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En la Edad Media quemaron a miles de mujeres acusadas de brujas. Supimos no hace muchos años que en realidad no eran brujas, sino mujeres que conocían los secretos de la anticoncepción y atendían los partos. Los poderes de entonces habían determinado su exterminio, pues una peste había diezmado a Europa y era necesario repoblar la fuerza laboral. A aquellas víctimas alude el cantito que se escucha en todas las marchas feministas: “Somos las nietas de todas las brujas que no pudieron quemar”. Y aquí estamos, vivitas y coleando, militando una guerra de guerrillas cultural para lograr gozar de derechos humanos elementales, como por ejemplo planificar nuestra maternidad y elegir con quién y cómo parir.
Dentro de pocos días, se libra otra batalla en el Senado. Se debate en la Cámara alta el proyecto de ley “Ejercicio Profesional de las/os Licenciadas/os en Obstetricia” que se aprobó en Diputados en abril.Se trata de un proyecto que afecta a un gran colectivo de mujeres, no solo a las profesionales aludidas sino también a mujeres y cuerpos gestantes que las eligen (preferentemente las) para ser acompañadas en el proceso de la gestación y el nacimiento.
Como ocurrió hace un año con el proyecto de legalización del aborto, hay en estos días un fuerte lobby para no aprobarla, sobre todo entre los senadores abiertamente fundamentalistas junto a algunos representantes de obvias corporaciones, quienes otra vez, señalan con el dedo acusador a parteras que quieren regular su profesión y definir claramente ante la sociedad su rol.
En abril de 2019 el proyecto para regular la profesión se presentó por séptima vez, pero este año con mayor suerte, ya que se aprobó en la Cámara de Diputados. Este proyecto de ley con media sanción de Diputados establece que podrán asesorar e indicar, colocar y retirar métodos anticonceptivos, prescribir medicamentos de uso obstétrico, solicitar estudios de laboratorio y por imágenes, indicar las vacunas recomendadas según la edad y durante el embarazo, pesquisar las infecciones de transmisión sexual y el cáncer de cuello uterino para la derivación oportuna a los especialistas, atender los embarazos de bajo riesgo durante toda la gestación y promover la lactancia materna, entre otras incumbencias.
Iniciativas como estas son apoyadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y prestigiosas organizaciones e instituciones vinculadas a la temática. Evidencia empírica respaldada por investigaciones indican que “cuando las obstétricas son formadas bajo los estándares internacionales, que incluyen la provisión de servicios de planificación familiar, se pueden evitar un 80% de las muertes maternas y de recién nacidos. También hay investigaciones que demuestran que las mujeres desean un cuidado continuo, respetuoso e individual llevado adelante por una obstétrica profesional entrenada y calificada y que este cerca de sus lugares de residencia”. Más del 50% de los resultados a corto y largo plazo son mejorados por los cuidados provistos por obstétricas formadas, matriculadas y reguladas bajo los estándares de la Confederación Internacional de Matronas (ICM), trabajando en equipos interdisciplinarios y totalmente integradas al sistema de salud.
¿En que contribuyen las licenciadas en Obstetricia, y cómo reforzaría y mejoraría esta ley a la profesión?
Tener una ley nacional, además, reduciría las inequidades regionales para el acceso y la utilización de métodos modernos de planificación familiar existentes en nuestro país.
Es imprescindible que la comunidad conozca este proyecto para defender a profesionales de la medicina que necesitan desempeñarse en marcos de mayor seguridad y reconocimiento dentro del sistema de salud y de la sociedad toda.
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