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- Quería preguntarle sobre el presidente en la Asamblea Legislativa…
- ¡Vamos Argentina, Vamos Argentina!
- No me grite que estoy al lado suyo.
- ¡Vamos Argentina. Vamos Argentina!
- Y si no me escupe mejor.
- ¡Vamos Argentina. Argentina, vamos!
- Se va a quedar disfónico.
- ¡Va… mos va… mos… Ar… gen… ti… na!
- Con esa voz parece Linda Blair en El Exorcista.
- Usted diga lo que quiera: la fuerza de ese hombre conmueve.
- ¿La de quién?
- La del diablo que se le metió en el cuerpo a la piba. Qué película, mi Dios.
- Pensé que me hablaba del presidente.
- También.
- Mire que lo del coaching no salió muy bien que digamos.
- Pamplinas. Mauricio fue natural, espontáneo, como es él.
- Pero jamás habló así. Al menos en público.
- Usted lo dijo: en público.
- Tampoco va con su temperamento.
- No todo lo que brilla es oro, no vaya a creer.
- Si algo faltó fue brillo.
- No se haga el pícaro conmigo.
- Le soy sincero, sonó inauténtico.
- Usted porque no lo conoce, siempre fue así. Y ahora que no está papá… hay que endurecerse, pero perder la ternura jamás…
- Ojo que eso lo dijo el Che Guevara…
- Con más razón.
- ¿Con más razón qué?
- Aparece Mauricio el verdadero.
- No me va a decir también que…
- De la primera hora.
- Si cada vez que habla…
- Pecados de juventud, si quiere, pero Mauricio el verdadero es este. El revolucionario sigue vivo.
- ¿Dónde?
- En algún lugar.
- ¿Dónde?
- Eso no es importante.
- ¿Y qué es importante?
- Que la vocación por cambiarlo todo sigue intacta.
- ¿Y si me responde algo sincero, sin consignas?
- No puedo.
- ¿Por?
- El mundo que vemos es un simulacro, no es el mundo real ¿Todavía no se enteró?
- ¿Va a volver con la filosofía?
- Mauricio siempre fue un filósofo. Mauricio el verdadero fundó la academia en Barrio Parque, el la década del noventa.
- Pensé que era de Boca.
- Usted búrlese todo lo que quiera, estamos acostumbrados.
- Eso es malo.
- ¿Usted cree que lo van a cambiar unos cuantos miles de memes, o seis, siete, ocho opositores en las redes, o una fonoaudióloga?
- Debería.
- Ni lo sueñe, tenemos un arma.
- Ya sé, no me lo diga: la verdad.
- No: los trolls. En cinco segundos los destruimos por Twitter.
- Pero al final me reconoce que todo es trucho.
- ¿Inauténtico querrá decir?
- Insisto. No creo que la filosofía resulte, al menos en este momento.
- Nada de filosofía: es la vida misma ¿Ve este escritorio?
- ¿Qué hace? No lo… le va a hacer mal.
- Es de cartón… ¿Y está computadora?
- Espere, no…
- También es de cartón, como la silla y el perchero y aquella ventana… Todo es un decorado.
- Por eso los viajes en colectivos estacionados y con pasajeros truchos, los llamados telefónicos con vecinos que son militantes, las cartas falsas…
- ¡Noooo, todo eso es verdadero!
- Creo que confunde lo verdadero con lo falso.
- ¿Nosotros?
- Sí.
- ¿No será al revés?
- ¿Usted dice que todo el país está confundido?
- Lo dijo usted.
- Incluso si así fuera, es un problema para el gobierno.
- ¡Ah, bueno! Si al señor le molesta la verdad…
- Lo que me molesta es que hace una hora que intento hacerle una pregunta sobre el discurso del presidente y no me deja.
- ¿Qué discurso?
- El de la Asamblea Legislativa.
- ¿Qué Asamblea Legislativa?
- ¿Me está cargando?
- Disculpe mi amigo, con todos los problemas que tenemos no podemos perder el tiempo con especulaciones.
- Pero si…
- No insista. Nada de esto está ocurriendo. Hasta la semana que viene.
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