La provincia de Neuquén e YPF van aliadas en los triunfos y en las derrotas. Hoy les toca cruzar un desierto duro, como a la inmensa mayoría de las actividades de la economía en el mundo, y pone a prueba la capacidad de ingenio para enfrentar las consecuencias que sobre cada sector provoca la pandemia del coronavirus.

Neuquén sigue pidiendo al gobierno nacional que instrumente un sistema de precio interno de 54 dólares para el barril del petróleo. Es un intento desesperado por sostener a Vaca Muerta en medio de un futuro difícil de planificar y de un desplome global de precios y actividad. Es Neuquén y el MPN, buscando una tabla de salvación en el metro cuadrado. 

YPF acaba de reconocer que el consumo de naftas en el país se desplomó el 70% con el aislamiento obligatorio para contener la propagación del virus y que comenzó a regular la refinación en sus destilerías en un porcentaje de ajuste que varía entre el 30% y el 40%, según lo informado recientemente por el CEO de la compañía, Daniel González.

La producción no está frenada, pero el petróleo sobra y se piensa exportar al precio del mercado que está afectado por caída del consumo a nivel global y por una pulseada entre países grandes de la producción que no le aflojan a la oferta por razones diferentes, pero que en el caso de Rusia es para afectar el negocio del fracking en Estados Unidos.

González dijo, en un mensaje transmitido a través de un video a los empleos de YPF, que los números de la empresa se verán afectados. El gasoil cayó 50% y las naftas para los aviones un 90%. El gas, dijo, también viene con demanda en picada, entre un 15 y un 20%.

Con estos números Neuquén también pierde mucho dinero, porque solo vía ingreso de regalías, la actividad de los hidrocarburos explica un tercio de los recursos previstos para el 2020. Y la caja se achica por la suma de factores que no maneja el gobierno de la provincia: pandemia por el coronavirus, precio del crudo en el mundo, desplome del consumo, batalla por las tarifas entre las potencias petroleras, menor actividad en los yacimientos y en la refinería. La zona del embudo para Neuquén se traduce, por ahora, en caída de la renta petrolera y de la recaudación de impuestos asociados a la actividad.