Exterior
09/07/2018

Brasil, en vilo por la negativa a dejar libre a Lula

Brasil, en vilo por la negativa a dejar libre a Lula | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Un juez de feria hizo lugar a un habeas corpus y dictó la inmediata liberación del ex presidente. Otros jueces sin competencia rechazaron la medida y la Policía Federal no procedió a liberarlo. La anarquía judicial tensiona a un Brasil dividido y paralizado. Por ahora, el popular líder sigue preso.

El ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, debió ser liberado por orden del juez de segunda instancia Rogério Favreto, quien hizo lugar a un habeas corpus presentado por los diputados Wadih Damous, Paulo Pimenta y Paulo Teixeira del Partido de los Trabajadores (PT). Sin embargo, el juez de rango inferior Sergio Moro, quien se encuentra de vacaciones, negó la excarcelación desconociendo la jerarquía judicial.

Al desacato de Moro, le siguió el desacato de la Policía Federal, quien no cumplió el plazo establecido para liberar al líder brasileño. También, horas más tarde se sumó el arbitraje del presidente del Tribunal Regional número 4 (TRF-4), Carlos Eduardo Thompson Flores, quien también de feria y sin tener los poderes para negar el habeas corpus concedido por el juez de guardia Favreto, rechazó la libertad.

Evidenciando otra de las embestidas de la derecha, partidarios del PT comenzaron a salir a las calles para denunciar el “secuestro” de su líder y precandidato a la presidencia.

La insólita situación ocurrió luego de tres meses de detención arbitraria. La novela sobre la libertad de Lula continúa hasta el día de hoy, y lo que reina en Brasil es una auténtica anarquía judicial, que parece dejar relegadas las libertades individuales.

La presidenta del Supremo Tribunal de Justicia de Brasil, Carmen Lucia, expresó que “la justicia es impersonal, y garantiza a todos los brasileños la seguridad jurídica y los plenos derechos. El poder judicial tiene ritos y recursos propios, que deben ser respetados”.

Afirmó además que “la democracia brasileña es segura y los órganos judiciales competentes de cada región deben actuar para garantizar que la respuesta judicial sea ofrecida con rapidez y sin quiebra de la jerarquía”.

Si bien la titular del máximo tribunal del país, que se encuentra en receso, aseveró de forma clara y precisa que “deben ser respetadas las jerarquías”, judiciales, lo cierto es que Lula sigue preso.

El ex presidente de la República está detenido a raíz de una causa judicial conocida como “triplex”, denunciado por un supuesto soborno por parte de la empresa consultora OAS, a cambio de favorecimiento en el proceso de adjudicación de obra pública.

Si bien las evidencias se basan solo en el relato de un ex gerente de OAS que con su delación fue beneficiado penalmente, el popular líder cumple una condena preventiva de 12 años y un mes de prisión, a pesar de no haberse agotado las instancias judiciales.

Persecución mediática y judicial

Una de las instancias que aún debe enfrentar el ex mandatario, es precisamente la que actualmente encabeza el juez de apelaciones Rogério Favreto, quien ayer hizo lugar a la liberación. Por eso el desconcierto en Brasil es total y el líder brasileño es víctima, ya sin disimulo, de una persecución política, mediática y judicial, que no encuentra precedentes en la democracia latinoamericana.

Quien fuera jefe del Estado entre 2003 y 2011 es favorito en las encuestas con miras a las próximas elecciones de octubre de este año, y el ensañamiento en su contra parece acrecentarse a medida que avanzan las semanas.

El golpe parlamentario que destituyó en 2016 a la presidenta Dilma Rousseff y fue seguido por la asunción del gobierno de facto de Michel Temer, quien implementó políticas de ajuste, fue llevando a que la figura del ex presidente comience a levantar, y a que millones de brasileños lo alienten para volver a la presidencia.

Mientras todo eso ocurría, un grupo de jueces decidió encarcelar en abril pasado de forma precipitada al líder del PT, quien acompañado por un enorme grupo de seguidores concurrió hacia la prisión en Curitiba, para cumplir la injusta condena.

Mientras él se encuentra en prisión, dirigentes políticos han sido asesinados, el presidente interino Temer ha desplegado al Ejército para controlar el territorio, y la brecha entre ricos y pobres se ha acrecentado.

Lula, camino a la cárcel había asegurado que “si me matan, seré mártir; si me dejan libre, presidente otra vez”. Todavía se encuentra preso. ¿La causa? No importa. A estas horas, está detenido por ser obrero y haber alcanzado el poder.

29/07/2016

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