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Desde el apacible segundo plano en el que se refugió desde que dejó la gobernación, Jorge Sapag solo regresa al escenario cuando hace falta poner orden en el gallinero o algún zorro anda rondando el alambrado. Esta semana, lo hizo para defender la reforma de la carta orgánica del MPN que le pone un cerrojo a las candidaturas díscolas e indeseadas. Le estaba hablando a Rolando Figueroa, claro está, pero también por ejemplo a Jorge Sobisch o a cualquiera que se atreva a desafiar el statu quo que lo tiene como principal protagonista.
El líder del oficialismo “azul” defendió los cambios que impiden a independientes o afiliados con menos de tres años de antigüedad postularse para los principales cargos provinciales y municipales, y les cierra el paso a quienes hayan participado en elecciones como precandidatos o candidatos en otros partidos o alianzas, salvo que medie una autorización de la Convención del MPN, para cuya presidencia, vaya casualidad, se postula Sapag. Lo que se dice un paquete bien atado.
“Están buscando excusas para pegar un portazo”, dijo Sapag en respuesta a las críticas que despertó el cerrojo partidario entre los que apoyan la candidatura de Figueroa. “Muchos coquetean con otros partidos políticos”, agregó y de paso lo chicaneó al actual diputado nacional al señalar que antes del acto de El Chocón en el que los “azules” proclamaron la precandidatura de Marcos Koopmann, hablaban “constructivamente” pero ahora “pasamos a ser malos”.
Los dichos de Sapag parecen confirmar que hasta último momento Figueroa no perdía la esperanza de ser el candidato de la unidad. El ex vice, se atribuye una alta intención de voto en las encuestas y, conocedor del férreo dominio que Sapag tiene sobre el partido, su principal esfuerzo habría sido convencerlo de que en lo personal cambió y ya no volvería a cuestionarlo públicamente (ni a él ni al gobernador), ni amagaría otra vez con ir por fuera del partido y jamás facilitaría la entrada en el paraíso emepenista de un Caballo de Troya opositor.
Pero Sapag no parece el tipo de hombre que tropieza dos veces con la misma piedra. Su estilo diplomático no le impide, empero, ser implacable cuando lo cree necesario. Para él, el partido y la provincia son un legado familiar al que se debe (aunque más no sea con comando a distancia) y que no expone con gente que ya le demostró que no es incondicional.
A Rolando le toca su cuota, porque sin duda es para prevenir nuevos desbordes de su parte que se modificó la carta orgánica. Pero también por si las moscas le podría tocar a Jorge Sobisch -devenido demócrata cristiano pero sin aflojar la ficha de afiliación al MPN-, no vaya a ser que invente alguna martingala peligrosa.
Por lo pronto, el tres veces ex gobernador dijo la semana que concluye que quiere representar el “ala progresista” del MPN (caramba, las palabras son de chicle) mientras intenta colarse por la ventana en Juntos Por el Cambio de la mano del agónico partidito de Miguel Pichetto. Dos náufragos aferrados a un madero en medio de la tempestad.
En el MPN no hay excomunión explícita (no vaya a ser que se fabrique una víctima) pero la memoria es implacable con los que sacan los pies del plato, por las dudas alguien no lo tenga presente ahí está el nuevo cerrojo de la carta orgánica de ayudamemoria.
Otro que habló por estos días del MPN y de Sobisch es el diputado nacional de Juntos por el Cambio, Pablo Cervi. Del ex gobernador dijo que su Democracia Cristiana está cerca de los ideales” de JxC. Pero por las dudas aclaró que “no tiene sentido juntar a todos solamente para voltear al MPN”.
También la diputada provincial Soledad Martínez, del Frente Grande habló del MPN, en sintonía con lo que viene diciendo Ramón Rioseco de sumar a sectores del radicalismo provincial para darle “más volumen” al Frente de Todos.
Coincidió en la necesidad de generar un gran acuerdo de la oposición para desplazar al MPN, “que para nosotros -dijo- tiene agotada su vida útil de cara a las demandas que tiene la población de la provincia”.
Lástima que lo que no tiene agotada es la billetera sino todo lo contrario.
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