Tanto se rechazó la idea de que el magnate Donald Trump sea presidente, que terminó generando un deseo interno para un grupo numeroso de demócratas para que finalmente éste se quede con la victoria en la contienda electoral. Por otro lado, gobernar con lo que de seguro será un senado en poder republicano, resultará muy difícil para Hillary Clinton. Por ello los republicanos tampoco ven tan desagradable esa posibilidad.

Para algunos demócratas, cuatro años de Trump, serán suficientes para que su partido vuelva glorioso en 2020 pero ya sin la familia Clinton en el centro del poder de esa fuerza política. Para otros, cuatro años de Trump, serán una pesadilla muy difícil de revertir, tanto para Estados Unidos como para el resto del mundo.

Respecto a Hillary Clinton no hay mucho por descubrir. Forma parte del establishment político norteamericano, tan criticado y vapuleado en el último tiempo, que hasta abrió la posibilidad de que un excéntrico candidato dispute poder y, a minutos de una elección, tenga claras chances de ser presidente.

Fin de la especulación

Se acaban las conjeturas y se llega a una elección tan ajustada como impredecible.  Para ser elegido presidente se necesitan 270 votos de los 538 que conforman el Colegio Electoral. Cada estado tiene un número determinado de electores según su población.

Las encuestas nacionales marcan leve diferencia a favor de Hillary, aunque observando estado por estado, las diferencias en los estados  decisores es en algunos casos de un 0,2%. Entendiendo que los resultados son suma cero, cualquier candidato puede ganar la presidencia.

Son diez los estados indecisos: Florida, Pennsylvania, Ohio, Georgia, Carolina del Norte, Arizona, Colorado, Nevada, Iowa y New Hampshire. Todos juntos representan 134 electores. Sin contarlos, Clinton tiene 240 electores aparentemente sólidos y Trump 164.

De allí que la atención estará en esos estados por su ajustada diferencia hacia uno u otro candidato. La mayoría de ellos se inclina por Trump, aunque Pensilvania y Florida juntos suman 49 electores y allí Hilary apenas prevalece.

Obama en 2012 ganó la Florida por una diferencia de 0.9% y fue crucial para quedarse con la Casa Blanca. No es de extrañar el apretado margen de un estado impredecible como la Florida. Según el último sondeo publicado por realclearpolitics, Clinton aventaja a Trump por 0.2%.

El otro estado clave para llevar a Clinton al poder será Pensilvania con 20 electores. Allí la diferencia a favor de la candidata demócrata es de 2.4%. Obteniendo ambos estados alcanzaría los 270 electores necesarios para llegar a la presidencia.

Por otro lado, de lograr Trump imponerse en Florida, y consolidar efectivamente lo que las encuestas señalan como un triunfo principalmente en Ohio (18), Georgia (16) y Carolina del Norte (15), el candidato Republicano podría alcanzar los 269 votos, colocándose a uno de la presidencia.Un resultado así pondría cada voto en la mira, y la incertidumbre sería demasiado peligrosa para un candidato que en un debate presidencial admitió no reconocer una potencial derrota.

Por otro lado, si también lograse, aparte de Florida, victoria en Pensilvania, la historia será distinta y quien deberá admitir la derrota será Hillary.

Últimos sondeos en estados dudosos. Florida en el centro de la escena.

Fuente: realclearpolitics.  Noviembre 2016. http://www.realclearpolitics.com/epolls/2016/president/2016_elections_electoral_college_map.html

De mantenerse esas proyecciones indicadas en el gráfico, Clinton alcanzaría la Casa Blanca sin mayores dificultades.  De revertirse Florida, o Pensilvania los estados chicos serán el centro de la escena que mantendrá voto a voto y en vilo a los norteamericanos y a gran parte del mundo.