Con la designación de Darío Martínez al frente de la secretaría de Energía de la Nación y el traspaso del área a la órbita del ministerio de Economía, desembarca el ala política en un sector clave que tiene la llave para definir hacia dónde irá el desarrollo energético del país, necesario para expandir la economía.

Por su pertenencia a la provincia petrolera por excelencia, que tiene a Vaca Muerta como la joya especial del negocio, la llegada de Martínez vuelve a colocar en un lugar preponderante las expectativas de desarrollo de los no convencionales sobre el resto de las fuentes de energía y una mirada con potencial exportador.

Al inicio de la gestión, el gobierno de Alberto Fernández armó un equipo que integró Energía a la cartera de Desarrollo Productivo que dirige Matías Kulfas. En el grupo había funcionarios con pensamientos diferentes que podrían identificarse entre una punta y la otra con Guillermo Nielsen, al frente de YPF, y Federico Bernal en el Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas). Más cerca de Bernal estaba Sergio Lanziani, el ahora exsecretario de Energía al que Kulfas le pidió la renuncia, un ingeniero inclinado a las energías limpias más que a las contaminantes y resistido por gobiernos como el de Neuquén.

Martínez, que dejará la presidencia de la comisión de Energía de la Cámara de Diputados, tuvo protagonismo con denuncias penales contra el macrismo, como la presentada por el bono de deuda a 100 años. Su designación en Energía cierra para el partido de gobierno, que tiene poder de presión sobre las políticas para Vaca Muerta, y ve con buenos ojos este nombramiento, y también para el gobierno nacional, que gestiona con los gobernadores, busca consensos  y coloca a un dirigente del PJ sin desgaste con el oficialismo local.

Con Vaca Muerta afectada constantemente por los lobbys más fuertes de la industria y de las provincias con recursos hidrocarburíferos, en especial Neuquén, Martínez tendrá que articular entre el interés del conjunto de la sociedad, vinculado directamente a los precios internos y las posibilidades de pago de la población, y la voracidad de las petroleras y las provincias productoras por exportar y dolarizar la producción. 

El nuevo secretario deberá definir sobre cuestiones antipáticas, como el descongelamiento y las pautas de futuros ajustes en los cuadros tarifarios de los servicios públicos del gas y la electricidad, así como en los planes de inversiones de las empresas concesionarias.

Martínez también llega para avanzar en la definición de la nueva ley de Hidrocarburos, una herramienta esencial para fijar nuevas condiciones para el sector. Es un debate que aún sigue abierto y en el que las provincias que integran la Ofephi (Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburo) y las empresas querrán meter la cuchara hasta el fondo.