Del “Cuidémonos entre todos”, al “Cuidate”, este parece ser el derrotero, no explícito pero no por ello menos real, de la lucha contra la pandemia de coronavirus en la provincia. 

De la invocación al sentido común y a la solidaridad de todos, a la salida individual: “Cuidáte, porque si no lo hacés nadie lo hará por vos”.

De qué otra manera podría interpretarse el escaso control -y menor acatamiento del público- a las medidas de cuidado que el propio gobierno lanzó hace 14 días y que ahora reitera aunque con nuevas y más amplias “habilitaciones”.

Todo en en el peor momento de la pandemia, con un cuadro de situación que destaca por su gravedad. La terapia intensiva de la capital sigue desbordada, con el 99 por ciento de las camas ocupadas y hasta se han registrado muertes de pacientes terminales en la guardia.

Ayer Neuquén sumaba, desde el inicio de la pandemia, 22.083 contagios confirmados, 398 muertos, 11.863 activos y 9.822 curados. El viernes fue uno de los días más duros, hubo 817 nuevos casos y 16 personas fallecieron.

El viernes fue también un día de desencuentros entre las autoridades provinciales y las de localidades cercanas a la capital. 

Mientras los intendentes de la Confluencia, que venían resistiendo junto a los comerciantes las últimas restricciones salieron a autorizar mayores aperturas, el gobierno de la provincia, desairado por los jefes comunales, y desgastado por la desobediencia civil de los que están hartos de la pandemia, salió en busca del apoyo nacional para recuperar la iniciativa.

Lo obtuvo de la mano del presidente, que extendió por 14 días más las medidas de aislamiento en las provincias que, como Neuquén, se encuentran en un pico de la pandemia.

Con ese argumento en la mano, el gobernador sentó a los intendentes y juntos acordaron una propuesta que, en lo sustancial no sólo no subsana las omisiones e incumplimientos de las dos semanas previas, sino que flexibiliza aún más las medidas de cuidado.

Es cierto que el comercio está golpeado y mucho, y también que nadie quiere correr el riesgo de ser desobedecido por una medida antipática, pero no es menos cierto que lo que está en juego es la vida de la gente.

En ese contexto, lo que viene ocurriendo parece justificar en cierta medida los dichos de la diputada del Frente de Todos Soledad Martínez, quien definió el escenario como “una crisis de autoridad sin precedentes” del gobernador.

Pero eso no exime de responsabilidad a los jefes comunales porque su función es ocuparse de todos y no solamente de los que chillan más. No es cuestión de bajar los brazos y ceder ante presiones sectoriales, o ante el evidente cansancio de mucha gente que ya no quiere oír hablar de pandemia aunque la enfermedad y la muerte sigan estando ahí. 

Hay motivos para pensar que en todo esto también existen móviles políticos. En definitiva estamos a dos meses de un año electoral y mientras Gutiérrez no tiene la posibilidad de la reelección, algunos jefes comunales dan la impresión de estar cuidándose las espaldas, por las dudas.

Mientras esto ocurre, los sanitaristas y epidemiólogos cansados de reclamar mayores medidas de aislamiento que se cumplen a medias, han comenzado a poner el acento en el autocuidado y la prevención. Aseguran que ahora el escenario está afuera de los hospitales, y que es necesario descomprimirlos con conductas sociales de autocuidado. 

¡A cuidarse!