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Pasó: después de 20 años el MPN recuperó la capital. Se podrá decir que alguna vez ‘se le tenía que dar’. Pero la política no es azar, o si este interviene lo hace de manera accesoria. Por el contrario, en el devenir político siempre hay un encadenamiento de hechos que desemboca en un resultado.
En primer lugar habrá que admitir que Marcelo Bermúdez, el candidato del Pro, paga las consecuencias del rotundo fracaso del gobierno nacional. Entre otras cosas porque la crisis se profundiza y con ella la indignación de la ciudadanía, y también porque ya se sabe que muchos indecisos eligen votar a ganador.
En segundo lugar Bermúdez, quien ha demostrado cierta solvencia en la gestión, tanto en su etapa de concejal como en la de funcionario, no apareció durante la campaña ejerciendo un carisma personal excesivo. Por el contrario su figura lució bastante apagada.
Habrá que decir a continuación, que su enfrentamiento de larga data con Quiroga no se saldó durante esta campaña. Por el contrario, el intendente actual no sólo no tiene empatía con su secretario de Coordinación sino que además ha perdido la empatía con el Pro, del que Bermúdez es el representante local más empinado.
No es posible pensar que el actual intendente, hombre de la política si los hay, haya olvidado la mala pasada que le hicieron el gobierno de Macri y sus más fervientes seguidores locales hace sólo unos meses, cuando lo llevaron a la derrota mandando a votar abiertamente por el candidato del MPN.
Se podrá decir, sí, que “Pechi” puso la cara e hizo acto de presencia, sobre todo en la última parte de la campaña, junto al candidato del Pro, pero pocos dudan que en realidad se trató de guardar las apariencias.
Es un hecho que Quiroga tiene voto propio en Neuquén, y el viento a favor o en contra del gobierno nacional puede ayudarlo o perjudicarlo pero no es decisivo para él en ninguna elección. En todo caso, los que faltaron esta vez fueron algunos, unos cuantos, votos de Quiroga.
Algunos dirán además que “Pechi”, como buen caudillo, es de los que piensan que ‘después de mí el diluvio’ y precisamente por eso, como esta vez el candidato no podía ser él, no puso el énfasis necesario. No se puede descartar que algo así haya ocurrido.
En el caso de Gaido, en cambio, contó con todo el apoyo de su principal sponsor, el gobernador Omar Gutiérrez, que hizo suya la candidatura de su ministro y lo apoyo a todas luces sin ninguna reserva.
Sin perjuicio de que un apoyo de tal magnitud es un arma de doble filo, porque alguno podrá pensar que el nuevo intendente carece de la suficiente autonomía, si Bermúdez no pareció exhibir ciertas dotes de seducción no se puede decir algo muy diferente de Gaido.
En todo caso habrá que anotar que el primero acumula una dilatada experiencia en temas de la ciudad, y que por ahora no se podría decir del segundo.
Lo que sí puede haber influido en la decisión del electorado local, es la etapa de relativa bonanza económica que pasó la provincia durante los últimos tres años, producto del boom de Vaca Muerta y los precios desbocados de los hidrocarburos (boom que por estos días se encuentra amenazado).
Esta relativa prosperidad provincial, que contrasta con la enorme crisis nacional provocada por Macri y sus cómplices, puede haber obrado como un aliciente para votar al candidato del MPN.
Como 20 años no es nada pero a veces es bastante, es probable que Gaido se haya beneficiado con los votos de la generación de jóvenes que no guarda en su memoria lo incompetentes que fueron la mayoría de los intendentes cuando el MPN gobernaba la ciudad.
Por lo demás, el candidato del MPN ganó porque la provincia puso todos los recursos que había que poner y más, y un festival nunca visto de colectoras acompañó al candidato cual ejército mercenario hasta la victoria.
A partir del 10 de diciembre se verá la segunda parte de la película de las colectoras, la de un gobierno que apelará frecuentemente a ‘incentivos’ para alcanzar la mayoría en el Concejo Deliberante.
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