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Panorama Político
23/07/2017

El MPN en tiempos de Macri

El MPN en tiempos de Macri | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Cuando a un partido que se define como popular le toca estar frente a un gobierno antipopular, que destruye la industria y crea desocupación, se hace inevitable cierta contradicción con un “modelo” al que en general se percibe con simpatía.

Héctor Mauriño

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El sino del Movimiento Popular Neuquino es llevarse bien con todos los gobiernos nacionales sean del signo que fueren y el vínculo que hoy tiene su gobierno con el de Cambiemos no es la excepción.

Las sucesivas administraciones provinciales han tratado de convencer a todo el mundo de que ese destino no es ideológico y ni siquiera político, sino simplemente práctico. Es el “federalismo”, dicen.

Con todo, en tiempo de elecciones, cuando es preciso diferenciarse para conservar lo propio, o cuando las políticas que emanan del gobierno central afectan el equilibrio social del país -al fin y al cabo Neuquén es la Argentina- los líderes del partido provincial se ponen en guardia, porque esa situación puede poner en riesgo su propio predicamento político.

En lo que se refiere a lo electoral, lo que sucede aquí no es muy diferente de lo que ocurre en otras provincias, como por ejemplo Río Negro o Córdoba, cuyos gobernadores hasta hace muy poco estaban en perfectas migas con el gobierno nacional y de la noche a la mañana han tornado a volverse críticos. Se entiende: defienden lo “suyo” o “hacen federalismo”.

Cuando a esta situación se suma algo más conceptual como es el caso del MPN, que se define como un partido popular y le toca estar frente a un gobierno antipopular, que no trepida en destruir la industria y crear un ejército de desocupados, se hace inevitable cierta pérdida del compás en relación con un ‘modelo’ nacional que en general se percibe con simpatía.

No es casual que en una entrevista que se publica hoy en este portal el gobernador Omar Gutiérrez, confrontado como está al doble desafío de superar a sus competidores en las elecciones y empezar a enfrentar la crisis social que provoca Macri, se vea obligado a apelar a conceptos tales como el “ADN neuquino”.

O salga a advertir que Neuquén “no es ni isla ni colonia”, porque su partido ha “construido con convicciones irrenunciables un marco de libertad, autonomía e independencia” para la provincia.

Se entiende que por otro lado el gobierno local mire con cierta simpatía al nacional, porque si bien el proyecto económico del Macri apunta a beneficiar a las minorías privilegiadas y perjudicar a las grandes mayorías, concentra su expectativa de crecimiento en sólo tres áreas de la actividad económica -el campo, la minería y la energía-, una de las cuales involucra especialmente a Neuquén.

Esto es así en primer lugar por la enorme potencialidad de Vaca Muerta en materia gasífera –rubro al que apunta el gobierno central por la baja del precio del crudo-, en segundo por la enorme rentabilidad que esta nueva política les ha conferido a las empresas y en tercer lugar porque los trabajadores del sector han sido los primeros en sufrir las consecuencias de la flexibilización laboral.

Por eso, mientras el gobierno de Gutiérrez se solaza con las cifras que dan cuenta de que más del 50% de la inversión extranjera (casi la única genuina) ha sido captada por el gas Neuquino, comienza a observar con preocupación las primeras luces rojas en el tablero social.

Por hora, ha salido a poner parches en conflictos como el de Textil Neuquén, la minera Andacollo o la maderera MAM que han dejado una cantidad de desocupados. Pero ha comenzado a sospechar que de continuar esta política económica de consecuencias funestas para el grueso de los asalariados y de los más vulnerables desde el punto de vista social, un ejército de desheredados termine por golpearle la puerta. No sería, por otra parte, la primera vez que eso ocurre por estos lares.

Es que, por donde se mire, la perspectiva no es alentadora. A la reforma laboral que se apresta a lanzar Macri después de las elecciones de octubre, se suma la posibilidad cierta de que le exija a las provincias la eliminación del impuesto a los Ingresos Brutos (reforma fiscal), el despido de trabajadores del Estado para “bajar el gasto público” y el traspaso de las cajas jubilatorias que aún quedan en manos algunas jurisdicciones.

Por eso, precisamente porque los dirigentes del MPN no ignoran que esas políticas son una promesa cierta de conflictividad social, es que Gutiérrez sale a curarse en salud con afirmaciones tales como “si alguien me viene a decir que para bajar el gasto hay que echar empleados públicos, la respuesta es no”. O “si tengo que cerrar las ventanas de una empresa pública la respuesta es no”.

No obstante todo esto, el gobernador parece confiar en que la sangre no llegará al río y cifra sus expectativas en el crecimiento de la actividad económica impulsada por la producción de gas. “Nuestro desafío -dice- es que nos apalanquemos a partir del uso eficiente de la energía de Vaca Muerta para desarrollar los demás sectores de la economía”.

Pero, por las dudas, vuelve a advertir que en el proyecto emepenista el Estado “tiene que estar presente no sólo para articular el desarrollo del sector privado y público”, sino también “para prevenir y evitar fricciones sociales” y si estas se producen “articular el diálogo para encontrar soluciones”.

Por todo esto, también, el gobierno neuquino apunta a provincializar las elecciones y apela a los sentimientos de pertenencia que el MPN despierta en muchos neuquinos y a la fraternidad entre todos los comprovincianos, “los nativos y los que la eligieron para vivir”.

“Por eso le pido a la ciudadanía que reflexione porque necesitamos voz y voto en el Congreso para defender Neuquén para los neuquinos”, plantea con cierto dramatismo el gobernador. O más simple y directo aún: “este 13 de agosto vote Neuquén, votando al MPN”.

29/07/2016

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