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Autoconvencimiento. Optimismo. Proselitismo. O todo eso junto. El presidente Mauricio Macri ya está diseñando su segundo gobierno, aunque las encuestas ni la marcha de la economía le aseguren que vaya a lograr la reelección en los comicios de octubre próximo.
El primer mandatario le pidió a algunos de sus hombres de confianza, entre ellos al ex ministro de Producción y titular de la Fundación Pensar, Francisco Cabrera, y al hoy asesor externo Mario Quintana, que empiecen a elaborar el programa de su segundo gobierno. También, que bosquejen quienes serían los ejecutores.
En este armado para “los primeros cien días” de un segundo mandato vuelven a aparecer las viejas obsesiones del macrismo: la participación de los CEOs en el control de la cosa pública, el funcionamiento de ministerios y secretarias con lógica de gerencias y la constitución de un “ala política” que le dé espesor y sustentabilidad a las decisiones que tomen “los técnicos”.
“Este ha sido un gobierno destructivo en términos sociales, económicos y políticos pero también en el plano de las ideas, porque ha atacado valores como la solidaridad para afianzar un individualismo exacerbado, la discriminación y distintas formas del odio. Un nuevo gobierno de Macri lo que haría sería profundizar todo esto”, le dijo a Guillermo Chaves, politógolo, docente universitario y miembro de Agenda Argentina.
Desde la Casa Rosada, en cambio, insisten en que se están sentado las bases para un nuevo país y que las reformas que se iniciaron con la llegada de Macri al gobierno serán permanente. Y estructurales.
El camino es por acá
El programa económico de un segundo gobierno macrista buscará profundizar lo hecho desde 2015, fundamentalmente en el tramo final del mandato, que se inició con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En su visita a Nueva York de fines de junio pasado el ministro de Finanzas, Nicolás Dujovne, dio una señal inequívoca de lo que puede suceder después del 10 de diciembre. En una reunión cerrada con inversores de Goldman Sachs dijo que, en caso de imponerse en las urnas, el gobierno buscará que el Congreso apruebe la reforma laboral.
Si bien la filtración de los dichos de Dujovne fueron calificados como “inoportunos”, no dejan de ser una señal. Es que para el gobierno, “bajar el costo laboral” es imprescindible para atraer inversiones y hacer crecer a la economía.
En el ideario oficial, el hecho de que la Argentina disponga de mano de obra más barata y una legislación menos “pro obrera” es imprescindible para que haya inversiones que “derramen” sus beneficios sobre el conjunto de la sociedad.
En la misma línea debe anotarse el publicitado acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), a través del cual nuestro país acentuaría su rol de proveedor de materias primas con nulo o bajo valor agregado.
Desde el gobierno reconocen que hay sectores (productivos, pero también sociales y sindicales) que deberán “reconvertirse” si el nuevo paradigma es convalidado en las urnas. Para el oficialismo, generar un modelo de desarrollo basado en las premisas del neoliberalismo será doloroso pero traerá nuevas posibilidades que compensarán las pérdidas.
Modelos
“El 17 % del PBI (Producto Bruto Interno) lo produce la actividad industrial en el país y el 70 % de esta le pertenece a las pymes. Esto estructura la sociedad de una manera muy diferente a aquellas cuyo entramado está caracterizado por modelos primarios y extractivistas, como puede ser el caso de Perú, Chile y Colombia”, advierte Chaves.
Guillermo Justo Chaves integra el espacio Agenda Argentina y también el Grupo Callao, que trabaja desde hace meses con Alberto Fernández. |
Según el especialista “aplicar este tipo de modelo en la Argentina es ir contra una estructura y una subjetividad que se viene conformando desde hace 70 años. Atacar, por ejemplo, la idea de movilidad social, que está presente por generaciones en nuestro país, es parte de las dificultades que tiene este modelo neoliberal, que a cambio propone el paradigma de la meritocracia, donde cada uno tiene que aprovechar al máximo sus características individuales para poder progresar”.
“Un segundo gobierno de Macri también nos va a plantear muy fuerte la centralidad del endeudamiento y sus consecuencias, tanto a nivel municipal como provincial y nacional, sumado a que la dinámica de los acuerdos con el FMI plantean importantes condicionalidades, como las reformas laboral y del sistema previsional”, aseguró a Silvia Almazán, miembro del centro de estudios de la CTA (Central de Trabajadores de Argentina).
Desde esta perspectiva “esto se completa con acuerdos como el promocionado estos días entre el Mercosur y la Unión Europea, que básicamente plantean un fuerte proceso de desindustrialización y un crecimiento de las importaciones, apostando a un modelo productivo que sitúa al país como proveedor de materias primas, en una reedición del modelo agroexportador”.
En tanto para Chaves las propuestas que esboza el macrismo para un segundo mandato “nos llevarían a una crisis más grave, por la reprimarización de la economía y el aumento de la desigualdad, con una mayor concentración de la riqueza y una drástica reducción de la clase media”.
Cuestión de Estado
El Estado es quien va a llevar adelante la reconversión productiva y social que plantea el macrismo. Tal vez por eso voceros del gobierno reconocen que parte de la tarea que el presidente le pidió a Cabera y Quintana es sondear qué hombres de negocios estarían dispuestos a “dar el salto” a la administración pública.
“La idea del macrismo de volver a sumar empresarios a la función pública ya fracasó durante estos años y demostraría dogmatismo e insistir con someter lo político a lo técnico”, explica Chaves.
Para el analista que también integra el Grupo Callao, “un gobierno de CEOs está pensado desde el lucro y nos desde el Estado, que piensa en generar riquezas para el bienestar de la población. Esto solo se explica en la decisión de rediseñar la sociedad en términos de reprimarización de la economía, clase media con salarios bajos y un piso de protección social para los sectores más postergados, con un aumento en la brecha social entre ricos y pobres”.
“Qué tipo de Estado se concibe en el actual modelo de desarrollo”, se pregunta Almazán. Y responde: “Si más de la mitad de los chicos están hoy por debajo de la linea de pobreza es porque el Estado no puede garantizar el derecho a la alimentación, un derecho elemental que está asociado a otros derechos, como a la salud y a la educación”.
Silvia Almazán es militante de Suteba e integra el grupo de estudios de la CTA. |
A su vez, Chaves advierte que “si el modelo para el segundo mandato de Macri es Chile, Perú o Colombia, como suele citar el propio presidente, hay que tener en cuenta que estamos hablando de modelos de desarrollo e idoscincracias diferentes a la Argentina”.
“Chile está entre los países más desiguales del mundo. La pregunta –sugiere el politólogo- es qué tipo de sociedad queremos constuir. Una en la que crezca el PBI no quiere decir que genere menos desigualdad. Incluso puede ocurrir todo lo contrario. Por eso creo que lo que hay que debatir es qué modelo de desarrollo queremos”.
Al mundo
Buena parte de la legitimación de las políticas proyectadas para un segundo gobierno de Macri es la invocación a “formar parte del mundo”. La pregunta es entonces de qué mundo se trata. Y aquí, aún circunscribiendo el mundo a Occidente, y este a Estados Unidos y Europa, el panorama está lejos de poder simplificarse.
El ejemplo más patente es Donald Trump, quien desarrolla una política económica con tintes proteccionistas y nacionales que no responde al ideario neoliberal, basado en la apertura indiscriminada de la economía y en un librecomercio donde siempre ganan los más fuertes.
“El neoliberalismo fracasó en el terreno económico, ya que ningun país fue más justo dentro de este modelo de desarrollo, pero triunfó en lo cultural, porque del individualismo exacerbado penetró en las conciencias y en el sentido común”, explica Chaves.
Y destaca que “aquí es donde el gobierno de Macri tiene una ventaja. Hay sociedades que van contra sus intereses y el gobierno lo sabe y trabaja sobre esto”.
Para el analista, “Argentina es un país de desarrollo medio, diferente de países extractivistas y primarizados. Un segundo gobierno de Macri encontraría una resistencia muy fuerte, colocándonos al borde de la implosión social, lo que hace prever un escenario de mayor resistencia y una situación social muy conflictiva”.
En el mismo sentido Almazán advierte que “el tipo de inserción internacional que profundizaría la reelección de Macri se da en una lógica del siglo XIX. Nosotros tenemos productos primarios para ofrecer y a cambio nos ofrecen productos manufacturados. Esto es un modelo dependiente y nos atrasa en materia de desarrollo”.
“En caso de haber continuidad –agrega la integrante de la CTA- persistirá la interdependencia de las potencias en lugar de una interactuar con estas, como sucedía hasta hace no muchos años a través del Mercosur o la Unasur. Y esto no es otra cosa que debilitar la democracia”.
Proyectos y escenificaciones al margen, oficialismo y oposición coinciden en que las elecciones presidenciales de este año determinarán la Argentina de los próximos 20 años. Serán entonces las urnas quienes determinen en qué país viviremos los argentinos.
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