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Panorama Político
08/09/2019

Contrapeso o reconquista

Contrapeso o reconquista | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El MPN sueña desde hace dos décadas con recuperar la capital. En ese período, muchos vecinos de la ciudad más importante de la provincia eligieron votar un contrapeso frente al gobierno provincial. Pero esta vez algunas condiciones objetivas han cambiado.

Héctor Mauriño

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Durante los últimos 20 años, las elecciones municipales de la capital han dejado un sabor amargo al Movimiento Popular Neuquino. En la principal ciudad de Neuquén, dueña de aproximadamente el 40 por ciento del padrón electoral, cuando llega el momento de votar los ciudadanos le dan la espalda.

Por esta historia de frustraciones del partido que gobierna la provincia desde hace más de medio siglo, desfilaron en calidad de víctimas Luis Manganaro, Federico Brollo, José Brillo (dos veces) y Pablo Bongiovani, en 1999, 2003, 2007, 2011 y 2015 respectivamente. Y del otro lado resultaron laureados Martín Farizano, que gobernó un solo período y la figura indiscutible de Horacio “Pechi” Quiroga, que alcanzó el número hasta ahora imbatible de cuatro gestiones en dos tandas de dos.

El año 1999 marcó no casualmente el comienzo de cierta decadencia política para el MPN, signada por una reducción de su espacio político en las ciudades y por la pérdida de proyección del partido como tal. Lo que dio origen entre otros fenómenos a la aparición de las famosas colectoras. El partido provincial por sí solo ya no podía -no puede hoy- ganar, pero sí sumar adherentes y dividir el campo adversario.

Es precisamente por el cuadro que acabamos de describir, que el MPN sueña desde hace dos décadas con “recuperar” la ciudad más importante, más poblada y desarrollada de la provincia, la mayor de la Patagonia y la capital indiscutida del gas y el petróleo argentinos.

Pero esta vez puede ser diferente. En las elecciones del próximo 22 Quiroga ya no puede ser candidato porque se lo prohíben la Carta Orgánica de la ciudad y la Constitución provincial, y concurren además otros factores como cierta bonanza económica provincial en medio de la catástrofe nacional y aunque más difícil de cuantificar, un desgaste del oficialismo municipal producto de su filiación política con el gobierno desastroso de Macri.

Por otra parte, el candidato del oficialismo municipal Marcelo Bermúdez y Quiroga no se han llevado demasiado bien y a pesar de los afiches que los muestran juntos y de los actos en los que se dejan ver unidos, pocos creen que hayan superado sus diferencias.

Claro que la duda que persiste es si la suma de estos factores será suficiente para torcer la tendencia del electorado local a votar ‘diferente’ de lo que vota a nivel provincial, como forma de poner un contrapeso al enorme poder del MPN. No por nada alguna vez Quiroga jugó con la idea de que si el partido provincial volviera a la ciudad “sería un retroceso”.

Esta dualidad de los votantes capitalinos, que hace que inclusive muchos simpatizantes del MPN voten en la ciudad por su principal competidor, se ha mostrado en cierta medida beneficiosa para los vecinos, que durante el período en el cual el partido provincial reinaba también en la ciudad debían soportar gestiones no del todo exitosas y ciertamente limitadas en sus posibilidades de acometer los cambios que la ciudad demandaba.

Dicho de otra manera, la ciudad capital es un trampolín enorme para quienes ambicionan gobernar la provincia y cuando los intendentes de Neuquén pertenecían al mismo partido que los gobernadores, por las dudas estos les cortaban las alas para impedir que les surgiera un competidor.

Es por todo esto -y tal vez más- que en las filas del MPN ha renacido la esperanza y la decisión de jugar fuerte y a fondo para reconquistar la ciudad.

Fuerte y a fondo es por caso el festival de colectoras que el oficialismo provincial ha logrado enhebrar en torno a la candidatura de Mariano Gaido. También, lo que parece ser una apuesta personal del gobernador Omar Gutiérrez por su triunfo. De otra forma no se entendería su presencia en los afiches de campaña y en buena parte de los actos proselitistas del candidato.

Justamente, esa proximidad un tanto sobreactuada entre el gobernador y el candidato parece ser no sólo el envión necesario para que un hombre relativamente nuevo en política llegue a buen puerto, sino el antídoto que el MPN ha encontrado al trauma  histórico de los celos entre el gobernador y el intendente del mismo signo. Trauma que sin duda está grabado como un condicionante en la memoria del electorado.

Que vaya a ser cierto o no, quién lo sabe, pero toda la campaña es una promesa de que se van a llevar bien.

29/07/2016

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