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El presidente Alberto Fernández dijo esta semana que en medio de tanto sufrimiento, la pandemia por Covid-19 ofrece una oportunidad para repensar nuevos modelos de desarrollo, sociedades diferentes y más equitativas. Utilizó términos como "barajar y dar de nuevo" y? ? "parar la pelota" para "hacer las cosas mejores", y propuso como posible ámbito de debate para la construcción de ese futuro al Consejo Económico y Social, que se prevé crear pronto, después de la aprobación de la respectiva ley en el Congreso de la Nación.
En una provincia como Neuquén, con una fuerza política dominante como el MPN y una oposición débil que ha demostrado poca voluntad por transformarse en opción real de poder para gobernar, parece estar bastante lejos de plantearse un desafío a nivel local como el que propone el presidente Fernández.
Ni siquiera en tiempos estables y de relativa prosperidad, que los hubo y por períodos de tiempo que puestos en consideración hoy serían de envidiable extensión, el MPN ha podido demostrar capacidad para repensar y motorizar cambios sustanciales en la provincia. Por el contrario, las sucesivas gestiones de gobierno se han esforzado por consolidar un camino que dejó como saldo buenos resultados electorales, pero un desarrollo limitado y muy acotado a un rubro de la economía predominante que hoy está seriamente afectado y deja al descubierto las debilidades del modelo.
El MPN es un partido con fuerza transformadora en sus orígenes que modeló un sistema de producción de riquezas y formas culturales en una sociedad que, ante la propuesta del no cambio, aceptó seguir adelante por conveniencia. Pero con el tiempo, ese impulso transformador que supo tener la dirigencia del partido de gobierno, mudó hacia perfiles más conservadores, volcando los resultados de gestión de corto y mediano plazo al beneficio electoral.
Esa fuerza inercial que traza la continuidad, totalmente disparada con la irrupción de Vaca Muerta, hace difícil pensar hoy en la aparición de una auténtica voluntad de cambio.
El camino transitado por esta rareza de la política del país que es el MPN, el único partido provincial que sobrevive, dejó la huella de un Estado presente. Pero desde hace tiempo, sus prácticas políticas fueron causando un deterioro general, lo que se puede evidenciar en áreas como Salud y Educación.
El modelo debilitado por la insistencia en el rumbo se ve también en los excluidos, con una tasa de pobreza del 28,6% de la población y de indigentes del 4,4%, de acuerdo con datos que corresponden al segundo semestre del 2019.
¿Para qué cambiar si todo ha funcionado más o menos bien?, sería la síntesis del razonamiento predominante de mayor consenso de los últimos 50 años en esta provincia, un pensamiento que permitió continuar en una "normalidad" que, a consecuencia de esta crisis, probablemente deje de serla.
¿Qué es lo que permite ver hoy esta pandemia cuando se pone a Neuquén a trasluz? Otra vez: que sin industria petrolera la economía de la provincia sufre demasiado, que no hubo previsión cuando los tiempos fueron de bonanza, que recién en los últimos años asomaron brotes verdes de una economía alternativa como el turismo, también hoy afectada, y que el modelo generó notables desigualdades con extremos que se pueden comparar en las obscenas inversiones inmobiliarias de un lado, con las cifras de excluidos, desocupados y cuentapropistas del día a día, del otro.
No representa ningún orgullo para Neuquén que unas 100 mil personas necesiten el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Allí está el registro de la informalidad y de todos los caídos del sistema que creó el MPN. O que la provincia haya reforzado con más de 59 millones de pesos los subsidios para el desempleo en un mes; o repartido 35 mil módulos alimentarios y más de 73 mil kilos de alimentos frescos y víveres secos para frenar el hambre, todo esto según datos incluidos en la rendición de cuentas que hizo el Poder Ejecutivo ante los diputados de las acciones realizadas hasta mediados de abril.
Habrá que ver cómo resulta la fotografía una vez transitada la pandemia. El número de beneficiarios del IFE supera a la cantidad de empleados públicos de la provincia que, con municipales incluidos, es de unos 80 mil; y no está muy lejos de la población que tenía empleo en el sector privado a diciembre del año pasado que sumaba casi 127 mil personas, de las cuales 22.461 trabajaban en minería, gas y petróleo, 22.749 en el comercio y 15.789 en la construcción.
Algunos diputados de la oposición han pedido a Omar Gutiérrez un espacio para discutir sobre varios de estos temas. Pero el gobernador, que ha dado muestras de alineamiento con las políticas nacionales en los temas vinculados a la Covid-19, está lejos de demostrar una apertura política como la del gobierno nacional. Por el contrario, la actual gestión de gobierno tiene un libreto para mostrar a 1.200 kilómetros de distancia de aquí y otro diferente, más sincero con su historia, para el pago chico.
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