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A tres semanas de las primarias del 11 de agosto Mauricio Macri enfrenta un escenario electoral mejor al imaginado cuando se definieron las candidaturas. Empujado por el “veranito” económico y una campaña agresiva que busca polarizar con el kirchnerismo, acortó la distancia con el Frente de Todos, que casi todos los encuestadores ubican en no más de cinco puntos.
El principal aliado en el repunte presidencial es el “alivio” del rigor económico, alentado por un FMI (Fondo Monetario Internacional) que inyecta dólares para contener la divisa y brinda apoyo político a un programa que reconoce generará menos crecimiento en 2020, mayor inflación y con una deuda que ya representa el 90% del PBI (Producto Bruto Interno).
A pesar de esta precariedad, o precisamente por ella, el oficialismo juega fuerte. Macri aparece más agresivo que Alberto Fernández, su principal contendiente, apuesta a polarizar, y asume una campaña virulenta a través de los medios y de las redes sociales que el peronismo no duda en calificar como “sucia”.
En tanto, al Frente de Todos le cuesta colocar su propia agenda en el debate público. Hacer foco casi exclusivamente en la economía en un momento en el que esta la da un respiro al gobierno, le plantea dificultades. También enfrentar a un oficialismo con más recursos, abroquelado detrás de la figura presidencial y que se muestra “dispuesto a todo”.
La expectativa de futuro que genere cada candidato va a ser cada vez más importante a medida que se acerque la elección. Más allá de spots y consigas la gente quiere avizorar cómo será su futuro inmediato, de qué manera puede estar mejor que hoy.
El “efecto heladera” (pérdida del poder adquisitivo) empezará a tallar con más fuerza. Pero no será lo único. Las emociones, la autopercepción y la narrativa sobre lo que puede pasar también jugarán un rol clave.
En campaña
“Juntos por el Cambio muestra obras que además de progreso dan un mensaje anticorrupción, como si dijera la plata está acá, a lo que ahora le sumó la variable seguridad con el Servicio Cívico Voluntario; además, evita los temas económicos, mientras flota en la paz cambiaria. Es una campaña efectiva, que busca polarizar con el kirchnerismo y que le está dando frutos”, dice a Shila Vilker, directora de la consultora Trespuntozero.
Desde esta perspectiva, el Frente de Todos “tiene más por hacer”. Vilker cree que el peronismo “está haciendo una campaña centrada en lo económico en una etapa de relativa calma, y eso lo complica. Esta corriendo detrás de una agenda que le marca otro. Con voces hetorogéneas y una agenda que no logra imponer, le cuesta en un contexto como el actual, donde no solo define lo económico sino también lo emocional”.
Para Rosendo Fraga, la mayor debilidad de la “la campaña del Frente de Todos es la existencia de varios equipos, que hasta ahora no logran coordinarse”. A su vez, “Juntos por el Cambio tiene la ventaja de tener un solo equipo de campaña, pero enfrenta el problema de la falta de flexibilidad para atender situaciones regionales, sectoriales y hasta personales, que requieren tratamientos particulares”, explica a el director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.
“Juntos por el Cambio juega todo a antagonizar con Cristina, a profundizar la polarización. El primer problema que tiene es que Cristina se corre e interviene poco”, sugiere a el analista Roberto Bacman, director del Centro de Estudios de Opinión Pública.
Para Bacman, la campaña del oficialismo se completa “con la necesidad de correr la economía del debate, decir que era necesario sentar los cimientos para poder crecer, algo que es difícil de explicar a la gente porque choca con el ‘efecto heladera’, que es que la gente sabe que cada vez le cuesta más comprar lo que necesita para vivir”,
“Alberto Fernández se corrió bastante de la confrontación que propuso el gobierno”, asegura Bacman, para quien “ahora empieza otra campaña, que es donde el Frente de Todos tiene que empezar a explicar cuál es su programa, qué va a hacer con la economía, qué va a hacer si gana la elección; lo cual va a tener un efecto, en uno u otro sentido, sobre la gran polarización que hoy vemos”.
“El gran dato de la campaña -agrega el especialista- es la hiper-polarización entre el oficialismo y el peronismo. El riesgo de esta polarización para el gobierno es que corre de atrás, que acerca a Alberto Fernández al 45 %, y a partir de esa cifra ya no importa la diferencia porcentual”.
“Hoy, un poco más del 70% (de los votantes) se reparte entre Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. Si este porcentaje sigue subiendo, eso acerca al peronismo, que es el que va adelante, a ganar en primera vuelta; pero falta mucho todavía y tres semanas es un montón en un escenario como este”, advierte Bacman.
Un escenario de paridad
Un consultor cuenta a este portal de noticias que el “achicamiento constante de la diferencia” entre el Frente de Todos y el oficialismo, que hoy estaría en torno a los cinco puntos, es parte de la campaña pero que no es menos cierto que se verifica tanto en los relevamientos cuantitativos como cualitativos.
Un gobierno que creó cinco millones de nuevos pobres debería perder la elección, agrega el experto, pero no todo pasa por la macroeconomía a la hora de votar. Y explica que “lo emocional, los sentimientos, la autopercepción, que no siempre coincide con el lugar que efectivamente el elector ocupa en la escala social, son determinantes”.
Algo de eso se está dando ahora, sostiene el experto. A la gente le importa cómo llega al final del día. Y analiza: la estabilidad del dólar y el control de la suba de precios, sumado a los componentes emocionales y de autopercepción, dan un escenario mucho mejor para el gobierno que el que había unas semanas atrás”.
Si esto se va a mantener o no, depende de lo que suceda con esas variables. Y también con la manera en que la oposición pueda intervenir sobre ese escenario. El Frente de Todos tiene una campaña que hasta ahora no le permite capturar lo que le falta. Es decir, los tres o cuatro puntos que lo llevarían a ganar en primera vuelta.
“Hay una leve ventaja para Fernández-Fernández. Tres semanas hasta las PASO es mucho tiempo y muchas cosas pueden cambiar hasta entonces. Cualquiera puede ganar”, destaca Rosendo Fraga.
Para Bacman, “la paridad se puede romper en la provincia de Buenos Aires, donde vota el 37 % del padrón electoral”. Explica que “acá entra a tallar lo que pase con el supuesto corte de boleta, que yo creo que no se va a dar. Si esto es así, veo dos posibilidades: una es que Vidal levante a Macri y le permita acortar todavía más la distancia, y la otra es que Macri hunda a Vidal y la brecha (a favor del Frente de Todos) se agrande”.
La opinión de Vilker en este punto es que la balanza también se va a inclinar de acuerdo a la capacidad que tengan los candidatos en mostrar una perspectiva de futuro. “Ninguno de los dos termina de ofrecer algo sobre esto. Hay un segmento decisivo del electorado que está pidiendo saber el cómo, o sea cómo se sale de la crisis; quiere propuestas para poder vislumbrar su futuro”, explica la analista.
Campaña sucia
Fraga interpreta que “se trabaja más para convencer a los votantes que hay que evitar que gane el otro antes de explicar las virtudes propias. Es probable que la campaña se haga más dura a medida que se acerque el 11 de agosto. Hasta ahora el oficialismo apuesta a la confrontación y la principal fuerza opositora más a la moderación. Pero esto puede cambiar en cualquier momento”, analiza.
Para Bacman, “hay campaña sucia pero por ahora con el tenor que tuvo siempre, con las redes sociales dentro de lo que ya conocemos. De acá a las PASO no veo grandes conflictos, no veo que pueda tener el nivel de 2015 con las denuncias contra Aníbal Fernández y las operaciones mediáticas de ese momento. No se ve un tema que pueda desatar algo así. Ahora: después del 11 de agosto, no lo sé, porque después de esa fecha empieza otra elección”.
El analista duda de que la campaña sucia sea permanente, ya que “puede ser un boomerang para el gobierno, puede volvérsele en contra, porque temas como la corrupción, la justicia y la obra pública también pueden afectar al oficialismo. Por ejemplo, la ofensiva para desplazar a Ramos Padilla puede jugarle en contra a Juntos por el Cambio, por lo que implica el caso D’Alessio”.
Según Vilker, lo que viene es más de lo que ya hay, es decir “una campaña muy dura, con una gestualidad más agresiva, donde el oficialismo apostó a licuar su posición light y se volvió mucho más agresivo”.
Narrativas para el día después
Las primarias del 11 de agosto van a definir si la paridad que hoy muestran las encuestas comienza a dirimirse en favor de uno u otro candidato, o si la incertidumbre se va a mantener hasta la primera vuelta, el 27 de octubre próximo.
“La PASO van a definir cómo queda el tablero, cuál es la diferencia que se sacaron para tratar de llegar lo mejor ubicados posible a octubre. La dinámica de los tres tercios se quebró cuando las fuerzas mayoritarias absorbieron a Alternativa Federal, porque creció la lógica de polarización, que hoy suma alrededor del 75 % de la intención de voto”, explica Vilker.
Bacman considera que “en un escenario polarizado como el actual las PASO van a funcionar como una primera vuelta, con las fuerzas mayoritarias absorbiendo votos de las más pequeñas, y la primera vuelta como un cuasi balotaje, sobretodo si se da la hiper-polarización que se insinúa”.
En una elección reñida, con pronósticos múltiples y cruzados y con una porción del electorado que puede ser definitorio para consagrar un ganador, la lectura de lo que suceda el 11 de agosto parece ser tan importante como el resultado en sí mismo.
“El desafío para el 11 de agosto no solo tiene que ver con el resultado sino con cómo se cuente ese resultado. Un 42% contra 38%, por ejemplo, puede tener dos narrativas muy distintas. Va a depender de quién imponga su lectura. No alcanza con los resultados sino cómo se lean”, asegura Vilker.
Así, la analista cree que el próximo paso de las campañas de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos será “tener la estrategia narrativa en función de cómo se cuenta el día después”, ya que “va a ser central esa definición para esos 15 o 20 puntos que va a haber en disputa y van a definir la elección”.
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