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06/08/2017

Peronismo y pejotismo

Peronismo y pejotismo | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Cristina puso en crisis las expectativas de muchos y produjo seguramente alivio entre otros cuantos al elegir crear una fuerza no partidaria, peronista consecuente pero no pejotista.

Héctor Mauriño

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Los intentos de Néstor y Cristina Kirchner por salirse del molde del “pejotismo”, como le gustaba decir al primero, no son para nada nuevos. En 2003, cuando al neoliberalismo se le había ‘caído la estantería’ y la crisis de credibilidad de las fuerzas políticas era más profunda que nunca, Kirchner hablaba del mentado y nunca concretado “partido transversal”. Era consciente de que algunas estructuras del pejota estaban exangües después de pasar por esa experiencia frankensteiniana que fue el menemismo.

Y no sólo eso, después del mentado “pacto militar-sindical”, que nunca se sabrá si fue del todo cierto o sólo verosímil, tratándose de un partido cuya derecha, víctima y victimaria durante la dictadura, tuvo lazos concretos con el aparato militar.

Para no hablar de las experiencias del “peronismo sin Perón”, del vandorismo o del colaboracionismo en general, que precedieron a la Triple A y a la dictadura cívico-¿político?-militar.

No es casual que tanto en el gobierno de Kirchner como en el de Cristina se haya evitado fatigar con la simbología partidaria, siempre cara al pueblo sí, pero desgastada hasta el cansancio por el uso y abuso de las burocracias política y sindical del partido.

Si aquel sueño del transversalismo no se concretó, no fue responsabilidad exclusiva de Kirchner, fue la mezquindad del resto de las fuerzas dizque ‘progresistas’ la que contribuyó a hacerlo imposible.

Socialistas antipopulares, panradicales de derecha disfrazados de ‘progres’ (para no hablar de los de recontraderecha como los actuales socios de Macri). Luchadores consecuentes de los ’90 que sintieron que les robaban el libreto y no supieron o no pudieron estar a la altura de las circunstancias; piqueteros de izquierda con olor a humo de neumático y años de lucha pero gorilas hasta la médula. Todos ellos se ‘borraron’.

Eso no pudo evitar que el kirchnerismo colectara lo mejor del peronismo, lo más consecuente, lo más nacional y lo de mayor compromiso social tratándose de un partido que, por momentos, parece una cáscara vacía llena de fantasmas que transan con la derecha  conservadora y el establishment. Como han hecho durante este último año y medio algunos diputados del Frente para la Victoria con este gobierno de cleptómanos con aspiraciones de administración colonial.

Ahora, de nuevo, Cristina puso en crisis las expectativas de muchos y produjo seguramente alivio entre otros al elegir crear una fuerza no partidaria, peronista consecuente, si, pero no pejotista. Una fuerza que, demás está decirlo, toma lo mejor del peronismo y suma a amplios sectores sociales no peronistas pero tampoco gorilas, y numerosos independientes hartos de esa máquina de mentir que son el gobierno y los medios que lo custodian.

La derecha del partido, claro, la mira con una mezcla de satisfacción y rencor. ‘Por ahora sólo es candidata, pero no vaya a ser que vuelva y tengamos que fumárnosla de nuevo’, seguramente piensan con los dientes apretados.

El futuro del pejotismo es un enigma y nadie en su sano juicio debería apresurarse a enterrarlo. Después de todo el pragmatismo que inunda a algunos de sus cuadros lo hace tan bueno para un barrido como para un fregado.

Pero una cosa es cierta, es el peronismo el que forma parte indisoluble de la identidad popular, y el futuro de las luchas sociales en el país seguramente lo encontrará junto a las fuerzas políticas y sociales consecuentes con la defensa de sus intereses.

29/07/2016

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