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“Si quiere que algo no funcione cree una comisión”, decía con sabiduría de viejo Vizcacha Juan Perón. El mentado Consejo Consultivo Plural que alienta por estos días el gobierno neuquino es tan amplio y abarca tantos temas que si fuera una suma algebraica el resultado muy probablemente sería cero.
Aun dando por descontado que al gobierno lo alienta la mejor de las intenciones, para empezar la muy loable de “pensar la pospandemia”, cualquiera podría preguntarse para qué un ámbito tan dilatado, destinado a generar propuestas no vinculantes, cuando existe una Cámara de Diputados.
Como no podía ser de otra forma, no solo en la oposición sino inclusive dentro del propio partido de gobierno, no faltaron quienes quisieron hacer una lectura político partidista de la propuesta. Para empezar, que sería un intento de comenzar a instalar tempranamente una puja interna por la sucesión, protagonizada en alguna medida por el hermano del gobernador, el secretario del Copade Pablo Gutiérrez Colantuono.
Si bien el propio interesado lo desmintió aduciendo que la gravedad de la situación que atraviesan la provincia y el país a consecuencia de la pandemia hace impensables las “cuestiones partidistas”, no faltan quienes observan que la obligada parálisis actual pro el Covid 19 lejos de dilatar la mirada sobre el horizonte electoral del año próximo está obrando lo opuesto.
Muestra de ello sería el temprano pronunciamiento de Ramón Rioseco, a quien algunos atribuyen la expectativa de alcanzar una diputación nacional en las próximas elecciones legislativas. “Se está posicionando por eso nos tirotea”, deslizó una de las figuras más importantes del MPN.
Desde el oficialismo se hace un cálculo que podría explicar cierto apresuramiento. Estiman que si todo va más o menos bien la vacuna contra el Covid 19 estará lista en el mundo para octubre próximo y llegará al país entre enero y marzo del 2021. “En el segundo trimestre de 2021 las cosas se podrían acomodar en la provincia, pero ya sería sobre la fecha de las elecciones legislativas y estaríamos muy pegados con los tiempos”, admiten.
Como nadie ignora y los interesados menos, las elecciones de medio término son en general esquivas para el partido provincial. Tal vez por eso, los que cortan el bacalao en esa fuerza se alistan para el 2021 porque todo acumula para la final, pero apuestan de veras al 2023.
En verdad la interna del oficialismo no termina de aflorar pero late debajo de la superficie. Gutiérrez no tiene una segunda reelección, y es un secreto a voces que Jorge Sapag, el gran árbitro del partido, anida expectativas con las figuras del intendente Mariano Gaido y el vicegobernador Marcos Koopmann.
Por otra parte, es un hecho que el ex vice Rolando Figueroa, derrotado en la última interna por la gobernación, sólo ha postergado por un tiempo sus ambiciones para una próxima oportunidad.
Gaido cuenta con la confianza de Gutiérrez y Sapag, como que ha sabido ser en su momento el bombero que apagaba los incendios con los gremios y la oposición. Pero en su nuevo rol de administrador-dirigente político, todavía está recorriendo su cursus honorum.
Por lo pronto su posición actual es expectable, acaso la más expectable de todas porque gobierna la ciudad que tiene un 40 por ciento del electorado provincial, pero en el mejor de los casos si le fuera bien sería candidato a repetir.
Koopmann en cambio se ha mostrado menos, acaso porque esa enorme caja de resonancia política que es la Legislatura está apagada por la pandemia. Pero, como se dijo, para el 2023 hay tiempo y seguramente el ex presidente del BPN tendrá oportunidad de mostrarse.
Y luego, luego están los Gutiérrez, que por más que el gobernador y su hermano lo nieguen, son una familia con prosapia emepenista y pueden tener su corazoncito. ¿O no?
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