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Sin perder de vista que las PASO fueron sólo una etapa de cara a las verdaderas elecciones legislativas que se librarán el 22 de octubre próximo, el resultado del domingo pasado estaría indicando que en la pulseada entre ‘nacionalizar’ o ‘provincializar’ los comicios se impondrán los partidarios de la primera opción.
Así parece mostrarlo el hecho de que las dos fuerzas que optaron por plantear en su campaña que en las PASO estaban en juego cuestiones locales por encima de las nacionales, el MPN y el Frente Neuquino, no obtuvieron los mejores resultados.
A pesar de que el partido provincial se planteó como una alternativa ganadora, finalmente tuvo que contentarse con un segundo puesto detrás de Cambiemos, el ganador de las internas abiertas que jugó abiertamente a plantear el sentido de las elecciones en términos de renovar el crédito al gobierno de Mauricio Macri.
Algunos pilotos dicen que el despegue de un avión es “una catástrofe controlada” y algo parecido se podría decir del resultado obtenido por el MPN el domingo pasado. El partido provincial sabía perfectamente que las elecciones legislativas a mitad de mandato nunca se han presentado como un escenario favorable y en ese contexto jugó la carta de la “neuquinidad”.
La supuesta necesidad de contar con “embajadores” que defiendan “los intereses de Neuquén frente a la Nación” es un mito funcional a al partido provincial que frecuentemente le permite obtener buenos resultados.
Teniendo en cuenta que en diciembre culminarán su mandato dos diputados nacionales del MPN, la alternativa en estas elecciones difíciles no era mantener las dos bancas, como agitaron sus referentes en la campaña, sino evitar quedarse sin ninguna. En ese contexto, el resultado del domingo fue suficientemente bueno porque estaría indicando que en octubre el partido gobernante va a asegurarse al menos un diputado.
Además, la precandidata emepenista Alma “Chani” Sapag obtuvo una presea adicional, la de ser la más votada, algo nada desdeñable también y que en todo caso deja bastante a salvo la marca registrada de la familia fundadora.
Si lo del MPN fue salvar la ropa dignamente, lo del candidato del Frente Neuquino Ramón Rioseco se empieza a parecer a un naufragio. El diputado del Parlasur planteó las elecciones del domingo pasado en términos de una puja con el MPN en el marco de una carrera por la gobernación en 2019.
Esquivó definiciones rotundas respecto de algunas cuestiones nacionales y agitó encuestas que lo daban ganador por “20 puntos”, pero salió cuarto, muy cerca sí, pero por debajo del candidato de Unidad Ciudadana Darío Martínez, con quien competía por un espacio superpuesto con el suyo.
Si las tendencias del domingo se repiten o acentúan en octubre, Rioseco se quedará con las manos vacías y con sus expectativas para el 2019 averiadas.
El PJ y sus aliados de Unidad Ciudadana recibieron este resultado con satisfacción, pero quien más debe haber disfrutado del revés experimentado por el ex intendente de Cutral Co es el MPN, que lo tenía como el principal competidor en la puja por el futuro control de la provincia.
Cambiemos y Unidad Ciudadana, las dos fuerzas que eligieron ‘nacionalizar’ la campaña, confirmaron con su performance, cada una en su medida, que el debate de fondo de las PASO no era lo que ocurre en Neuquén sino lo que ocurre en la Argentina. Es decir, que hubo una porción importante de la ciudadanía que eligió votar por el candidato de Macri y otro que eligió lo opuesto: hacerlo por el candidato de Cristina.
En el caso de Cambiemos, este criterio se impuso por encima del fuerte desconocimiento del electorado sobre la figura del precandidato David Schlereth, un hombre que viene del mundo evangélico y aterrizó hace poco en la política pero no esconde sus ambiciones.
Schelerth colectó casi 70.000 votos. Se los debe fundamentalmente a Mauricio Macri, pero también a Horacio Quiroga que si bien hizo la plancha durante la campaña, sin mover un dedo le aportó el piso de 20 puntos o más que atesora en la capital.
Con todo, el candidato oficialista de Cambiemos no las tiene todas consigo, su contrincante Alejandro Vidal, del pan radicalismo dizque ‘progre’ pero macrista al fin, se alzó con 20.000 sufragios. Ahora lo que todos se preguntan, dentro y fuera de Cambiemos, es cuántos de esos votos irán efectivamente a Schlereth en octubre.
El caso del precandidato de Unidad Ciudadana Darío Martínez, confirma el aserto de que hubo ciudadanos que eligieron votar por los dirigentes consecuentes con la ex presidenta. Pero también, hay que decirlo, Martínez ganó por Martínez. Es decir, que una parte consistente del electorado consideró que el diputado nacional del Frente para la Victoria mostró entereza en la defensa de las valiosas reformas que introdujo el kirchnerismo en más de una década.
Además, no le tembló el pulso para denunciar penalmente a Macri por sus empresas offshore, esas con las que evadió impuestos y lavó dinero sucio. El presidente es corrupto y Martínez contribuyó a ponerlo en evidencia, al menos para aquellos que no están hipnotizados por la prensa canalla.
Ahora, lo que está en juego de cara a octubre es si Martínez logrará conservar su tendencia ascendente y se afirmará como uno de los tres que lograrán obtener una banca, o si Rioseco cambiará la estrategia de campaña y recuperará espacio perdido.
Sobre esto, lo menos que puede apreciarse es que si Rioseco y Martínez hubieran ido juntos a las PASO, el resultado habría sido otro. En definitiva competían en buena medida por el mismo electorado y si bien en política no siempre uno más uno es dos, basta ver lo que ocurrió en Río Negro, donde el FpV llevó una sola candidata y obtuvo el 40% de los votos, para imaginarse cuánto mejor le podría haber ido a ese espacio de mantenerse unido.
El MPN y el macrismo deben haber celebrado con razón los resultados de este desencuentro. Y contra lo que pueda argumentarse en tren de echarle la culpa a uno u otro, en medidas difíciles de cuantificar individualmente los responsables son los dos: Ramón Rioseco y Darío Martínez.
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