Un dirigente renovador de la izquierda en Brasil tiene algunas chances, aunque relativas, de ganar mañana la intendencia de San Pablo -la ciudad más grande de Suramérica-, mientras que el presidente Jair Bolsonaro aspira a retener a través de su candidato, y también con posibilidades dudosas, el gobierno local de Río de Janeiro. Las competencias serán parte de la segunda vuelta de las elecciones municipales en 57 grandes ciudades brasileñas.

Según los resultados del primer turno electoral, que tuvo lugar el 15 de este mes, los sectores que saldrían fortalecidos en la mayor parte de los centros urbanos son partidos de derecha o centroderecha que fueron aliados del bolsonarismo pero luego tomaron distancia. Uno de ellos se denomina Demócratas (utiliza la abreviatura DEM), otro es el partido Social Demócrata Brasileño (PSDB) y un tercero el Movimiento Democrático Brasileño (MDB).

Sin embargo, los sectores progresistas tienen expectativas por lo que ocurra en San Pablo con el postulante de ese espacio, Ghillerme Boulos, de 38 años y figura emergente de una nueva camada de referentes nacionales provenientes de la izquierda.

Ayer se informó oficialmente que el candidato dio positivo de Covid-19 y suspendió actividades en el final de la campaña. No presenta ningún síntoma y cumplirá el periodo de cuarentena obligatorio, y además fueron testadas las personas que estuvieron con él en los últimos días. 

Boulos tiene 38 años, pertenece a una fuerza de poca relevancia nacional -el Partido Socialismo y Libertad (PSOL)-, pero haber logrado el pase a segunda vuelta en la ciudad más importante del país y del continente significa una buena señal para la izquierda. El ex presidente Lula Da Silva llamó a votar por él, aunque el candidato no integra el PT (Partido de los Trabajadores).

El postulante a la intendencia de San Pablo consiguió el 20% de los votos en primera vuelta y mañana competirá con el actual intendente, el centroderechista Bruno Covas, quien obtuvo el 32%. Aun cuando para el aspirante del progresismo las chances de triunfo asoman difíciles, acumular respaldo en el electorado paulistano implicaría un avance. Distintos sondeos anticipan un 55% de votos para Covas y 45% en favor de Boulos.

En tanto, el presidente Bolsonaro podría sufrir una fuerte derrota en las ciudades brasileñas más grandes, donde pocos candidatos que contaron con su apoyo pasaron a segunda vuelta. La máxima aspiración del gobernante ultraderechista es retener Río de Janeiro con la reelección del intendente en funciones, el pastor evangélico Marcelo Crivella.

El actual jefe comunal carioca sacó el 22% en la primera vuelta, aun teniendo el control del municipio y el respaldo del mandatario nacional. Fue superado por el centroderechista Eduardo Paes, del partido Demócratas, quien ya ocupó la intendencia y ahora pasó al balotaje con el 37%. Un promedio de los sondeos para mañana atribuyen 53% de intención de voto para Paes y 23% para el bolsonarista Crivella. 

Además, las encuestas prevén una derrota de otro de los postulantes que cuentan con aval presidencial. Se trata del actual titular del municipio de Fortaleza, Wagner Sousa Gomes, quien se medirá con el laborista José Sarto. 

Otras ciudades importantes, como Belo Horizonte y Salvador de Bahía, definieron la disputa en primera vuelta y en ambos casos a favor de representantes de la derecha o centroderecha que fueron aliados de Bolsonaro pero hoy son opositores.

Quién es Ghillerme Boulos

La figura emergente de la renovación de la izquierda que mañana competirá en San Pablo, Ghillerme Boulos, proviene de la clase media y tiene sólida formación intelectual pero es referente de una organización social dedicada a la lucha por el derecho a la vivienda: el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST).

Es hijo de padre y madre médicos, y cuenta con graduación universitaria como filósofo y psicoanalista por la Universidad de Sao Paulo. Desde muy joven se mudó del centro de la ciudad a Campo Limpo, una barriada pobre de la periferia, donde desarrolló una larga militancia.

Ghillerme Boulos, candidato del progresismo en San Pablo.

En 2018 fue candidato a presidente por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y solo alcanzó el 1% de los votos. Pero su figura creció en la presente etapa bolsonarista y así llegó expectante al balotaje de mañana por la intendencia paulista. 

Una de sus banderas electorales ha sido combatir el racismo. En los últimos días participó de las manifestaciones contra la violencia racial que se sucedieron tras al crimen que costó la vida de José Alberto Silveira Freitas, un ciudadano negro asesinado a golpes por miembros de la seguridad privada de un supermercado Carrefour en la ciudad de Porto Alegre.

En 2002, cuando Boulos tenía 20 años y era un incipiente militante de los Sin Techo, viajó a la Argentina y participó de los grupos de reflexión política y apoyo psicológico grupal del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), al cual pertenecían los jóvenes Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, que ese año fueron asesinados por policías de la provincia de Buenos Aires durante la represión contra una masiva movilización en Avellaneda.

Votación y Covid-19

A la segunda vuelta están convocados unos 38,3 millones de electores, la cuarta parte (25,9 %) de los 148 millones de votantes de Brasil. Sin embargo, solo se votará por el titular del gobierno comunal en 57 ciudades, que corresponden al 1 % del total de 5.569 municipios (“prefeitura”, en el habla brasileña del idioma portugués) del país.

La legislación electoral prevé una segunda vuelta en las 95 ciudades con más de 200.000 electores del país en que el vencedor no obtuvo mayoría absoluta (50% más uno) de los votos. De acuerdo a los resultados del pasado domingo 15, mañana tendrá lugar el balotaje en 57 de esos municipios, donde reside el 60% de la población total brasileña.

Las elecciones municipales estaban previstas para octubre pero fueron aplazadas a noviembre ante el temor de que pudieran agravar la pandemia del Covid-19 en Brasil, el segundo país en número de muertes y el tercero en número de casos por coronavirus.

Incluso con el aplazamiento, los electores tienen que seguir un rígido protocolo sanitario de votación, que incluye la obligación de portar mascarilla y de aplicarse alcohol en gel en las manos antes y después de votar.