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Tras siete históricos juicios realizados en Neuquén contra militares y policías que cometieron delitos de lesa humanidad en la región durante la última dictadura, este año se espera que tenga lugar el primer juicio contra dos funcionarios judiciales que fueron cómplices del sistema represivo. Se trata del ex juez Pedro Laurentino Duarte y el ex fiscal Víctor Ortiz están acusados de de prevaricato y negación del acceso a la justicia.
Si bien no es la primera vez que civiles son sentados en el banquillo de los acusados por la justicia argentina, sí es un hecho inédito en la región. El inicio del juicio aún no tiene fecha, pero desde la APDH estiman que podría comenzar en los próximos meses. Desde ese organismo vienen reclamando a la justicia mayor celeridad debido a la avanzada edad de varios de los testigos que van a declarar, como Noemí Labrune u Oscar Ragni.
"Evidentemente ha habido de parte del Poder Judicial muchas acciones de omisión de la actividad que debían desarrollar", afirmó Labrune. Y agrego: "Hay dos tipos de jueces: los que no cumplieron y cometieron el delito de omisión o de complicidad con los delitos y aquellos que trabajaron lo más que pudieron y como pudieron para llegar al castigo de los culpables".
En el primer grupo, ubicó al ex juez Duarte y al ex fiscal Ortiz.
-"¿Los conociste?" - preguntó .
-"¿Que si los conocí?" -y largó una carcajada-." Duarte era abogado del Ejército hasta que vino la dictadura y lo nombraron juez federal", y contó una anécdota:
"A Duarte lo conocí en el juzgado porque fui varias veces acompañando a un familiar, a alguna víctima, y no nos atendía. Alguna vez que yo insistí en esa atención y él desde su despacho, que estaba al lado del mostrador donde nos recibían, gritaba '¡No los voy a atender, no tengo nada que ver con eso!', y no le veíamos la cara".
Luego agregó que "de Duarte también tenemos otras cosas más serias, omisiones. Los habeas corpus que él escondía en cualquier cajón para no abrir nunca, o las respuestas mentirosas que compartía cuando preguntaba a la policía '¿Tienes tu al detenido?', y la policía le contestaba que no, entonces él sin investigar repetía ese no en la resolución. Ese era Duarte", describió.
Al fiscal Ortiz lo definió de la siguiente manera: "por razones te diría filosóficas o religiosas, estaba muy de acuerdo con lo que una parte de la iglesia católica de ese momento había decidido, que era que había que destruir a aquellos que pensaban que la doctrina de seguridad nacional no era una doctrina que teníamos que adoptar todos obligatoriamente".
Consideró que "lo de Ortiz era más serio, más peligroso. Era un ferviente creyente del catolicismo reaccionario y cuando a principios de la dictadura fuimos a verlo con el Obispo (Jaime) De Nevares, que había tenido la información de que estaban torturando a un detenido en ese momento en un local del Ejército donde funcionó La Escuelita, nos dio una conferencia de la época de la inquisición. Nos dijo que el sufrimiento de la tortura purifica, así que no es una cosa mala la tortura".
"Me parece que una de las cosas más peligrosas que puede tener un Estado es tener funcionarios de justicia que tengan esa ideología porque eso es lo que permite la tortura de los presos que robaron la radio de un auto, por ejemplo", reflexionó Labrune.
Por último, señaló que "cuando la justicia toma la parte de los delincuentes, la sociedad se rompe. Es muy importante que pensemos ahora qué pasa con una justicia que toma la parte de los poderosos", para concluir que "este juicio es de alguna manera un espejo de lo que puede estar pasando ahora en algunas jurisdicciones judiciales".
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