído como el principio del fin de las aspiraciones de reelección de Macri y el fortalecimiento de la figura de Cristina Fernández. Sin embargo, el triunfo del MPN no disimula los malos resultados de la gestión nacional. 

En la industria no reina la ingenuidad, y ya hay importantes empresas del sector que apuestan a apuntalar a otras figuras, como Roberto Lavagna, ante las evidencias del catastrófico modelo económico de Cambiemos.

El sector energético, junto con el campo, fueron los principales beneficiados por las políticas desregulatorias de Macri. Sin embargo, el año pasado, cuando se cerró el grifo de los dólares prestados y se recurrió al salvavidas de plomo del FMI, los desmanejos comenzaron a hacer crujir las bases del jugoso negocio de la energía. 

La brusca devaluación hizo estragos en los contratos dolarizados entre las productoras de gas y las distribuidoras e impactó de lleno en el liberalizado mercado de los combustibles; el ajuste ordenado por el FMI alcanzó a los subsidios al gas de Vaca Muerta y provocó la rebelión de empresas como Tecpetrol; los usuarios e industrias siguieron sufriendo tarifazos impagables; y las petroleras empezaron a quejarse del cambio en las reglas de juego.

La revista Forbes, la publicación del mundo de los negocios y las finanzas editada en Estados Unidos, celebró el triunfo de Gutiérrez a través de un artículo titulado “Houston, no tenemos un problema: el candidato a favor del desarrollo gana la batalla por la Vaca Muerta”. 

“En el caso de que Cristina Fernández de Kirchner u otro peronista derroten a Macri en las elecciones presidenciales de 2019 a finales de este año, no hay razón para creer que Gutiérrez no podría establecer y mantener una buena relación de trabajo con ellos, aunque en el caso de CFK, las políticas energéticas que probablemente seguiría serían contrarias a las políticas más favorables al desarrollo favorecidas por el MPN”, indicó Forbes.

El capital no tiene sentimientos. El derrumbe de la economía comienza a hacer de Macri un candidato poco fiable para algunos hombres de negocios. Una eventual victoria de Cristina los pone en alerta, no porque crean que atentará contra el desarrollo de Vaca Muerta, del cual fue promotora a través de la estatización de YPF, sino porque no son afines con los controles que pueda llegar a implementar sobre el flujo de capitales o desandar una desregulación del mercado energético cuyos peligros quedaron expuestos en 2018, cuando el dólar pasó de 20 pesos a más de 40 en pocos días.

La energía y Vaca Muerta -esa isla en el mar de los lamentos económicos del país-, serán ejes centrales de la agenda por la carrera presidencial. Ninguna fuerza con aspiraciones serias de dirigir la Argentina puede poner en duda la continuidad del desarrollo del shale neuquino, tal vez la única política de Estado que se sostuvo entre los gobiernos de Macri y Cristina, aunque bajo dos modelos antagónicos: uno que sólo piensa en la rentabilidad de las empresas y otro que considera a la energía como un derecho fundamental de los habitantes y como motor del desarrollo industrial.