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La grave crisis hídrica que afecta a la región ha vuelto a poner sobre el tapete el problema del uso del agua por parte de la industria hidrocarburífera, en particular por la explotación no convencional de Vaca Muerta que requiere de un uso intensivo del recurso más estratégico para la vida.
Debido a la fuerte sequía que se arrastra desde hace 13 años los niveles de los ríos que surcan la provincia se encuentran en los niveles más bajos de los últimos 15 años. Por ese motivo la semana que culmina, el gobierno provincial declaró la emergencia hídrica y otro tanto hizo la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas, que dio cuenta de que existe una merma de 4 mil millones de litros menos de agua que el año pasado.
En ese contexto, desde las autoridades se recomendó un uso muy medido para cubrir cabalmente las necesidades del consumo humano, la agricultura y la cría de ganado.
Inclusive se dejó sentado que para no poner en riesgo las prioridades antes enunciadas la producción de hidroelectricidad deberá adecuarse a los condicionamientos que imponga la AIC.
Así las cosas, desde distintos sectores surgieron expresiones de preocupación por el contraste que implica el racionamiento social con el uso de industrial del agua para la explotación no convencional de hidrocarburos, que como se sabe requiere de la fractura hidráulica para obtener el gas y el petróleo alojados en la roca madre de la formación Vaca Muerta.
Inclusive, comunidades mapuches asentadas en las cercanías del río Neuquén denunciaron que a las empresas petroleras se les asegura el agua para la actividad extractiva mientras ellas no pueden acceder al vital elemento para la cría de sus animales.
Bastó que esto ocurriera para que inmediatamente desde el gobierno se explicara que en realidad el uso de agua para la explotación no convencional es relativamente bajo, en comparación con la cantidad de agua que arrastran los ríos, aún en medio de la actual escasez.
En realidad, las explicaciones oficiales no terminan de tranquilizar a nadie, porque si bien es cierto que en proporción el agua que se utiliza para el fracking puede ser menor, no es menos cierto que utilizada para este propósito queda contaminada con residuos de hidrocarburos y químicos industriales
La información al respecto no es mucha, porque al igual que lo que ocurre con los sismos, que en la zona se han multiplicado desde que comenzó el fracking, el gobierno que debería ser totalmente ecuánime en materia de medio ambiente, ha demostrado que es parte en la explotación como lo son en mayor medida las empresas.
En 2013, cuando se firmó en contrato Chevron - YPF y comenzó la explotación no convencional en Loma Campana, se discutió por primera vez sobre las consecuencias del fracking para la naturaleza y particularmente sobre el uso y contaminación del agua en grandes cantidades.
Por ese entonces, se explicó que una enorme proporción del agua del río Neuquén iría a parar al mar y que en la explotación no convencional sólo se utilizaría una pequeña parte.
Como eso resultaba un tanto equívoco, porque si bien es cierto que la fractura hidráulica requiere una cantidad relativamente baja del agua del río, el problema principal está referido más a la contaminación que a su uso excesivo.
Fue así que se aprobó una ley para adecuar las normas de cuidado del medio ambiente a la tecnología que se iba a incorporar, se prohibió tomar agua del subsuelo para proteger las napas y se dejó sentada la obligatoriedad de purificar el agua de reflujo por parte de las empresas.
Pero, la letra de las leyes en sí misma no es algo muy tranquilizador ni en la Argentina ni en Neuquén, porque ya se sabe que hay normas de avanzada que apenas se cumplen. Testimonio de esto lo tuvo la provincia con el escándalo de la contaminación dejada por una “remediadora”, que abandonó en el Parque Industrial enormes piletones con hidrocarburos de descarte.
El propio fiscal de Delitos Ambientales advirtió entonces que el pasivo ambiental de Vaca Muerta se convertirá en "un problemón para las generaciones futuras", entre otras cosas porque la ley de Residuos Peligrosos no protege la naturaleza sino la salud pública y cuando hay contaminación queda de lado la preservación del medio ambiente.
Así las cosas, parece que antes el agua era mucha, sobraba, y la que resultara contaminada por el uso de la industria sería remediada. Ahora resulta que el agua es poca, y por todo lo que se sabe la remediación es insuficiente o carece de los controles adecuados.
La ex vicegobernadora Ana Pechen, miembro de la Academia Nacional de Bioquímica, recomendó en 2018 crear un centro especializado en temas de energía y medio ambiente, del que participen universidades y organismos científicos, como ocurre en Estados Unidos, para asesorar sobre la explotación de Vaca Muerta.
La energía es indispensable para el desarrollo, y afortunadamente el país cuenta con un gran reservorio en Vaca Muerta, pero la cuestión no es elegir entre desarrollo y medioambiente porque esa es una falsa opción. La alternativa tiene que ser desarrollo con protección del medioambiente y eso se logra solamente con un Estado que no sea juez y parte, y con el debido asesoramiento científico.
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