Es cierto que frente a tanta locura, tanta violencia y tanta propuesta ignominiosa como plantean Javier Milei, su compinche Victoria Villarruel y el cómplice de ambos, Mauricio Macri, a veces faltan las palabras. Pero no es menos cierto que la democracia y el Estado de derecho están en riesgo y que nadie debería quedarse callado porque después, después será tarde, y una nueva ola de retroceso y dolor se abatirá sobre el pueblo argentino.

Cuando están en juego cuestiones como la riqueza del subsuelo, la coparticipación de impuestos, el rol fundamental de YPF para el crecimiento de la provincia, la educación y la salud públicas, la paz social, no se entiende que no haya un pronunciamiento contundente por parte del gobierno electo de la provincia.

Para no hablar de los insultos al papa, de las propuestas tan inmorales como insólitas como la venta de órganos o niños, pero sobre todo frente a semejante amenaza para la paz y convivencia entre argentinos, no se entiende el ominoso silencio de la jerarquía eclesiástica.

Frente a propuestas claramente desestabilizadoras de la paz social, que de materializarse significarían un enorme retroceso para la industria nacional, ante semejante amenaza contra sus propios intereses, no se entiende el silencio ¿cómplice? de la Unión Industrial Argentina.

Ya hemos explicado desde este espacio la contradicción que viven muchos antiperonistas ante la disyuntiva de hierro que se les presenta entre antiperonismo y democracia. Por fortuna muchos radicales y aún varios dirigentes de Pro se han pronunciado la semana que concluye en defensa de la democrática y en contra de Milei. Algunos también, a favor de Sergio Massa.

La cuenta regresiva de cara al próximo 19 se extingue dramáticamente. A juzgar por todas las encuestas conocidas esta semana, pocas veces la sociedad argentina ha estado partida en dos como ahora.

¿Será, el conjunto de los argentinos, capaz de sortear la difícil prueba que se le presenta, ante una propuesta destructiva e irracional como la de Milei-Macri; un planteo que en lo sustancial trata de reeditar los retrocesosy fracasos de la última dictadura, la década del 90 y los cuatro años de macrismo?

Por estas fechas, a solo una semana de la segunda vuelta que consagrará uno de los dos modelos en pugna, el democrático, popular, con respeto por las instituciones y las conquistas del pueblo argentino, y el irracional, violento y al servicio de los intereses concentrados, que todo lo subordina al mercado, muchas veces escasean las palabras.

Embrutecida por los medios de la derecha y por bombardeo permanente de falsedades de las redes antisociales, una porción importante de la población parece incapaz evaluar a priori las consecuencias de su voto y ha terminado por convencerse de que cualquier cosa es mejor de lo que le toca vivir.

Pero huelga decir que tal impresión es falsa. Que se puede estar peor, mucho peor. Que no todo da igual y que no son “todos iguales”.