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02/02/2020

Macri, un “amigo” de la casa

Macri, un “amigo” de la casa | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El expresidente se siente a gusto en una provincia conservadora y en una ciudad, como Villa La Angostura, donde lo tratan bien. Se refugia en un barrio privado que es la madriguera de un círculo íntimo que incluye a financistas y empresarios. El entendimiento con el MPN lleva 20 años.

Gerardo Bilardo

Mauricio Macri se siente a gusto en una provincia que algunos con generoso criterio consideran progresista, una categoría que no corresponde aplicar a un lugar donde los cambios políticos, sociales, culturales y económicos profundos no existen desde hace tiempo, o en el mejor de los casos son pocos, se perciben débiles y provienen, por lo general, del mismo partido de gobierno.

La demostración más palpable de esta impronta conservadora, se observa en el simple hecho de que hace más de 50 años el MPN ejerce el poder, con lo cual resulta difícil considerar que el mismo motor, después de tantos kilómetros, pueda generar transformaciones sorprendentes. Por el contrario, con un camino probado por los resultados electorales, la alteración del orden no figura como prioridad en la agenda y no aparece como demanda exigente de una sociedad que se adaptó o le resulta cómodo el modelo que le ofrecen. 

Un exgobernador, de vínculos estrechos con la petrolera española Repsol que se había quedado con YPF cuando la empresa se privatizó, reflexionó una vez sobre esta cuestión de los cambios profundos. “Muchachos..., para qué vamos a probar con otra cosa si tenemos petróleo”, confesó antes de una entrevista sobre la dependencia que tiene la matriz productiva de Neuquén con el gas y el petróleo y que el MPN no modifica porque, salvo alguna transitoria excepción, siempre funcionó para el horizonte de ambiciones que maneja.

Villa La Angostura es uno de esos lugares que ¿casualmente? atrae desde hace tiempo al expresidente. Habría que preguntarse por qué Macri, que dejó a la Argentina al borde del default y a una sociedad empobrecida, encaja tan bien en ese rincón del sur provincial.  

Macri suele pasar fiestas de fin de año y feriados largos en el country Cumelén, una madriguera vip que es refugio de sus amigos empresarios y financistas, con vista privilegiada al lago Nahuel Huapi. Allí, el expresidente desarrolla una de sus actividades preferidas: el descanso. 

El barrio privado es un reducto de los sectores de poder de la Argentina, a la que pertenecen hijos de la aristocracia y nuevos ricos, todos especializados en desarrollar complejas ingenierías financieras aptas para la rapiña, dicho así porque una vez que despedazan a la presa vuelan bien alto. 

Cumelén es un espacio que hasta no hace mucho tiempo atrás tenía clausurada una calle pública para impedir el acceso a las playas del lago, nada sorprendente en esos ambientes. La ciudad de Neuquén cuenta con un barrio del poder, Rincón Club de Campo, que se apropió desde sus inicios de la ribera del río Neuquén con la mirada cómplice de los sucesivos gobiernos municipales. Y ahora que el MPN recuperó la capital y sigue celebrando el triunfo, hay que preguntar si el intendente Mariano Gaido junto con los aliados políticos que lo ayudaron a ganar, hará algo con este otro indigno alambrado.

Aquella de Cumelén era una barrera tan ilegal como todas las similares y que, de haber sido colocada en algún lugar que incomode al poder, como podría ser el acceso a un yacimiento de Vaca Muerta, habría recibido una dura y rápida respuesta de los poderes constituidos, con soporte mediático insistente.

Desde Villa La Angostura Macri hizo recientemente una declaración agraviante para la sociedad que padeció sus políticas de exclusión social con destrucción de la economía, expulsión masiva de mano de obra y un endeudamiento que ahora resulta difícil remontar. Y ofensiva hasta para aquellos que lo acompañaron y respetaron hasta el final, como los radicales que, con su incorporación a Cambiemos, se apartaron bien lejos del sentido popular que orientó a la UCR en sus orígenes. 

La política económica de Macri sirvió para armar el paño verde de una timba financiera para que jueguen y ganen sus amigos de “los cumelenes”, los de aquí y los de más allá. Ahora se muestra descontracturado y con un nuevo empleo apto para otro vuelo de rapiña: la presidencia de la fundación de la FIFA. 

El expresidente viene a Neuquén porque encuentra a un interlocutor con el que se entiende desde hace tiempo, el MPN, un partido que lo ha tratado como a un amigo de la casa.

El expresidente y dirigentes del partido provincial han construido vínculos sólidos desde Jorge Sobisch en adelante, con alguna interrupción mínima, o invisible, para adecuarla convenientemente a determinado tiempo político. ¿Qué une a Macri y al MPN? Intereses comerciales en algún caso, políticos en la mayoría y en especial una coincidencia en la mirada de la Argentina que se vio claramente en dos momentos de la historia cuando asomó con fuerza la derecha.

Podría ubicarse el comienzo de esta relación en el encuentro que tuvieron Sobisch y Macri en el 2004, justamente en Villa la Angostura, en un seminario sobre temas de seguridad. Allí se concibió el Plan Integral de Seguridad, cuya implementación demandó 50 millones de dólares, y en el que estuvo involucrada la empresa Damovo, vinculada a un empresario del círculo macrista.

Ese “big-bang” derivó en el fantasioso proyecto presidencial de Sobisch para el 2007. Macri apoyó esa alianza y hasta llegaron a insinuarse división de roles: el neuquino como candidato a la Casa Rosada y Macri a la ciudad de Buenos Aires, una construcción de la derecha para oponerse a un nuevo período de gobierno del kirchnerismo.

El crimen de Carlos Fuentealba, ocurrido en abril del 2007, desmoronó el proyecto. Ni siquiera un dirigente con el perfil de Macri bancó las consecuencias que dejó la brutal represión de la policía de Neuquén, que terminó con la vida del docente. La historia posterior es conocida. Empecinado en su idea original, Sobisch siguió adelante con el plan y sufrió una derrota napoleónica, mientras que Macri se transformó en jefe del gobierno porteño.

El MPN y Macri volvieron a entenderse a partir del 2015, en el nacimiento de otra etapa de derecha en el país. En las presidenciales, Sapag jugó al sciolismo mientras Gutiérrez, ya gobernador electo desde muy temprano en aquel año electoral, negociaba sin levantar polvareda con el macrismo. Ganó Cambiemos en segunda vuelta y la sociedad con el MPN, ya en otro nivel, funcionó visiblemente muy bien hasta casi el final del mandato del expresidente que, ni bien se retiró, ¿a dónde vino a descansar? 

Macri la pasó mal sólo en una ocasión en Neuquén. Fue en diciembre del 2016, en Villa Traful, cuando un grupo de estatales se movilizó para protestar por la lluvia de telegramas de despidos que llegaron a los organismos nacionales apenas iniciada su gestión en el gobierno.

A orillas de un lago que cambia de color como lo hace el MPN a medida que se suceden los gobiernos nacionales, los manifestantes fueron garroteados y gaseados por la policía de Neuquén. Los acusaban de haber arrojado una piedra contra el vidrio de la camioneta que trasladaba al entonces presidente a un acto oficial, donde Macri demostró, una vez más, su deslealtad, en este caso con un partido que lo ayudó a ganar y a gobernar. Ya recuperada la calma en la villa, metió un párrafo en el discurso con una crítica punzante a sus anfitriones por el manejo que hicieron los recursos a través de los años. Pero los hechos posteriores demostraron que nada, excepto el congelamiento de las tarifas de combustibles por 90 días a mediados de agosto del 2019, provocó enojo del MPN con su amigo.

29/07/2016

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