Si no por el bien de todos al menos para mal de ninguno, el MPN postergó una vez más la discusión interna sobre la derrota electoral de octubre pasado, sus responsabilidades y consecuencias, y el debate sobre la amenaza de fractura interna y la forma de remontarla en la mayor unidad posible.

Con ello mantuvo la apariencia de una unanimidad que no es tal y que apenas cubre la necesidad de evitar la diáspora, pero posterga una reflexión de fondo necesaria para remontar en forma duradera su crisis interna de cara a la amenaza siempre latente del frente externo.

La cumbre de Gutiérrez y Figueroa, con la Junta de Gobierno y la Convención formadas y ordenadas detrás de cada uno de ellos, apenas si alcanzó para acordar un pequeño envión al reclamo de mayor participación de las minorías.

El partido gobernante -larga pero acaso no eternamente gobernante- sólo pudo consagrar la ampliación de la participación femenina -algo tan indiscutible hoy día que raya en lo obvio- y dar vía libre a la “boleta electrónica”, ese dudoso engendro revestido de modernidad que al parecer en esa fuerza nadie discute.

La introducción del sistema proporcional D’Hondt para las listas de candidatos y órganos partidarios, la fecha de las internas para renovar autoridades y la necesaria autocrítica, deberán esperar. Tanto como el debate interno sobre la puja abierta entre el gobernador y el vice, sus consecuencias de cara al 2019 y las posibilidades de alcanzar un acuerdo.

El temor a romper la unidad formal habrá podido más que la audacia para explorar una salida de fondo, pero al menos sirvió para tranquilizarlas los ánimos, pero sólo por ahora. Podrán decir que no se fueron a las manos, pero tampoco resolvieron el problema.

“Pusimos primera. Pero no se mostraron las cartas. Hay una catarsis pendiente. Si Omar y Rolo se van a enfrentar o poner de acuerdo, no se sabe todavía. Probablemente eso es lo que viene ahora”, sintetizó un observador avezado cercano al gobernador.

Más cerca del vice, dijeron algo parecido. Que la “reunión fue buena” pero que “la discusión política pasó para adelante”. Por las dudas, dejaron sentado que “si alguno pensaba tirar a ‘Rolo’ por la ventana, se quedó con las ganas”. Y remataron con un diagnóstico que a esta altura no parece descabellado: “estamos en un punto equidistante entre la interna y la unidad, a la misma distancia de una y otra”.

Gendarmes

La decisión del gobierno nacional de acantonar 400 gendarmes de manera permanente en la provincia, no puede sino traer intranquilidad a todos los que observan con preocupación que esa fuerza se ha convertido en la mano armada de la inicua política económica que lleva adelante Macri.

El secretario de seguridad Eugenio Burzaco, un viejo conocido de la casa desde la época en que Sobisch pergeñó su PIS (Plan Integral de Seguridad) y la policía asesinó a Fuentealba, acaba de anunciar en Bariloche la decisión de trasladar a Plottier el destacamento móvil 4 de Gendarmería, actualmente estacionado en La Pampa.

Se afirma que se trata de“agilizar” los posibles desplazamientos en la Patagonia, en caso de presentarse conflictos que demanden la intervención de la fuerza nacional.

Pero no pocos observan que en realidad se trata de ejercer un mayor control en la zona de explotación hidrocarburífera de Vaca Muerta, donde florecen los conflictos entre las comunidades mapuches y las empresas petroleras.

En el lugar, también, donde están radicas las únicas inversiones que consiguió el gobierno nacional gracias a la gran rentabilidad que les asegura el accionista de Shell ‘Juanjo’ Aranguren a cargo de la cartera de Energía.

Desde el gobierno local aseguran que sólo se trata de descentralizar a la fuerza y que la decisión no responde a que Vaca Muerta sea una ‘zona caliente’ sino a una cuestión geográfica, por la ubicación de Neuquén en el territorio nacional.

Se mire por donde se mire, luego de la desaparición de Santiago Maldonado y la muerte de Rafael Nahuel, la decisión transmitida por el señor Burzaco no contribuirá a tranquilizar a nadie.