La transición entre la administración neuquina actual y la electa el 16 de abril pasado discurre entre algodones. A pesar del antiguo encono entre Gutiérrez y Figueroa, que tuvo su máxima expresión en las ásperas internas de 2018, y pese a la traumática fractura que terminó con el largo invicto del MPN, el proceso de traspaso de un gobierno al otro se parece más a un club de amigos que a una disputa callejera.

A la pacífica entente entre el gobernador saliente y el entrante, se ha venido a sumar en los últimos días el intendente de Neuquén, Mariano Gaido, la única figura del MPN que ha salido indemne de la debacle electoral, pero al mismo tiempo la única competencia que se proyecta por ahora sobre el futuro del flamante gobernador electo. Sólo falta que un día de estos aparezca en la foto el ex gobernador Jorge Sapag para que la transición corra el riesgo de empalagar. Pero eso es un tanto más difícil.

No es que todo esto esté mal, por el contrario parece deseable y es un hecho que cosas así escasean en la política argentina, pero precisamente por eso desconcierta un poco.

La armoniosa transición comenzó apenas pasadas las elecciones del 16 de abril y más allá de los encuentros formales ha dado ya, entre gentilezas y protocolos, algunos frutos concretos.

Uno de ellos fue la designación de una nueva cabeza del Tribunal Superior, otro el uso del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (de vida efímera) para enjugar la deuda del ISSN y luego la elevación de un juez electoral más al paladar del nuevo Ejecutivo; pero también está el endeudamiento por 150 millones de dólares para blindar las finanzas provinciales ante la inestabilidad del año electoral, que venía de 100 y a último momento trepó 50 millones (!!).

Y ahora último, se viene a agregar el proyecto de ley para crear un fondo de estabilización de los poderes del Estado, por el cual la Legislatura pasaría a recibir menos recursos con el objetivo de que el Poder Judicial reciba más (¿qué dirá Gloria Ruiz?).

No está claro si esta última iniciativa fue consultada con Figueroa, pero sonaría raro que con tan buenas relaciones como han tenido hasta ahora, los “salientes”, hicieran semejante jugada sin consultar al “entrante”.

Por lo pronto, el proyecto, deja en manos del Ejecutivo la discrecionalidad para otorgar o no recursos provenientes del nuevo fondo. Lo que haría más llamativo todavía que el principal beneficiario futuro no haya sido consultado.

Nadie ha dicho que en todas estas acciones hubo un pedido concreto del gobernador electo; es más, ni siquiera se dejó sentado que está de acuerdo, pero es un hecho que en esta especie de luna de miel nadie se corta por la propia y hay una voluntad expresa de asegurarle gobernabilidad al que llega.

Hasta ahora el padre de la criatura “saliente”, Jorge Sapag, sólo se ha cruzado públicamente una vez con el vencedor, fue en la entrega de diplomas a las autoridades electas y aunque la mayoría de la prensa (ingrata como suele ser con los que pierden) apenas si registró el hecho. Parece que se saludaron bien y, palabra más palabra menos, el ex gobernador le habría dicho al nuevo algo así como ‘tenés la gobernabilidad pero no el MPN, vos creaste un frente en contra y te tenés que manejar con él’.

Aunque cordial, la aclaración del líder azulpuede desentonar un poco con las gentilezas que se propinan entre “Omar” y “Rolando” -y con el apacible turismo por el imperio que comparten este último y “Mariano”-, pero todo indica que está lejos de haber ánimo beligerante. Entre otras cosas, acaso, porque, ya se sabe, en los naufragios cada uno trata de salvar lo puesto.

Mientras la transición discurre entre mieles, tanto los que se van como los que vienen hacen piruetas para evitar comprometerse de manera demasiado explícita con los candidatos presidenciales con posibilidades de ganar.Es el ADN emepenista, que le dicen.

Esto ocurre inclusive cuando se trata de medidas que benefician a amplias capas de la sociedad, como la eliminación de Ganancias o la devolución del IVA para la compra de alimentos, cuestiones que en el mejor de los casos sólo merecieron aprobaciones tibias.

Tampoco parecen arrancarles un pronunciamiento promesas incendiarias como eliminar la coparticipación federal, que nutre en gran medida las arcas provinciales.

La excepción será la inauguración del gasoducto Vaca Muerta Norte, previsto para finales de este mes con la presencia de Massa, pero será, claro, una actividad institucional y no de campaña.

Es probable que ante la amenaza mileísta, los referentes neuquinos se sientan más cerca de Massa, con quien por otra parte tienen mayores coincidencias en política energética. Pero de cualquier manera se cuidarán de expresarlo y si por imperio de las circunstancias los juntara alguna foto, siempre podrán alegar que se trata de un acto oficial.

Es una pena, en todo caso, que la dirigencia más representativa de Neuquén, que no sólo se parece sino que además se lleva bien, se desentienda de cuestiones tan trascendentes para el futuro del país como la educación y la salud públicas, los ingresos de las provincias, el reclamo soberano por Malvinas o la existencia o no de la moneda nacional.