Argentina
09/05/2018

La historia de una relación, desde mitad del siglo pasado

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Perón se negó en su gobierno a que el país se integre el FMI, pero lo hizo la dictadura que lo derrocó. Así comenzaba una dependencia cada vez mayor de Argentina con esa institución, hasta el estallido del 2001. Luego, Kirchner pagó la deuda con el Fondo y no aceptó más sus imposiciones.

El presidente Mauricio Macri, anunció ayer como solución a los serios inconvenientes que padece el país, la vuelta a los históricos y siempre inconvenientes acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

"Vamos a comenzar hoy mismo a trabajar en un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional", anunció Macri en un mensaje grabado desde la Casa Rosada, y en medio de la corrida contra el peso que llevó a que el dólar llegara a cotizar en ese momento los 23,50 pesos.

El anuncio tuvo dos partes fundamentales. La primera consistió en un mensaje propio de la política comunicacional del gobierno esbozada por Durán Barba y cumplida al pie de la letra por todos los funcionarios del gobierno. Entonces, el mandatario acudió al remanido latiguillo de que “los culpables son los que se fueron por su populismo, demagogia y mentiras”, y la infaltable mención a la “pesada herencia”.

Pero como ya esa culpa viene usándose demasiado, ahora agregó, con similar postura a la de Elisa Carrió hace unos días, que el otro culpable de estar metidos en semejante engendro es la situación mundial, donde el valor del dólar y la circulación de dinero se mueven por fuera de la voluntad del gobierno argentino.

Y así es que, otra vez, como desde 1956, estamos en manos de nuestros conocidos del FMI que siempre están dispuestos a darnos un empujoncito. La historia indica que la colaboración de estos “bienhechores” tiene como contrapartida reformas estructurales, ajustes, y en este caso más ajustes, más la flexibilización laboral, echar mano a la plata de los jubilados o privatizar las jubilaciones, entre otras disposiciones que deben ser cumplidas a rajatabla.

Todo empezó tras el derrocamiento de Perón

En esta nota proponemos hacer un rápido repaso de la historia del país relacionada con la influencia, los resultados, que han tenido las “misiones” y las soluciones de la incursión del FMI por estas tierras. Pero para no estar excesivamente influidos por la propia opinión, lo haremos a través de las publicaciones periodísticas de la época en que se fueron generando.

Utilizamos para ello, además de los archivos periodísticos más recientes, parte de una recopilación histórica que hace algunos años realizó el sociólogo, historiador e investigador Roberto Baschetti.

En alguna oportunidad, en 1967 el general Juan Domingo Perón señaló desde su exilio en España que “cuando en 1946 me hice cargo del gobierno, la primera visita que recibí fue la del presidente del Fondo Monetario Internacional que venía a invitarnos a que nos adhiriéramos al mismo. Prudentemente le respondí que necesitaba pensarlo y, enseguida, destaqué a dos jóvenes técnicos de confianza del equipo de gobierno para investigar a este ‘monstruo tan peligroso’, nacido según tengo memoria en los sospechosos acuerdos de Bretton Woods”, decía el fundador del justicialismo.

Prosigue la cita del expresidente: “El resultado de este informe fue claro y preciso: en síntesis, se trataba de un nuevo engendro putativo del imperialismo. Ha pasado el tiempo y en casi todos los países adheridos al famoso Fondo Monetario Internacional se sufren las consecuencias y se comienzan a escuchar las lamentaciones. Este Fondo, creado según decían para estabilizar y consolidar las monedas del ‘mundo libre’, no ha hecho sino envilecerlas en la mayor medida. Mientras tanto, los Estados Unidos se encargaban, a través de sus empresas y capitales, de apropiarse de las fuentes de riqueza en todos los países donde los tontos o los cipayos le daban lugar”, afirmaba Perón.

Durante su primera presidencia, el fallecido líder político decide, y tiene el acompañamiento del Congreso de la Nación para hacerlo, permanecer fuera del FMI y otros organismos financieros internacionales, sosteniendo los objetivos del preámbulo de la Constitución Nacional de 1949: independencia económica, soberanía política y justicia social.

Pero en 1955, cuando se produce el golpe de Estado que derroca al gobierno constitucional peronista, la dictadura cívico-militar anula la Constitución y se dejan de lado las políticas que esta amparaba.

Luego, siguiendo recomendaciones imperativas del Plan Prebisch, fueron las autoridades de facto quienes solicitaron el ingreso de la Argentina al F.M.I y al Banco Mundial.

Fue por Decreto-ley Nº 7.103, del 19 de abril de 1956 -uno de los firmantes y propulsores era Adalbert Krieger Vasena, entonces ministro de Hacienda del dictador Pedro Aramburu-, que el
gobierno de facto inicia los trámites para obtener el ingreso de la República Argentina a
ambas instituciones.

El 31 de agosto de ese año, mediante el Decreto-ley Nº 15.970, se dispuso formalmente la adhesión, asignando carácter de ley nacional al Convenio Constitutivo del F.M.I, y se efectiviza el ingreso de la Argentina.

La primera operación se efectúa también por el gobierno de facto en el año 1957.

El país, por esas vías, sufrió una limitación sustancial en el ejercicio de su soberanía, al
perder la decisión nacional en la confección y ejecución de programas económicos.

La función del FMI apuntó a imponer políticas económicas coloniales a países de América Latina, Asia y Africa, y asegurar un permanente drenaje de riquezas desde estos países hacia el mundo desarrollado.

Frondizi, Alsogaray, Isabel Perón

Volviendo a la cronología histórica, el 29 de diciembre de 1958 y bajo la presidencia de Arturo Frondizi, se firma un nuevo convenio con el FMI. Por razones políticas, el acuerdo no se da a publicidad en forma oficial.

Los puntos esenciales del convenio eran despido del 15% de los empleados públicos; demoras y postergaciones de las obras públicas; aumento del 150% en las tarifas del transporte; despido del 15% del personal ferroviario y eliminación de ramales; aumento de las tarifas eléctricas; aumento del 200% en el precio del petróleo; nuevos impuestos y recargos de todo tipo. Se eliminan los controles de precios y se congelan los salarios por dos años, además de liberar el valor del dólar.

Poco más de un año después, el 17 de enero de 1960, un ex secretario de Industria, José Constantino Barro, dice según un recorte periodístico de la época que “el ingeniero Alsogaray ha fracasado rotundamente y no ha podido estabilizar el costo de la vida ni frenar la inflación. Hay más dinero en circulación y los salarios valen menos, es decir que el poder adquisitivo del pueblo ha bajado a pesar de lo dicho, y merced a lo hecho, por el señor Alsogaray”.

Sobre el final de sus declaraciones, agrega: “Sabíamos que se iba a condenar al hambre y a la miseria a los 20 millones de argentinos. Además, no hay tal plan de Alsogaray. Son simples directivas del Fondo Monetario Internacional, cuya aplicación ha fracasado ya en otros países americanos, como Brasil, que ha terminado rechazándolas”.

El 12 de noviembre de 1975, gobierno de Isabel Martínez, el quincenario El Auténtico publica: “La dependencia favoreció los negociados de las concesiones petroleras, las inversiones fantasmales realizadas con dinero del propio país, el envío al exterior de utilidades y pago de royalties, el endeudamiento a la banca internacional a través de onerosos empréstitos, el vaciamiento y ulterior desnacionalización de industrias de capital argentino, la súper explotación de los recursos nuestros que interesaban al imperialismo y los países centrales”.

“Hace 20 años que a nuestra sufrida Nación le han puesto bandera de remate y las riquezas que el pueblo produce se las llevan a manos llenas las multinacionales” afirmaba el periódico.

La dictadura del ‘76 y la etapa democrática de Alfonsín

El diario La Opinión, en su edición del 25 de marzo de 1976 -al día siguiente del golpe militar que inició la dictadura de Videla-, decía que “la República Argentina recibiría una rápida colaboración de parte del Fondo Monetario Internacional si la Junta Militar gobernante decide utilizar, para aliviar los problemas económicos del país, los servicios de dicho organismo”.

El artículo termina diciendo “en la actualidad la deuda externa argentina suma alrededor de 10.000 millones de dólares, de los cuales 1.100 tienen vencimiento en los próximos sesenta días.

Pocos años después y bajo el mismo régimen dictatorial, más precisamente el 5 de setiembre de 1982 con Reynaldo Bignone el frente del gobierno de facto, en el diario La Voz se lee que “mientras se empobrecía bajo el amparo del liberalismo, Argentina quintuplicó su deuda en seis años. Cuando en 1952 la Argentina canceló su deuda externa, que ascendía a poco más de 12 millones de pesos, ni el argentino más pesimista hubiera imaginado que treinta años después el endeudamiento superaría los 39.000 millones de dólares.

Sigue la cronología. El 28 de enero de 1983, aún durante el gobierno de facto de Bignone, el semanario Prensa Obrera describe que “el actual endeudamiento corresponde en parte al reequipamiento militar emprendido por la dictadura a raíz de los conflictos por el canal de Beagle y las islas Malvinas, y lo demás proviene de la brutal extorsión de la banca extranjera sobre el país”.

El 5 de abril de 1983, en el diario La Razón se podía leer que “el precandidato presidencial del radicalismo, Raúl Alfonsín, también sostuvo que por imprudente que haya sido la política económica aplicada, el gobierno y las empresas públicas no pueden menos que hacer frente a la deuda contraída, aunque aclaró que solo se debe pagar la deuda legítima”.

Ya en funciones, Alfonsín dice el 23 de setiembre de 1984, según noticia del diario La Voz: “Mientras en EE.UU se asumen compromisos con la banca acreedora y el FMI, la economía interna ya entró en tobogán recesivo. Sólo se produce para transferir riquezas al exterior y el reparto de los magros excedentes en el orden local provoca una desenfrenada especulación de los grupos oligopólicos.

Tres días después, Clarín menciona: “admitió el FMI que receta ajustes difíciles y onerosos, ya que frecuentemente involucran considerable sacrificio y penurias”.

24 de mayo de 1985. En una entrevista a Peter Korner, el semanario Nueva Presencia manifiesta que “según los críticos y muchos gobiernos de los países en desarrollo que tuvieron experiencias con el FMI, el Fondo regiría en forma inaceptable la política interior y afectaría la soberanía de los países deudores. Sus diagnósticos erróneos y sus recetas inservibles no solamente no estarían en condiciones de lograr el saneamiento económico, sino que agudizarían la crisis, haciendo recaer sobre los hombros de los menos privilegiados una serie de gravámenes sociales, afectando así la estabilidad interna de los países".

Dos meses más tarde, el 26 de julio de 1985, todos los grandes diarios nacionales anuncian los principales puntos acordados entre el FMI y el gobierno de Alfonsín en el marco del arreglo stand-by.  “Será liberado el control de precios. Los salarios permanecerán congelados hasta que se sanee el sistema financiero y se avienten las expectativas inflacionarias. Se reduce el papel del Estado en los gastos de seguridad social. Se busca eliminar completamente las retenciones sobre la exportación y los aranceles a las importaciones. Se fomenta la privatización de las empresas estatales”.

Menem, “el mejor” para el FMI

A mediados de 1989, el gobierno de Raúl Alfonsín estaba en su crisis más profunda y a punto de asumir Carlos Menem. Se publica un informe de Guido Di Tella al presidente electo, en el que se sintetiza la situación.

“La Argentina se ha endeudado a un nivel casi igual a un 80% del Producto Bruto, consecuencia de las remesas de los argentinos ricos a EE.UU. subsidiados durante el período de Martínez de Hoz. Hoy se le pide a los argentinos pobres que hagan esfuerzos para pagar esa deuda”, dice Di Tella.

Agrega “el pago de esta deuda no es posible. El pago de los intereses que se está intentando hacer está consumiendo la poca capacidad de acumulación que el país tiene y ni siquiera permite disminuir la deuda en términos reales que sigue incrementándose, agravándose la relación de deuda a producto, lo que garantiza una situación de creciente insolvencia. Este es el fondo del problema”, decía Di Tella, quien un par de años después sería el canciller del gobierno de Menem.

El 7 de Julio de 1990, el diario Clarín publica declaraciones del director general del FMI, Michel Camdessus, bajo el título “Camdessus apoyó el plan económico argentino”.

El jerarca del Fondo manifestaba que “la pobreza de este país es por no haber hecho el ajuste”. A su vez, el cronista le argumenta: "Usted dice que tenemos que abrir la economía, pero eso puede traer trastornos en la industria". Y Camdessus contesta: "La Argentina tiene todo para ganar con la competencia y la apertura”.

El mismo titular del FMI, el 21 de setiembre de 1990 y según informaba el diario Nuevo Sur, definió el programa económico argentino como de “alta calidad” y no abrigó dudas sobre su continuidad. Días después, en el diario Ambito Financiero (18 de octubre de 1990) el mismo Camdessus destacó “la valentía” de Menem por las medidas que aplicaba,

Casi cuatro años más tarde, el 22 de agosto de 1994, Atilio Borón, politólogo doctorado en Harvard,  dice en Clarín que “nadie creció con ajustes del FMI. No deja de ser una curiosa muestra de éxito el hecho de que las economías que se ‘sanean’ con la medicina neoliberal tengan más pobres que nunca y la deuda social crezca inconteniblemente”.

18 de diciembre de 1995. Milton Friedman, el economista anglosajón de mayor influencia mundial después de Keynes, dice en un reportaje en La Nación que “los consejos del Fondo Monetario son malos".

En 1996, 28 de mayo, en El Expreso diario, Camdessus seguía elogiando a Menem y apretando clavijas. En esa oportunidad sugirió profundizar la flexibilidad laboral. Dijo que “los problemas fiscales de la Argentina no son graves”.

Claríndel 6 de abril de 1998, gobierno de Menem. Dice Humberto Roggero, presidente del bloque de diputados del Partido Justicialista (oficialista en ese momento) refiriéndose a una misión del FMI que estaba en la Argentina por esos días: “Es como si nos estuvieran tomando el pelo. Parece hasta irrespetuoso. Mire si nosotros, que venimos peleando contra la desocupación, los problemas sociales y el tema de los excluidos, le vamos a decir a la gente que vamos a enfriar la economía porque cinco imbéciles disfrazados de técnicos nos dicen esas cosas”.

Juan Alemann, gurú ultraliberal y ex funcionario de la dictadura, dice en La Razón que Menem había sido invitado a hablar en la asamblea del Fondo Monetario Internacional porque “evidentemente el FMI ha querido premiar a la Argentina por su buena conducta, permitiéndole resaltar frente a los banqueros más importantes del mundo lo que ha realizado en estos años, así como la solidez de sus finanzas públicas y de su sistema bancario. Ha querido también exhibir a nuestro país como un ejemplo ante el mundo, de cómo es posible encarrilar una situación desquiciada. Somos lo que se llama su leading case” (expresión traducible como “caso destacado” o “caso principal”, y asimilable a “caso testigo”).

El 10 de octubre de 1998, en La Razón se publican más elogios de Camdessus. “El mejor presidente de los últimos 50 años es Carlos Menem´.

De la Rúa, hasta el estallido de 2001

8 de enero de 2000, presidencia de Fernando De la Rúa. Diario Clarín: “El FMI presiona por un ajuste más profundo. Funcionarios del Fondo ya anticiparon al Gobierno sus nuevas exigencias que se centran en: máxima liberalización del mercado de trabajo, privatización parcial del sistema de obras sociales, privatización del Banco Nación previa transformación del mismo en una sociedad anónima, cambios en el régimen jubilatorio y control de los gastos provinciales”.

19 de enero del 2000 en Clarín: “El FMI salió en apoyo de la convertibilidad. La jefa de la actual misión del Fondo dijo que sería ‘malo’ abandonar la paridad fija”. El 28 de marzo en La Prensa se puede leer que “EE.UU. elogió la política económica de De la Rúa. ‘Está comprometido con las reformas de libre mercado’, destacó el secretario del Tesoro”. Un día después, en Clarín: “Guiño a la Argentina. Fuerte apoyo del Tesoro de EE.UU. Larry Summers, dijo estar ‘muy animado’ por las decisiones fiscales y laborales que tomó el gobierno de De la Rúa. Dio una ‘especial felicitación’ respecto de lo hecho por la Alianza hasta ahora”.

El 10 de marzo de 2000 se concretó un acuerdo stand by con José Luis Machinea como ministro de Economía y Pedro Pou al frente del Banco Central de la República Argentina (BCRA).

17 de mayo de 2000, según La Prensa, “Alfonsín cargó contra el Fondo. Dijo que sus recetas económicas ‘no sirven y nos llevaron al desastre’”. Ese mismo día en Clarín se decía: “Apoyo del FMI al plan, en el momento justo. El flamante titular del organismo, Horst Kohler, dijo que la Argentina ‘va por buen camino’. El respaldo llega cuando no hay signos claros de reactivación y se prepara un nuevo ajuste".

23 de mayo de 2000, diario Clarín: “Inusual gesto de la Iglesia contra las políticas del Fondo Monetario. El cardenal Primatesta envió a Moyano su apoyo a la marcha del miércoles 31 contra el FMI”.

14 de junio de 2000, diario La Prensa: “Los directivos del FMI, el Banco Mundial y el BID se reunieron con el Presidente (De la Rúa). Visto bueno de los organismos financieros internacionales. Se comprometieron a respaldar el modelo económico para lograr ‘rápidamente’ inversiones extranjeras, y reconocieron que el ajuste a los estatales es ‘muy severo’ y ‘socialmente doloroso’”.

Clarín, 20 de setiembre de 2000: “La salida de la recesión. Proyecciones sobre la Argentina. Según el FMI, habrá otros seis meses duros. El principal economista del Fondo dijo que la situación es difícil y que se saldrá lentamente. No prevé una crisis, aunque calificó de decepcionante al actual crecimiento económico".

27 de setiembre de 2000, en Clarín: “Según el Fondo, Argentina es un caso para el diván. Tomás Raichman, economista del organismo, dijo que el problema argentino es la falta de ánimo. ´No sabemos cómo manejar este tipo de psicología social.

1 de noviembre de 2000, título en diario La Prensa: “La Argentina va por buen camino, insistió el FMI”. El 5 de noviembre Clarín resumió declaraciones de De la Rúa: “Argentina cumplirá con el pago de la deuda externa. El presidente dijo que cualquier declaración en contrario es inadmisible”.

20 de febrero de 2001 en Página 12. “El FMI pronostica alto desempleo aun cumpliendo las metas. La salida era una puerta giratoria”. 4 de marzo, también en Página 12 “’Usted debe aceptar’, le dijo Fisher a Cavallo”, y luego agrega que “el directivo del Fondo Monetario Internacional sugirió al ex ministro (ya había sido ministro de Menem) que se integre a la estructura de gobierno". 6 de marzo de 2001 en Clarín: “Aval del Fondo Monetario para el nuevo ministro de Economía. López Murphy es una selección brillante, dijo el embajador estadounidense en Argentina, James Walsh”.

3 de abril en La Nación: “Firme apoyo del FMI y el Banco Mundial a Domingo Cavallo”. 20 de noviembre de 2001 en Clarín: “Llega el lunes a Buenos Aires una misión técnica. De la Rúa le pidió al jefe del FMI que envíe pronto sus inspectores”.

La historia terminó con el corralito (incautación por parte del sistema financiero del dinero depositado en los bancos), el default (cesación de pagos), y la peor crisis institucional de la Argentina.

El 23 de diciembre de 2001, el senador Ramón Puerta ocupaba, en un interinato de dos días, el cargo de presidente de la Nación. El periodista Daniel Muchnik decía ese día en Clarín “El FMI se lava las manos ante el desastre que provocan las medidas que proponen sus funcionarios”.

Presiones a Duhalde, hasta la decisión de Kirchner

10 de enero de 2002, gobierno de transición de Eduardo Duhalde. Clarín: “EE.UU. aconseja que Argentina apure otro acuerdo con el FMI. La sugerencia la formuló el secretario del Tesoro, Paul O’ Neill, desde Washington. Dijo que el Gobierno debe definir un programa sustentable que sirva como base para sellar otro acuerdo”.

14 de enero de 2002 en La Nación. “Autocrítica de O´Neill, titular del Tesoro norteamericano. Reconoció que su gobierno no tiene en claro cuál debería ser el camino que tendría que seguir la Argentina para retomar el crecimiento económico. ‘Creo que durante los últimos 40 o 50 años en el Banco Mundial y en el FMI no se hizo lo correcto’”.

24 de enero de 2002. El jefe de gabinete de Duhalde, Jorge Capitanich, en Clarín, le responde al director gerente del FMI, dice: “No necesitamos que nos digan cómo hay que sufrir. El esfuerzo de los argentinos ha sido muy grande”.

Vendría luego lo que sería el último pacto con el Fondo Monetario Internacional, hasta el que anunció ayer Macri. Fue el 17 de enero de 2003, reflejado en un acuerdo financiero stand by durante la presidencia transitoria de Duhalde, mientras Roberto Lavagna era ministro de Economía y la negociación estuvo a cargo del entonces presidente del Banco Central, Alfonso Prat Gay, quien por ese entonces era un joven economista que ya había sido empleado de los grandes bancos norteamericanos, y por ese antecedente lo habían designado en tan altas funciones.

Después, el 31 de agosto de 2004 llega al país y con custodia el entonces titular del FMI, el dirigente de la derecha española Rodrigo Rato (antes ministro de José María Aznar), quien por apenas 10 horas trató de negociar un acuerdo con el gobierno de Néstor Kirchner en medio de las tratativas para salir del default del 2001 y negociar una quita de la deuda externa que había dejado de pagarse cuando quebró el país.

El director del Fondo trató infructuosamente de que Kirchner hiciera un ajuste fiscal importante, a cambio del apoyo para el proceso de negociación con los tenedores de bonos de la deuda argentina, que querían cobrar.

Finalmente, el 17 de septiembre de 2004, Kirchner decide no firmar un nuevo acuerdo y la Argentina a partir de ese momento suspendió su relación con el FMI. Posteriormente, el organismo levantó su oficina permanente en Argentina.

En aquel episodio Prat Gay perdió el puesto de titular del Central, quien fuera reemplazado por Martín Redrado.

Luego, en diciembre de 2005, Kirchner le pagó 9.500 millones de dólares al contado y desde ese momento el país no tuvo más ningún préstamo, aparte de que el gobierno tampoco volvió a permitir que sus inspectores (elegantemente llamados “técnicos”) revisaran las cuentas del país como lo indica el Artículo IV del estatuto del Fondo.

Unos 14 años después, en marzo de 2018, un director gerente del FMI volvió a visitar la Casa Rosada para entrevistarse con el presidente Mauricio Macri.

En ese momento, ninguna de las dos partes expresaron ninguna urgencia de cerrar un pacto por un nuevo crédito para nuestro país. Eso fue hasta ayer al mediodía, en que el presidente argentino anunció la necesidad de acordar con la institución financiera internacional.

Tras dos años y medio de gestión de gobierno de la alianza Cambiemos, las consultoras privadas estiman que el total de la deuda externa bruta del país trepó a los 342.000 millones de dólares.

29/07/2016

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