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Una mayoría del 68% de los ecuatorianos aprobó ayer suprimir la reelección indefinida, en el referéndum convocado por el presidente Lenin Moreno cerrar el paso al poder a su ex aliado y antecesor Rafael Correa.
Los electores también aprobaron reestructurar el órgano creado por Correa para nombrar autoridades de control.
El referéndum incluía cuestiones vinculadas al futuro político de ex presidente de Ecuador y a una camuflada prohibición de su regreso a la política nacional. La pregunta segunda de las siete que componían el referéndum indicaba la eliminación de la elección indefinida y la prohibición de presentarse a presidente luego de dos mandatos cumplidos.
En un duro revés para el ex presidente ecuatoriano, el resultado del referéndum arrojó un promedio del 68 % por el Sí, y un 32 % a favor del No, que dejó en jaqué a Rafael Correa, el mentor de Lenin Moreno.
En las urnas se respondió a siete cuestiones vinculadas con la corrupción, la reelección por más de dos periodos presidenciales, la ley de plusvalía, y sobre la modificación del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, clave para el orden institucional. También había preguntas relacionadas a la minería, y delitos sexuales a menores.
La presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Nubia Villacís, dijo que hubo una participación del 74,80 %. Al proceso electoral estaban convocados 13.026.598 ecuatorianos en las 24 provincias del país, para ejercer el voto en más de 35.000 juntas receptoras de voto.
En total, el conteo en las urnas dieron resultado favorables al actual gestión de gobierno, que consiguió, al menos en esta instancia, una bocanada de aire para afrontar que les queda de mandato, y eliminar la posibilidad de que Correa sea candidato en las elecciones de 2021.
Lenin Moreno llegó a la presidencia como candidato de Correa, pero a escasos meses de asumir tomo senderos diametralmente opuestos a lo que el líder progresista ecuatoriano había tomado a lo largo de sus diez años de gobierno.
Incluso, Moreno, llegó a denunciar a su vicepresidente, Jorge Glass, y a provocar su encarcelamiento por supuestas causas de corrupción. Glass, era el hombre de confianza de Correa, en el binomio presidencial.
El ex presidente había manifestado que “la traición y la campaña más desigual de la historia contemporánea, ha sacado lo mejor de nosotros”, y gradeció a los miles de colaboradores y jóvenes que acompañaron la campaña por el NO en todo Ecuador.
El esfuerzo correista no fue malo, y de hecho, los más de 30% de votos obtenidos en este referéndum, deben ser entendidos como férreos votantes que difícilmente dejen de acompañar al ex presidente. Perder de vista, que 1 de cada tres ecuatorianos sigue acompañando a Correa, incluso luego de a feroz campaña de difamación y persecución política, mediática y judicial, sería negar una parte fundamental de la comprensión del actual escenario ecuatoriano.
Correa afirmó, en relación a esto que “ningún movimiento por sí solo puede lograr el 36% alcanzado en tan poco tiempo y en lucha tan desigual. La lucha continúa” afirmo Correa. Y sostuvo que “no podemos aceptar en un Estado de Derecho, tamaño rompimiento constitucional”.
Además, el líder de izquierda había afirmado en una entrevista previa, que "Los que conocemos la historia ecuatoriana sabemos que la situación puede cambiar totalmente en dos meses"
Lenin Moreno, por su parte, sostuvo con intención de sepultar a Correa que “La confrontación quedó atrás, es hora de volver a abrazarnos". A cara descubierta, por primera vez luego del llamado a referéndum, Moreno dijo que “no volverán ya los viejos políticos, tienen la obligación de renovarse".
Lejos de cerrar una división social, el presidente ecuatoriano recrudece el escenario político, aunque con un respaldo electoral que no contaba en los días previos. La agenda del actual gobierno, continuará su curso de ajuste y reducción de déficit, similar al camino trazado por gobierno neoliberales de la región.
La denunciada persecución a Correa, se emparenta con la que sufre el ex presidente de Brasil, Lula Da Silva, la ex presidenta argentina, Cristina Fernández y el embiste de la derecha a Evo Morales en Bolivia y a Nicolás Maduro en Venezuela. En Latinoamérica, nada parece estar librado al azar.
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