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18/10/2020

Grito

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El peronismo es un grito de rebeldía de los postergados, los oprimidos y los que no aceptan someterse a los poderosos. Lo fue el 17 de Octubre del ‘45 con Perón y lo volvió a ser ayer frente a la derecha que quiere burlar la voluntad popular.

Héctor Mauriño

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A pesar del “ataque masivo” por Internet y de la frialdad esquiva de los medios de la derecha, la celebración del 75 aniversario del 17 de Octubre del ’45 fue una fiesta. Después de tanto cacareo gorila, tanto banderazo berreta y tanto auto de alta gama, el pueblo argentino se debía esta alegría y la tuvo en plenitud.

Una vez más hubo fiesta popular y a pesar de la distancia social obligatoria y los barbijos que impone la pandemia -que ayer se respetaron en casi siempre- la alegría fue por estar juntos, en la web o en las caravanas; por compartir esa sensación de hermandad y fortaleza, esa convicción de ser muchos y tener razón. Porque la derecha argentina, hay que decirlo, plantea una sinrazón que sólo cabe en las cabezas de las minorías.

El peronismo es un grito de rebeldía de los postergados, los oprimidos y los que no se fuman el sometimiento a las clases propietarias, esas que además de querer quedarse con todo, cada vez que llegan rifan la soberanía y funden al país.

Ese grito ha estado presente a lo largo de la historia. En el 17 de Octubre del ’45, para expresar la lealtad a las conquistas de los trabajadores sintetizadas en la figura de Perón; lo fue durante los largos años de la resistencia, cuando la mayoría no se podía siquiera nombrar. 

En los ’70, cuando los jóvenes de la Jotapé y de las organizaciones armadas peronistas, cansadas de tanta ignominia y tanto atropello, le tiraron a la dictadura de Onganía-Levingston-Lanusse con lo que más le dolía, el objeto de todos sus odios: el peronismo.

También hubo un grito ayer, una advertencia para los poderes fácticos que nadie ha elegido y que tratan de impedir que gobierne la voluntad popular. A los que alientan esas marchas llenas de odio, impiden que se voten leyes justas como la contribución extraordinaria de los más ricos; o presionan a los mercados para provocar una devaluación que multiplique el rendimiento de sus dólares mientras vuelve más flacos los pesitos de la gente común.

Con alegría y con firmeza, la calle sigue siendo del pueblo.

29/07/2016

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