Dos de los países vecinos de poca concentración poblacional, Uruguay y Paraguay, registran hasta el momento una baja afectación del coronavirus. Sin embargo, ambos tienen fronteras con Brasil -como también Argentina, y en total diez de las doce naciones de América del Sur- y esa proximidad se constituye en una fuente de riesgos frente a lo que ocurre en el territorio brasileño, el segundo país con más contagios y muertes del mundo después de Estados Unidos.

En el caso uruguayo, los expertos que asesoran al gobierno definen la situación como de “relativo control” del Covid-19. Hasta el lunes se registraban 769 casos confirmados y 22 personas fallecidas desde el comienzo de la pandemia. Del total se afectados se informó que 629 ya estaban recuperados y solo 129 seguían cursando la enfermedad.

Después de seis días sin decesos, el pasado domingo se produjeron dos fallecimientos, de una mujer de 90 años y un hombre de 76. Ambos ocurrieron en Rivera, una ciudad que limita con la brasileña Santa Ana do Livramento y entre ambas conforman una ciudad binacional.

Las autoridades ratificaron su preocupación por ciertas dificultades para profundizar las medidas sanitarias en las ciudades fronterizas binacionales. El gobierno uruguayo decretó el cierre de las fronteras al principio de la propagación del virus, pero las ciudades binacionales no están contempladas en esa restricción.

Este lunes, el presidente Luis Lacalle Pou anunció el refuerzo de medidas sanitarias en Rivera, y dijo que había hablado con su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro, para poner en práctica un tratado ya existente de acción binacional sanitaria.

“Hemos recogido el visto bueno del presidente brasileño para aplicar ese tratado y en las próximas horas vamos a llevarlo a la práctica”, afirmó, para luego acotar que hay “preocupación recíproca sobre lo que está pasando en la frontera”.

Por otra parte, el pasado jueves Lacalle Pou anunció que su gobierno habilitaría el retorno a clases presenciales de forma voluntaria y por etapas a partir del 1º de junio. La actividad educativa en la modalidad tradicional está suspendida desde el 13 de marzo.

La vuelta a clases estará regida por una serie de condiciones generales que el gobierno estableció como prioritarias, y una de ellas es que la asistencia de estudiantes será voluntaria mientras dure la emergencia sanitaria.

Además, las jornadas escolares no podrán extenderse más de 4 horas diarias, respetando todas las medidas de prevención establecidas; los ingresos y salidas deberán ser escalonadas a efectos de evitar aglomeraciones en dichas instancias; y los recreos serán espaciados y por turnos, evitando las aglomeraciones.

La “mediterraneidad” de Paraguay

En la república del Paraguay, el reporte del lunes informó que desde el comienzo de la pandemia se habían confirmado 865 contagios, y de todos ellos fueron 11 las personas fallecidas. Los enfermos recuperados sumaron 344.

De ese modo, Paraguay se mantiene con una tasa de 2 muertos por millón de habitantes, la más baja de Sudamérica, lejos de los 6 por millón de Uruguay, los 10 de Argentina o los 15 de Colombia, los países que le siguen en la tabla regional por criterio ascendente en cuanto a la gravedad de expansión del virus.

Epidemiólogos y autoridades sanitarias han señalado que el aislamiento geográfico paraguayo, cuyo territorio no cuenta con salida al mar y además mantiene un tráfico aéreo pequeño en comparación con las grandes capitales de Sudamérica, le favorecen en gran medida para enfrentar la pandemia.

“La mediterraneidad de Paraguay es una ventaja. Los casos positivos son casi todos del exterior. Hay poca detección en la comunidad”, dijo a la agencia AFP el epidemiólogo Antonio Arbo, exministro de Salud.

Las clases se suspendieron, se prohibieron los vuelos comerciales y el 17 de marzo se cerraron las fronteras con Brasil y Argentina.

“Si no interveníamos enseguida, los cálculos más conservadores indican que habríamos tenido más de 15.000 casos”, dijo el ministro de Salud, Julio Mazzoleni, quien admitió la vulnerabilidad del sistema.