Vaca Muerta se ha transformado en un salvavidas político que jugará un rol central en las próximas elecciones, tanto a nivel provincial como nacional. Los yacimientos no convencionales neuquinos significan en el único dato positivo que el presidente Mauricio Macri puede mostrar en medio del descalabro económico y financiero de su gestión.

Sin embargo, su pretensión de adjudicarse el éxito de un proyecto que tiene al menos una década y que está íntimamente ligado a la reestatización de YPF, ha provocado reacciones en Neuquén. 

Desde el ex gobernador Jorge Sapag, quien esta semana acudió a uno de sus refranes preferidos que dice que los éxitos tiene muchos padres y las derrotas son huérfanas, hasta el veterano líder petrolero Guillermo Pereyra, que exageró al asegurar que Vaca Muerta es patrimonio del MPN, varios referentes del oficialismo provincial salieron a dar pelea contra el intento de la alianza Cambiemos de apropiarse del capital simbólico de la formación geológica estrella de Neuquén. 

Más aún cuando el intendente Horacio Quiroga se autoproclamara como el futuro gestor de las riquezas petroleras y anunciara que convocaría a expertos y notables para que vengan a explicar cómo se debe manejar Vaca Muerta. Desde el MPN le recordaron que mandó a sus legisladores a votar en contra el acuerdo con YPF en Loma Campana, que significó el primer desarrollo masivo de shale oil fuera de Norteamérica, con inversiones comprometidas por 15 mil millones de dólares, y que siempre pateó en contra.

Lo mismo le cabe a Macri, cuyo partido votó y militó en contra de la recuperación de YPF, empresa que lidera las inversiones en Vaca Muerta. 

La semana pasada, en su visita a la Bolsa de Comercio, el mandatario aseguró que el crecimiento de la producción de hidrocarburos en Vaca Muerta no solo va a permitir exportar gas a Chile a partir de octubre, sino también comenzar el mes próximo a licitar las ventas de gas en el mercado interno para introducir mayor competencia y lograr una baja de precios. El detalle es que esa supuesta competencia se realizará entre apenas cuatro empresas que concentran el 80% de la producción en el país.

Sin embargo, el presidente se despachó con una serie de datos de empleo descabellados. “Vaca Muerta ahora está más viva que nunca y está comenzando a producir un desarrollo que ya este año son 30.000 puestos de trabajo, el año que viene van a hacer 80.000 y en menos de cinco años medio millón de puestos de trabajo”, aseguró.

La cifra de 30 mil empleos fue distorsionada, ya que se trata de todos los trabajadores petroleros que hay en la cuenca, no de puestos laborales nuevos creados este año como se desprende de los dichos del presidente. El último estudio oficial disponible del Copade, indica que hacia 2015, sobre el fin del mandato de Cristina Fernández, había 35 mil trabajadores en la industria del petróleo y el gas. Y una proyección indicaba que para 2020 se alcanzarían los 62 mil empleos en un escenario conservador y 162 mil en el caso de la hipótesis de desarrollo más agresivo del shale. Para 2025 se alcanzarían los 330 mil puestos de trabajo en el caso del escenario más favorable. Las cifras ni se acercan al pronóstico del medio millón de petroleros que auguró Macri. 

Sus dichos no cayeron bien en algunos sectores de la provincia, por el aluvión de personas en busca de oportunidades que puede generar semejante afirmación en boca del presidente de la Nación.  

Hoy Vaca Muerta es el botín de guerra donde se entrecruzan intereses que van desde el rédito político y la lucha de poder hasta el control de un negocio que promete ser fabuloso.