Con su regreso a Vaca Muerta en pleno derrumbe de su imagen por el estrepitoso fracaso de su política económica, Mauricio Macri volvió a recurrir a uno de los pocos sectores que les está yendo bien durante su gestión -el energético-, para mostrar algún éxito en pleno ajuste y crisis cambiaria. La contracara de la bonanza de las compañías vinculadas al negocio del petróleo, gas y electricidad son las boletas impagables que están llegando por estos días a los usuarios, con las facturaciones de los consumos de invierno. En Buenos Aires llueven las boletas de entre 4 mil y 8 mil pesos.

La visita de Macri tuvo un objetivo aún más trascendental que el de levantar su alicaída imagen: manifestar su respaldo al poderoso CEO del grupo Techint, Paolo Rocca, involucrado en la famosa causa de las fotocopias de los cuadernos del chofer Centeno.

Llamativamente, Rocca no ha sido ni citado a declarar por el juez Claudio Bonadío, pese a que días atrás dijo que su empresa pagó coimas para lograr la intermediación del gobierno argentino ante Venezuela, cuyo presidente Hugo Chávez había nacionalizado Sidor, una compañía del holding empresario. Y dos de sus hombres fuertes en el grupo, Luis Benatza y Héctor Zabaleta, se confesaron como “arrepentidos” en la causa.

Macri y el poderoso empresario italiano inauguraron el martes la Planta Central de Procesamiento de Gas construida en el yacimiento Fortín de Piedra, operado por Tecpetrol, que ya aporta el 10% del gas nacional inyectado en el sistema. Fue el primer proyecto en recibir los beneficios del Plan Gas ideado por Juan José Aranguren, mediante la Resolución 46, que establece un precio de 7,5 dólares el millón de BTU para el desarrollo de los yacimientos no convencionales. 

El Presidente también participó de la Mesa vaca Muerta, un encuentro del que participaron cámaras empresariales, funcionarios nacionales y provinciales y gremios, y que tiene como antecedente la flexibilización laboral de los empleados de los yacimientos no convencionales que se acordó a principios de 2016. Ahora se busca avanzar en la baja de los costos operativos e incrementar la productividad. La mesa se reunirá cada tres semanas y los encuentros alternarán entre Neuquén y Buenos Aires. 

Con la brusca disparada del dólar de ayer, se abre aún más la incertidumbre de un modelo que dolarizó los precios de la energía. Por caso, los combustibles aún no habían absorbido la devaluación anterior, por lo cual las subas no tardarán en llegar. En el segmento de exploración y producción, las ganadoras serán las grandes operadoras y empresas de servicios especiales multinacionales que pagan salarios en pesos, pero perderán las pequeñas y medianas firmas nacionales que trabajan con suministros y equipamientos que cotizan en moneda extranjera. 

Por otro lado, esta semana debía estar cerrada la negociación entre las distribuidoras y las productoras por los contratos de gas que deben llevar a la audiencia pública que definirá las tarifas y que está pautada para el 4 y 6 de septiembre. Los contratos heredados de la gestión de Aranguren están dolarizados, con lo cual de aplicarse ese esquema el aumento del gas a partir del 1º de septiembre rondaría el 150%. Por eso, el Gobierno propició una renegociación, pero las partes no se ponen de acuerdo. La idea era cerrar un aumento del 40% a partir de octubre, pero la disparada del dólar de ayer hace aún más complejo el panorama. 

El desarrollo de Vaca Muerta, que empezó a despegar de la mano de precios internos de la energía que se ubican entre los más altos del mundo, puede verse truncado por el rumbo de la economía.

Como los filtros de las aplicaciones de las redes sociales, los funcionarios de Cambiemos descubrieron que Vaca Muerta les devuelve la imagen más amigable y disimula sus defectos. Sin embargo, ayer quedó demostrado con el confuso mensaje de Macri en el que anunció un supuesto acuerdo con el FMI para que le adelante plata para finalizar su gobierno, que los reyes de la comunicación 2.0 se transforman en peones cuando tienen que capear las crisis.