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Uno de los pilares del modelo económico implantado por la dictadura de Augusto Pinochet en Chile hace más de cuatro décadas quedó en el centro de las disputas políticas, debido a un proyecto para permitir que los trabajadores en actividad puedan enfrentar la crisis de la pandemia retirando el 10% de lo aportado al sistema de jubilación privada, una iniciativa repudiada por la gran mayoría de la población.
La propuesta fue aprobada ayer por la Cámara de Diputados y ahora pasó a consideración del Senado. La votación de la víspera significó una derrota para la coalición de derecha gobernante Chile Vamos, que encabeza el presidente Sebastián Piñera, quien puso todas sus energías políticas para que el proyecto fracase.
La mayoría obtenida se consiguió con los votos de algunos legisladores oficialistas, lo que implicó una división de hecho en el bloque parlamentario del gobierno. En las ciudades, con una parte del país en aislamiento -especialmente en la zona de Santiago- para tratar de frenar la ola de contagios del Covid-19, se escucharon aplausos, gritos y cacerolazos de festejo.
El modelo previsional chileno fue instaurado en 1980 por el régimen dictatorial, y obliga a las personas a entregar el dinero de sus aportes a empresas privadas denominadas Administradoras de Fondos de Pensión (AFP). El esquema es similar al que rigió en Argentina desde 1994 a 2008, que fue impuesto por Carlos Menem y derogado por Cristina Kirchner.
Según la reforma aprobada parcialmente ayer en el país vecino y que aún debe considerar la otra cámara legislativa, los aportantes que así lo deseen podrán retirar, por única vez, el 10% de sus fondos de capitalización que están en poder de las AFP, como una forma de hacer frente a la gravísima situación económica derivada de la pandemia.
En el momento de la decisión en Diputados hubo 95 votos a favor y 56 en contra, con 13 los legisladores del oficialista Chile Vamos que se pronunciaron favorablemente. A la vez quedó rechazada la creación de un “fondo colectivo solidario”, que también estaba contemplado en el proyecto pero no consiguió la mayoría requerida.
Festejo en la Cámara de Diputados chilena tras votarse la reforma. |
El presidente Piñera hizo todo lo posible para que la iniciativa no prosperara. Esta misma semana anunció un bono de 500.000 pesos (equivalente a unos 630 dólares) para trabajadoras de clase media o desempleadas que tenían ingresos formales antes de la pandemia, y de 1,5 millones de pesos (1.900 dólares) para los que sufrieron caídas significativas en su entrada de dinero.
Al informar sobre esas contribuciones estatales, Piñera dijo estar “convencido de que la urgente y necesaria protección de la clase media no puede ser a costa de reducir sus ya disminuidas pensiones (nombre que se usa en Chile para lo que en Argentina se denominan “jubilaciones”), permitiendo retiros anticipados y no compensados de sus ahorros previsionales".
Rechazo a la jubilación privada
En Chile el sistema de jubilación privada obligatoria es altamente rechazado por la sociedad. En los últimos años hubo decenas de manifestaciones en contra y se generaron ámbitos de participación ciudadana para derogarlo. Sin embargo subsistió por el fuerte peso que tiene la derecha en los sistemas político y judicial, y en los poderes económicos.
Pero a su vez, junto con el rechazo al costo de la educación, fue uno de los motivos que desató la rebelión popular a partir de noviembre del año pasado y que solo se detuvo por la llegada del coronavirus, situación sanitaria que obligó a abandonar las protestas callejeras, al menos las más multitudinarias, que se habían mantenido durante meses.
Tanto en la noche de este martes -previa a la votación en Diputados- como ayer luego de la media sanción de la reforma constitucional, el sonido de las cacerolas y otras expresiones de celebración se escucharon en distintos lugares de Santiago y otras ciudades del país.
Incluso se encendieron hogueras en las calles a pesar de la restricción para salir de las casas, mientras que medios informativos locales y mensajes por redes sociales reportaron la existencia de algunas barricadas. "¡No más AFP, no más AFP!", coreaban miles de personas desde las ventanas de sus casas o los balcones de los edificios de departamentos.
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