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Un poco porque “compró” el diagnóstico fallido de Juntos por el Cambio, que ya se afilaba los colmillos pensando que a Alberto Fernández se lo llevaba puesto. Y otro poco porque creyó que le convenía inclinarse a la derecha en el marco de un escenario electoral escorado hacia ese lado, el MPN se apuró a firmar el acta de defunción del gobierno del Frente de Todos, pero se equivocó como sus inspiradores. No hubo golpe blando, no pudieron, el gobierno salió fortalecido de las elecciones.
¿Tendrá algún costo tal actitud? Difícilmente. Por lo pronto, en la Cámara de Diputados donde el oficialismo sigue siendo mayoría pero por estrecho margen y continúa sin quórum propio, el MPN aunque cuente sólo con un voto puede obrar como una fuerza bisagra que incline el fiel de la balanza a un lado u otro.
En el esquema híper-pragmático del partido que gobierna Neuquén desde siempre y que a lo largo de la historia no le ha hecho asco a ninguna administración nacional, sea radical, peronista o militar, la grieta no sólo no es tragedia sino que puede ser negocio.
El MPN se declara por encima y por afuera de la grieta, sólo parece interesarle de qué manera eso puede beneficiarlo en su doctrina del toma y daca con los gobiernos nacionales. Como suele ocurrir con los que dicen no estar “ni con la derecha ni con la izquierda” porque en realidad están con la derecha, el MPN rechaza la grieta -inventada por la derecha y los medios para condicionar a los gobiernos populares-, pero no renuncia a las ventajas que ésta le pueda proporcionar.
Con todo, no se puede dejar de ver que el MPN ganó y lo hizo en una elección de medio término que frecuentemente le son esquivas. Lo hizo y preservó la unidad entre el oficialismo “azul” y el díscolo Figueroa. De paso, tal circunstancia le valió una amplia participación. Como dijo una de las principales figuras del oficialismo emepenista “ganó Figueroa, pero cuánta gente menos hubiera participado si no hubiera existido esa interna”. Es cierto, la puja interna resultó un revés para el oficialismo sapagista pero elevó el precio del partido, aunque ahora viene el momento de pagar la factura: ¿Quién lo para a Rolando?
No por casualidad, el oficialismo “azul” salió la misma noche de los comicios a reflotar la figura de Marcos Koopmann. Pero no será fácil, el vice estuvo demasiado quieto estos dos años, acaso porque el partido ya vivió la experiencia amarga de un vice que se mueve demasiado, como Rolando, pero ahora el ex presidente del BPN arranca de muy abajo.
Claro que en el esquema de relevo generacional ideado por Sapag los candidatos si no existen se inventan con recursos y aparato. Si así no fuera tal vez Gutiérrez y el mismo Rolo nunca hubieran trepado a las primeras líneas del partido y del gobierno.
Pero atención, la doctrina puede fallar, la gente tiene expectativas, aspiraciones y sentimientos, y estos no siempre coinciden con la fría estrategia de quienes empiezan a sentirse infalibles hasta que ya no lo son más.
¿Y el Frente de Todos -el PJ-, no tendrá que revisar su receta para Neuquén? Entró con lo justo y si bien es cierto que al menos esta vez hubo campaña (¿para las PASO se esperaba ganar con el sello?), se limitó casi exclusivamente a refrescarle al electorado local las bondades del gobierno nacional.
¿No tiene el FdT una propuesta para la gente de Neuquén? ¿O el trauma del primo MPN ha hecho que el PJ neuquino renuncie a plantearse siquiera la posibilidad de expresar lo local? Traer funcionarios nacionales está bien para los que ya votan por el FdT, pero al momento de sumar agrega poco y nada.
¡Ah!, además, ya lo dijo el presidente, la próxima vez habrá que hacer internas. Pero internas en serio, que gane el más mejor. El dedo no aporta nada, no une, desalienta. Las internas no dividen, fortalecen. Basta de miedos que a duras penas encubren debilidades o comodidades de los dirigentes y yugulan la posibilidad de crecer.
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