Exterior
21/06/2021

Sobre China, hambrunas y los “milagros” de la ciencia

Sobre China, hambrunas y los “milagros” de la ciencia | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El autor de este artículo cuestiona la forma en que la prensa evocó al recién fallecido ingeniero chino Yuan Longping, desarrollador del primer arroz híbrido del mundo. Critica “cierto deslumbramiento por un voluntarismo científico personalista” desvinculado de “la realidad compleja de su tiempo”.

Víctor Manuel Vera *

Hace pocas semanas se produjo el fallecimiento de Yuan Longping, un ingeniero agrónomo chino, desarrollador del primer híbrido de arroz del mundo. La gran repercusión -muy parecida a la sobreactuación- que ha tenido el suceso en nuestra prensa -como rebote de lo que se sucedió en una gran parte de la prensa occidental- llama mucho la atención tratándose de un país donde los medios nunca le dedicaron a nuestras variedades ni a nuestros mejoradores de trigo, por ejemplo. Ya ni hablar de cómo se festeja la eventual hazaña de terminar con hambrunas ultramarinas, cuando pasa bastante desapercibido por qué Argentina exporta para millones de personas (o para millones de chanchos) y sin embargo más de un 40% de su propia población pasa hambre hoy mismo.

Se nos presenta un relato entre épico, tecnológico y hasta milagrero, cuando en realidad estamos ante procesos complejos tanto en su origen, en su desarrollo como en su resolución, que tampoco se inician ni terminan porque sí, espontánea o voluntariamente, sino que se dan en un marco histórico-territorial.

Desde el punto de vista estrictamente técnico, la creación de Yuan no es una “modificación genética” (un “transgénico”) sino una hibridación, que es el producto de una serie selecciones y cruzamientos (algo más parecido a lo que ocurre en la naturaleza) pero con mayor control, muy ardua y de largo aliento en plantas que como el arroz, tienen una floración especial. Por esta razón los híbridos en arroz y trigo aparecen mucho después en comparación a los de maíz y otras especies, por lo que no se encuentran tan difundidos ni son “los más sembrados” como se afirma en las notas.

Más allá de la expresión muy vaga de los “10.000 años de hambruna” que en el imaginario occidental vino a solucionar Longping, echemos un poco de luz sobre las condiciones y el contexto nacional e internacional de China desde fines de los 50 hasta bien entrados los años 90´s, período en el que se desarrollaron los hallazgos del investigador.

Debemos empezar por señalar que sólo entre el 10 y el 15% del territorio chino cuenta con tierra arable, es decir, apta para la producción agrícola, lo que representa de por sí una seria limitante para sostener la producción de alimentos.

En cuanto a la situación política, en 1945 China sale de la segunda guerra sino-japonesa (1937-45), dejando tras de sí tierra arrasada y 20 millones de muertos, en su mayoría civiles, siendo ese el teatro de operaciones en el que continúa la guerra civil china entre nacionalistas y comunistas (interrumpida en 1927 y sólo por causa de la invasión japonesa). Finalmente, en 1949 triunfa la fracción comunista, de Mao Zedong, sobre la nacionalista, de Chiang Kai-shek, lo que genera el bloqueo y el hostigamiento de las potencias de occidente.

Una breve estabilización política y la ayuda soviética de la mano de Stalin, posibilitó una importante mejora económica y social, la cual nuevamente se ve interrumpida por un nuevo esfuerzo de guerra y la pérdida de cientos de miles de vidas por la participación de China en la Guerra de Corea (1950-53). Al fin de la contienda, el gobierno popular lanza el primer Plan Quinquenal (1953-58) que logra una importante recuperación económica con un primer paso en la colectivización de la producción agropecuaria. Los éxitos del Plan Quinquenal entusiasmaron a los mandos del Partido Comunista de China (PCCh) para trazar una segunda etapa. Se proponen reformas más radicales que permitieran, entre otras cosas, el autoabastecimiento en materias primas para la industria pesada (acero) e infraestructura. Dicha etapa –el denominado Gran Salto Adelante (GSA)- profundizó la colectivización en el sector agropecuario a favor de la Comunas Rurales, e implicó la orientación forzada de la población rural hacia actividades micro-siderúrgicas y hacia grandes obras civiles.

Ya los primeros meses de su implementación evidencian graves las falencias del GSA, y en los años subsiguientes sus catastróficas consecuencias en términos de inseguridad alimentaria por la abrupta caída en la producción agropecuaria y los fallecimientos en masa por hambruna, más allá del fracaso en su incidencia en la producción industrial, mencionadas por todos los autores que homenajearon a Yuan como una de las condiciones que impulsaron sus esfuerzos. Este fracaso produce, asimismo, una ruptura total con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) hacia 1960, quedando el país totalmente aislado.

A partir de este momento y paulatinamente –no sin fuertes vaivenes políticos en la cúpula del PCCh- la República Popular fue introduciendo y reintroduciendo reformas en la producción agropecuaria, que arraigaron y repotenciaron el papel de la producción familiar en el agro chino (Sistema de Responsabilidad de la Producción Familiar), recuperando de este modo incentivos y productividad, tanto para el autoconsumo como para el abastecimiento local y urbano.

Fallecido Mao, y con él su decisiva influencia en la orientación política y económica del Estado -fortalecida con la Revolución Cultural-, las posturas reformistas encabezadas por Deng Xiaoping pudieron expresarse en transformaciones fundamentales, mayor apertura hacia las potencias occidentales y prácticas de mercado en el ámbito agropecuario con un férreo control del Estado, orientado a garantizar la Seguridad Alimentaria.

Lo anterior demuestra que las condiciones para la seguridad alimentaria del pueblo chino tienen la complejidad de un contexto histórico extremadamente conflictivo, cruento y con un costo altísimo en vidas humanas. En segundo término, por razones desde ecológicas hasta políticas, con mayor o menor responsabilidad del Estado, se observa una alta incidencia del interés de las potencias extranjeras en intervenir, motivado esto por el valor geoestratégico de China durante la Guerra Fría y por el posterior peso de su mercado.

Se ha señalado en las crónicas del homenaje a Yuan –con acierto- que la implementación del Gran Salto Adelante, sumada a varias catástrofes naturales, fueron eventos trágicamente determinantes para China y la vida de su pueblo a fines de los años ‘50. Pero también queda claro que, así como las amenazas a la Seguridad Alimentaria constituyen un problema multidimensional y complejo, tampoco los avances tecnológicos en el cultivo de arroz –expresados entre 20 al 30% de aumento del rendimiento- podrían por sí solos haber constituido la tan propagada solución mágica, ni explicar, igualmente por sí solos, los trascendentes avances en la producción y distribución alimentaria de los últimos 40 años de la República Popular.

De hecho, antes de que se termine el primer año de su implementación, se retrotrajeron a cero algunas de medidas más criticadas el GSA en el propio seno del PCCh. Apenas dos años después de la catástrofe, hacia 1961, los valores demográficos ya se estaban recuperando y hacia 1965, bastantes años antes del descubrimiento del arroz híbrido (1973-75) estos valores poblacionales volvieron a la “normalidad china”. El Programa Nacional para el Desarrollo Agrícola 1956-1967, contenía instrucciones precisas sobre las formas en que los agricultores debían cultivar la tierra para su mejor aprovechamiento y se instruía a “garantizar el suministro de alimentos para la sobrevivencia de los productores y el abastecimiento en las cantidades requeridas para satisfacer las necesidades de la población urbana, y a precios bajos (…)”. La diversificación y la incorporación de cultivos no tradicionales fuera del arroz aportaron a la seguridad y calidad alimentaria vía ingresos monetarios de las familias, lo cual a su vez permitió la compra de carne u otras fuentes de mayor calidad nutricional que el arroz o bien su complementación.

Pero Yuan, además, no trabajó solo: su gran visión estratégica encajaba -como vimos- en el Plan de Desarrollo del Estado chino y su rol fue muy apreciado, poniéndose a su disposición 5 millones de yuanes para la creación del Centro de Investigación de Arroz Híbrido de Hunan. Logrado su primer híbrido, que tenía problemas de calidad, Yuan continuó 9 años más -con la ayuda financiera del Estado- su Programa Nacional de Alta Tecnología, hasta obtener un híbrido mejor. Lejos de conformarse, siguió experimentando con un “súper arroz” (10-20% más rendidor) contando con la aprobación del primer ministro Zhu Rongji, que sumó a los esfuerzos del investigador otros 10 millones de yuanes y un importante contingente de colaboradores.

La presentación de una narración cuasi-épica, sin un contexto complejo y más bien presentándolos de manera mecanicista de causa-efecto, hace que los hechos sucedan como aparentemente fortuitos o azarosos, sin ningún hilo conceptual. Los protagonistas se comportan de acuerdo al capricho argumentativo del autor, totalmente independientes y apolíticos, inspirados exclusivamente en su voluntad y movidos por decisiones meramente personales, desvinculadas de cualquier relación dialéctica ni compromiso social con la realidad compleja de su tiempo.

Como es habitual en este tipo de notas, donde cierto periodismo lego despliega relatos ligados al mundo de la ciencia y la tecnología, se revela cierto deslumbramiento por un voluntarismo científico personalista. Este combina a la perfección el “optimismo tecnológico” -ese exceso de confianza en las posibilidades de la ciencia en solucionar por sí misma los grandes problemas de la humanidad- con una llamativa omisión y desprecio por la política. Una suerte de positivismo tecnológico, en donde el “héroe tecnológico” se nos presenta personificando esa “República Independiente de la Ciencia” capaz de lograr por sí solo los cambios que la sociedad necesita, absolutamente despojado de aliados, de contrapartes, de mandatos ni mandatarios.

En conclusión, no desmerecemos el papel jugado por la ciencia y la tecnología -encarnada en este caso por el ingeniero Longping- ni de sus extraordinarias capacidades profesionales para la misión que encarnó en uno de los momentos más críticos para la Seguridad Alimentaria de su pueblo. Sí es importante advertir que dichos esfuerzos solo se materializan cuando se habilitan por la decisión política de cuerpos sociales organizados en diferentes de estamentos políticos-territoriales: Partido, Estados, Municipios, Comunas, Cooperativas, Familias, etc. dando de esta manera lugar y expresión a una muy diversa y rica calidad de protagonismos culturales, sociales e individuales.

La sobreactuación y descontextualización histórica y política, encarnada en las crónicas periodísticas que manifiestan una banal admiración, nos presentan una visión romántica y lavada acorde a sus simpatías políticas o a sus subordinaciones corporativas, los progresos de una sociedad compleja y fascinante.

 

Fuentes:

- Rodríguez y Rodríguez, María Teresa (2010). Autosuficiencia alimentaria en China. Revista Problemas del Desarrollo, 162 (41)

- Wikipedia, la enciclopedia libre. Historia de la República Popular China

- Dang Xiaofei (2018). El milagro del arroz híbrido.

 Ver enlace

- Long-Ping Yuan y Xi-Qin Fu (2001). Tecnología para la producción de arroz híbrido. FAO. Centro de Investigaciones de Arroz Híbrido, Hunan, China

- Albornoz, Mario (2011). Acerca del concepto de riesgo en ciencia y tecnología. Voces del Fénix, No 72.



(*) Ing. Agrónomo. Docente y miembro del Colectivo de Agroecología Popular del Alto Valle.
29/07/2016

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