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Como es ya costumbre desde 1987, el MPN tendrá elecciones internas y esta vez la batalla principal se librará entre la candidata de la lista Azul letra “A”, María Eugenia Ferraresso y el aspirante de la lista “F” el ex vicegobernador Rolando Figueroa.
El resultado de la puja interna en el seno de la lista gobernante entre Jorge Sapag y los Gutiérrez se resolvió sin ruptura y, contrariamente a lo que se venía agitando, mediante una figura que por su edad, género y en algunos aspectos perfil ideológico implica para ese partido un paso adelante.
Sin perjuicio de que Jorge Lara reunía la experiencia necesaria y una fuerte llegada en el interior de la provincia, su postulación hubiera implicado mantener a la lista mayoritaria del partido dentro de concepciones políticas tradicionales, reacias a la agenda actual de ampliación de derechos, igualdad de géneros y diversidad.
En este plano el gobierno de Omar Gutiérrez y sus hermanos-asesores, fundamentalmente el titular del Copade Pablo Gutiérrez Colantuono, han traído nuevos aires al partido, incorporando aspectos que hasta hace poco eran vistos como un tanto ajenos, patrimonio de un progresismo con el que no se comulgaba del todo.
La candidata elegida, la ex concejal y actual secretaria legislativa María Eugenia Ferraresso, es arquitecta, feminista de “pañuelo verde” y una figura actual, que no desentona con cualquier otra de una fuerza progresista.
Seguramente para arribar a este resultado la lista Azul ha debido superar diferencias y reticencias de uno y otro lado, pero finalmente Sapag y Gutiérrez han sabido allanarse inteligentemente al imperativo de los tiempos.
A Ferraresso se atribuyen vínculos con Sapag así como a las integrantes del gabinete Sofía Sanucci, Vanina Merlo y Marisa Foccarazzo cuyos nombres se barajaron previamente, se atribuía el padrinazgo de Gutiérrez. Pero en todo caso la figura elegida parece satisfacer las expectativas de ambos.
El segundo de la lista, Osvaldo Llancafilo, ex concejal y actual titular de Gobiernos Locales, es otra figura de la generación joven -45 años promedio-, cuyos estrechos vínculos con los intendentes seguramente aportarán votos a la fórmula.
Cualquiera podría plantearse por qué no fue primero, pero precisamente en el hecho de que vaya segundo parece radicar la capacidad de quienes tomaron la decisión para adaptarse a los dictados de la realidad.
Desde 1987 el MPN celebra internas, a veces decisivas y sangrientas como las de Felipe Sapag – Jorge Sobisch o Jorge Sapag - Sobich, y a veces un poco para mantener viva una suerte de democracia interna, que podrá ser acotada y de ribetes clientelistas, pero se ha revelado un formidable instrumento de participación y garantía de unidad para el partido.
Esta vez el contendiente principal del oficialismo partidario será el ex vice Rolando Figueroa, quien apuesta a ganar o al menos a mantener su imagen en el candelero hasta una mejor ocasión.
El viejo Felipe decía que la primera condición que debe tener un candidato “es querer ser”, y la verdad es que si hay algo que tiene Rolando es ganas, vaya si las tiene. Su objetivo mayor es ser candidato a gobernador en 2023 y si ahora no se presentara, aunque más no sea para obtener un revés -los azules van a poner todo el peso del aparato del Estado detrás de su candidata-, correría el riesgo de perder presencia en el dinámico escenario político.
En el Frente de Todos, el acuerdo entre las dos corrientes principales llegó sobre la hora. Finalmente se impuso una fórmula encabezada por Tanya Bertoldi, una de las candidatas que impulsaba el presidente del partido, Darío Martínez. Otra mujer, también arquitecta y joven en la primera línea de batalla. Carlos Alberto “Beto” Vivero, quien contaba con el apoyo de Oscar Parrillli irá segundo y en tercer lugar Teresa Rioseco del Frente Neuquino.
Para el oficialismo nacional la unidad es un valor en sí mismo de cara a las elecciones de medio término. Y en Neuquén haber logrado acuerdo entre las corrientes principales no es un logro menor, le permite a esa fuerza acariciar la posibilidad, lejana pero no imposible, de doblar la apuesta. Juntos por el Cambio o como se llame, va dividido y todavía paga dos grandes costos: la derrota de 2019 por su pésimo gobierno, y la ausencia de un líder como supo ser Horacio Pechi” Quiroga.
El MPN, a su turno, corría el riesgo de quedar de jamón del sándwich entre los antagonismos peronismo - antiperonismo o kicrchnerismo - antikirchnerismo.
Con todo, es preciso señalar que las internas nada tienen de negativo. En no pocas oportunidades el PJ y sus aliados se han pasado por alto esta instancia que en definitiva, amplía la base de participación y fortalece la vida interna de cualquier fuerza política. Por el contrario, las decisiones de cúpulas, cuando las hubo, desalentaron la participación y se convirtieron en un obstáculo para el crecimiento.
Juntos por el Cambio, Juntos, Cambia Neuquén o como quiera que se termine llamando la derecha neuquina cómplice y protagonista de la devastación macrista, asiste a un fenómeno que se repite en el resto del país: el reposicionamiento del radicalismo en el marco de la alianza con el Pro luego de cuatro años de servilismo humillante. Fracasado el intento de algunos dirigentes del Pro de meter el pasado ajeno por la ventana (de la mano de Jorge Sobisch), la lista la termina encabezando el empresario radical Pablo Cervi.
La puja más ardua será entre estas tres fuerzas y sus listas, y acaso más especialmente entre dos de ellas. Quizá les toque a dos mujeres, las dos jóvenes, las dos arquitectas, ambas con experiencia de gestión, librar la batalla final en noviembre próximo.
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