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En los últimos días el ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren, comenzó a ser blanco del fuego “amigo”. Si en 2016 atravesó un fuerte vendaval por los tarifazos, este año las críticas llueven desde su propio espacio de pertenencia, el sector petrolero.
El grupo de los Ocho Ex Secretarios de Energía –lobistas de renombre mediático pero de dudoso éxito en la administración pública- empezó a marcar diferencias profundas respecto a su política.
La mayor crítica de los ex funcionarios pasa por la estrepitosa caída de la producción de petróleo, pese a que el precio del barril interno se mantiene por encima del internacional.
Hoy la Argentina produce casi tanto crudo como hace 36 años. En mayo, se extrajeron 2.311.736 metros cúbicos (m3) de petróleo y 3784,9 millones de m3 de gas, con caídas interanuales de 6% y 1,8%, respectivamente.
Jorge Lapeña, presidente del Instituto Argentino de Energía (IAE) e integrante del Grupo de los 8, aseguró que "los subsidios para el precio del barril criollo siguen sin dar resultados. Se requiere una nueva política exploratoria con inversiones inmediatas".
Los ex secretarios de energía, que respaldaron con entusiasmo la gestión de Mauricio Macri, fueron cooptados por el gobierno como un consejo asesor que no tiene ningún tipo de injerencia en las políticas que comanda Aranguren.
Acostumbrados a la repercusión mediática lograda durante el kirchnerismo, hoy se sienten defraudados por el sostenimiento del esquema de subsidios al gas y al petróleo.
Consideran que Macri se aleja del documento de consensos energéticos que firmó como candidato a presidente. Entre otras cuestiones, en ese manifiesto se comprometía a incentivar la inversión privada con el estímulo de los precios. Sin embargo, los desembolsos estatales son cada vez más cuantiosos tras el incremento en gas en boca de pozo y el sostenimiento del esquema del plan gas.
Mientras que, en paralelo, el empresariado petrolero comenzó a cuestionar el negocio de las energías renovables impulsado por el gobierno. En ámbitos privados comienzan a circular informes que señalan que la electricidad generada por las granjas eólicas es hasta un 80 % más cara que la que produce una usina de ciclo combinado que funciona a gas.
Se critican los beneficios fiscales y la necesidad de que ese tipo de generación tenga el respaldo de fuentes de energía convencionales (térmica) ya que el viento o el sol no garantizan una potencia estable. Además, se indica que la mayor parte de los componentes de ese tipo de tecnologías “verdes” así como los inversores son extranjeros, con el magro beneficio que eso significa para la economía local.
De los 4 mil millones de dólares que se van a invertir para avanzar en 59 centrales de energía limpia – eólica, solar, mini-hidroeléctricas, biomasa y biogás-, de acuerdo a datos oficiales, menos del 10 % serán destinados para comprar insumos a proveedores nacionales.
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