Columna Invitada
12/11/2021

Pero… ¿qué hacemos si no hay Hormiguero?

Pero… ¿qué hacemos si no hay Hormiguero? | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Aunque la alta dirigencia palaciega acuda a gurúes forasteros para que le develen los intrincados misterios del agujero del mate, por estos pagos peronistas hay quienes desentrañaron los secretos de la conducción política en el mejor manual de todos los tiempos. Publicado en La Tecla Eñe.

Carlos Caramello *

Viejo sabio el General -tan sabio que sabía que hay que animarse a conducir a los mejores-, explicaba a los embelesados asistentes a sus clases en la Escuela Superior “Yo siempre prefería, en vez de hablar a hombres, hablar a organizaciones. ¿Por qué? Por la misma causa que cuando uno quiere juntar todas las hormigas, no las agarra de a una, sino que va al hormiguero y las agarra allí. Entonces, yo me dediqué a los hormigueros”. Verdad de puño si la hay (como unas cuántas más que nos dejó a lo largo de su vida política); enseñanza útil para tiempos de masa; lejanos días en los que las fábricas, las instituciones de bien público, los sindicatos y todas o casi todas las organizaciones libres del pueblo custodiaban la comunión diaria de una sociedad que sabía que no había manera de realizarse individualmente.

Se acabó. No hay más. Con la excusa del terror, del “algo habrá hecho”, de que éramos “derechos y humanos”, nos metieron adentro. A fuerza de mundiales rotos, nos rompieron. A punta de pistola nos impidieron que juntáramos los pedazos. Por ausencia de dioses cotidianos, el dios Mercado fue objeto de oración y adoración en el credo del consumo.

Los que vinieron después de los años de sangre… no hicieron demasiado, claro. Cuenta la leyenda que cuando el fiscal Ricardo Molinas (comisionado por el propio Alfonsín para investigar la corrupción civil durante el Proceso) le llevó al entonces presidente los resultados de sus pesquisas se encontró con respuestas tales como: a ese no podemos porque maneja la exportación de granos y a este otro tampoco porque es el único importador de insumos para la industria siderúrgica, etc. etc. etc. Cuenta la misma leyenda que Molinas se fue pensando que eran esos mismos los que lo iban a derrocar con un golpe de mercado… ¡y fueron, nomás!

El resultado de este tipo de acciones y omisiones (y hay muchas más: ni Menem ni De la Rúa ni el propio Eduardo Duhalde están en condiciones cristianas de arrojar la primera piedra) consumó la fragmentación social que hoy se ha profundizado por estas latitudes. Las privatizaciones, el corralito y la ley de empresas culturales son apenas mojones en una larga cadena de torpezas que fueron sembrando individuación y desconcierto.

Seguramente, luego de esta afirmación, los voyeurs de azotea saltarán a mi cuello con argumentos tales como “fue un proceso mundial”, “la quiebra del Estado de Bienestar se debe a que ya no resistía financieramente” y hasta el consabido “es la economía, estúpido”. No me interesa nada nada nada. Hablo de ese país de puertas abiertas que alcancé a vivir. Donde el día era trabajo y la noche fiesta. En el que militábamos sin pedir contratos porque había trabajo. Cuando un puesto político era aceptado como una carga pública y no como un premio.

Fue. La cosa pasa ahora por otro lado. Y como en un gigantesco “Al Don Pirulero”, cada cual atiende su juego. No hay hormiguero que valga a la hora de militar el voto. Pero, como lo bueno de los sabios es que también trabajan para pasado mañana, Perón ya nos advertía que “… todo aquello que está organizado, que era captable para el Movimiento Justicialista, ya lo hemos captado. Si siguiéramos ahora con el mismo sistema fracasaríamos, porque lo que queda ya no lo vamos a poder captar así. Ahora hay que empezar como cuando se ha tomado el hormiguero. Ahora hay que empezar a juntar las hormigas sueltas. No hay más remedio, porque lo captable ya lo hemos captado. Ahora tenemos que hacer dos trabajos: primero, no perder lo que ya tenemos, y segundo, tratar de captar lo que no tenemos”.

¿Se entiende? Porque hay quienes lo están haciendo. Sobre todo en el Conurbano. Compañeras y compañeros que no andan teorizando y han salido a jugarse su mañana en los días que faltan. Pibas y pibes que, además de tiempo quieren tener futuro y, entonces, no se comen la curva del 2023 que están dibujando los oráculos mediáticos.

Trabajan, timbrean, convencen, ruegan, catequizan. Casa por casa. Esquina por esquina. Barrio por barrio. Les importa tres belines que algunos ya se hayan mandado a hacer el traje azul y otras el tailleur color pastel. Les va la vida en esto. El futuro les va; el porvenir. Eso que el peronismo nunca les birló, y ahora… Por eso aviso que, aunque la alta dirigencia palaciega acuda a gurúes forasteros para que le develen los intrincados misterios del agujero del mate, por estos pagos peronistas hay (todavía y a pesar de los capitostes), quienes desentrañaron los secretos de la conducción política en el mejor manual de todos los tiempos. Esos, para que la ola de los negocios no arrase la política, para que no los caguen, para salvarse, pueda que los estén salvando a ustedes, señoras y señores. Así que más respeto, que hay un montón mejores militando las hormigas.

*Licenciado en Letras, escritor y autor junto a Aníbal Fernández de los libros “Zonceras argentinas al sol” y “Zonceras argentinas y otras yerbas”, y “Los profetas del odio”. Su último libro editado es “Zonceras del Cambio, o delicias del medio pelo argentino”.


 



(*) Licenciado en Letras, escritor y autor junto a Aníbal Fernández de los libros “Zonceras argentinas al sol” y “Zonceras argentinas y otras yerbas”, y “Los profetas del odio”. Su último libro editado es “Zonceras del Cambio, o delicias del medio pelo argentino”.
29/07/2016

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