La extrema paridad del balotaje presidencial en Uruguay entre el postulante neoliberal y conservador Luis Lacalle Pou (Partido Nacional, en alianza con otras fuerzas de derecha) y el candidato progresista Daniel Martínez (del Frente Amplio, actualmente en el gobierno), arroja un triunfo para el primero de ellos pero el resultado oficial depende de unos 35.000 votos observados.

Por esa razón, la proclamación oficial recién ocurrirá “entre jueves y viernes” cuando finalice el recuento definitivo, según informó la Corte Electoral en una noche de alta tensión política en el país, aunque no hubo incidentes y partidarios de ambos sectores festejaron en las calles.

Cuando anoche se llevaban computados el 96,9% de los votos, el tribunal encargado del control de las elecciones anunció que no daría a conocer el ganador ya que la diferencia de sufragios entre los dos postulantes (de 31.468 a favor de Lacalle Pou) es menor a la cantidad de votos observados (que suman 35.204). 

El Frente Amplio está en el gobierno desde 2005, en tres periodos de cinco años cada uno. La primera victoria la obtuvo con Tabaré Vázquez como candidato presidencial, la segunda con José “Pepe” Mujica y la tercera nuevamente con Vázquez. Este último, actual jefe del Estado, en marzo de 2020 finaliza su mandato.

Tanto Vázquez como Mujica, así como otro figura relevante del espacio frentista que es el actual ministro de Economía y ex vicepresidente Danilo Astori, son personas de edad avanzada y ello obligó a buscar un candidato de otra generación para competir en esta elección. 

El lugar fue para Daniel Martínez, intendente de Montevideo hasta que renunció para dedicarse a la campaña. Es un ingeniero de 62 años y militante del Partido Socialista desde la adolescencia, que también fue ministro y ocupó otros altos cargos en los gobiernos de Vázquez y Mujica. Meses atrás ganó la elección primaria dentro del espacio contra otros tres competidores internos.

Lacalle Pou es descendiente de una familia ligada históricamente al Partido Nacional, una de las dos fuerzas políticas -junto con el Partido Colorado- que dominaron la política uruguaya desde mediados del siglo XIX hasta la aparición de la coalición de centroizquierda. Es hijo de Luis Alberto Lacalle, quien fue presidente entre 1990 y 1995, auge del neolieralismo en ese país y en América Latina.

Según los cómputos difundidos oficialmente anoche, Lacalle Pou consiguió 1.169.630 votos, equivalentes el 48,8% de los sufragios totales. Daniel Martínez logró 1.138.162 votos, que significan el 47,5%. 

La diferencia entre ambos, de 31.468 sufragios, es inferior a los 35.205 votos observados. A ello se debe que el resultado oficial se haya postergado hasta realizarse el recuento definitivo, que comienza hoy y demoraría cuatro días.

Primera vuelta

En la primera vuelta electoral el pasado 27 de octubre (el mismo día de la elección argentina), Lacalle Pou consiguió el 28% de los votos y quedó segundo. La remontada hasta el probable triunfo en el balotaje proviene de un acuerdo con el tradicional Partido Colorado, más otras dos formaciones políticas minoritarias (Partido Independiente y Partido de la Gente), y también con el militar ultraderechista Guido Manini Ríos.

Este último es una figura emergente en Uruguay. Fue jefe del Ejército durante el actual mandato del presidente Vázquez, quien luego lo pasó a retiro. Entonces Manini Ríos formó un partido político al que denominó “Cabildo Abierto”, y con un discurso de exaltación de todo lo que sea militar y policial, sacó el 10% de los votos en la primera vuelta. Salió tercero, y además fue elegido senador.

Por otra parte, el Frente Amplio había ganado la primera vuelta con el 39%, pero el pacto de toda la oposición de derecha parecía difícil de vencer en el balotaje y todas las encuestas previas lo ubicaban en clara desventaja. El resultado de ayer, aun cuando perdiera, fue mejor del esperado.

Anoche, luego de que la Corte Electoral informara que se proclamará al ganador “entre jueves o viernes”, tanto Luis Lacalle Pou como Daniel Martínez tuvieron expresiones similares. “Hay que esperar”, dijeron cada uno por su lado.