La fiesta de los TI (Ticade, Ticap, Tideneu, Tiprodeu y otros títulos por el estilo emitidos por la provincia para financiar gastos), tendrán este año, y al menos los próximos dos, una pendiente que se hará cuesta arriba para la gestión de Omar Gutiérrez.

Se vienen pagos de deuda con alto componente dolarizado y esta es una de las razones, no la única, por la que Neuquén sigue de cerca la politica energética de Alberto Fernández, a la que gustaría ver más amigable con los intereses de la industria, parecida a la que aplicó Mauricio Macri que a la que está llevando a cabo el actual presidente, que congeló las tarifas por seis meses mientras piensa en un proyecto integral de desarrollo para los hidrocarburos, que por supuesto incluye a Vaca Muerta.

Neuquén, como las demás povincias, privilegia el interés propio y se aferra a los ingresos que siguen la evolución del billete verde vía regalías. Para que esa caja no deje de crecer, la actividad petrolera debe mantenerse en expansión en forma sostenida y, a crtierio de la provincia y de las empresas, uno de los componentes que mantiene la vitalidad del sector son los “buenos precios”, aunque la consecuencia de ello signifique empobrecer a la población y cerrar empresas y comercios por tarifas que después no se pueden pagar.

Las erogaciones por amortización, intereses y comisiones a bancos se llevarán este año más del 11% del presupuesto del 2020, tal como informó esta semana. Serán casi 18 mil millones de pesos y el monto superará los pagos correspondientes al año que acaba de finalizar en un 120% (en el 2019 se canceló deuda por unos ocho mil millones de pesos). Pero el esfuerzo se extenderá al 2021 y al 2022 con impactos similares a los del año que recién comienza, según lo reconoce el propio gobierno en el presupuesto vigente que fue aprobado a fines del año pasado.

Desde hace tiempo, los gobiernos del MPN asumen posturas bien alineadas con “el mercado” y las petroleras en materia de política tarifaria, retenciones y movilidad de capitales sin restricciones. Se suelen comportar frente a algunos cambios, como los que propone el actual gobierno para atenuar el estrago que dejó el gobierno de Macri, con criterios parecidos a los del pool sojero en Buenos Aires: primero dicen no y después dame todo o te paralizo Vaca Muerta.

Gutiérrez emprenderá al menos tres año de un viaje esforzado, como el que hacen los kayakistas cuando reman contra la corriente en el río Limay. Para sostener al MPN en el poder hay que sacar más “músculo”, porque mantener a flote la enorme nave política resulta cada vez más oneroso. Y parte de la deuda escurre en el financiamiento de un proyecto político que cumplirá 59 años el próximo 4 de junio.

Para compensar los gastos, el gobernador ya tiene aprobados por presupuesto la emisión de nuevos títulos o créditos por 11 mil millones de pesos a largo plazo para este año, y en diciembre pasado activó los mecanismos para colocar papeles que deberá cancelar antes del 31 de diciembre del 2020 por una cifra de 6.000 millones de pesos. Es decir que Gutiérrez actualizó herramientas de endeudamiento por un monto similar al total de los compromisos de la deuda que tiene que afrontar en el 2020.

A Gutiérrez, como a sus antecesores en el cargo, no le gusta usar la palabra bicicleta; prefiere una denominación más en línea con el diccionario macrista, como reperfilamiento. Pero lo que ha puesto en marcha en los últimos tiempos el gobernador, es una bicicleta financiera dentro del Estado que toma deuda nueva para pagar deuda vieja, y de ese modo va pateando hacia adelante los compromisos de pago.

Como hasta aquí el futuro político en Neuquén siempre ha sido del MPN, por merito propio pero también por una oposición que cuanto menos termina siendo cooptada, los gobiernos que se suceden no discuten acerca de la herencia recibida, porque no es un punto de llegada y de partida sino una continuidad en el tiempo.

Los gobernadores vivieron durante un tramo del macrismo un clima favorable al endeudamiento y Neuquén, con una gestión aliada e ideológicamente comprometida con el gobierno anterior, no fue la excepción. Y si hay que tomar un punto de inflexión para analizar el desmadre de la deuda en la provincia, se debe ser justo en el reparto de las responsabilidades. En el 2015, el exgobernador Jorge Sapag pagó un costo bien alto para vencer en las elecciones con la fórmula por él creada y denominada "renovación generacional". Para empujar a esa “juventud” del MPN hacia los lugares de decisión más alto de la provincia, metió en un solo movimiento un 30% de aumento en febrero de 2015 para todos los estatales y garantizó, e incluso mejoró, los valores de la inflación de aquel año. No por mucho margen, a pesar del enorme esfuerzo que significó para las finanzas provinciales, se impuso la fórmula integrada por Omar Gutiérrez y Rolando Figueroa, una relación que terminó como perros rabiosos.

El diagrama de emergencia para atender los pagos de este año y los gastos regulares del Estado, cumplió algunos pasos, además de la aprobación de los diputados que autorizó el nuevo endeudamiento a través del presupuesto 2020. Las provincias consiguieron que el presidente Fernández postergue por un año la reducción progresiva de la alícuota de Ingresos Brutos y Gutiérrez logró rápidamente la aprobación legislativa de la nueva ley impositiva con aumentos que están en línea con la inflación del 2019.

De esta forma, Gutiérrez tiene resuelto lo que aún no pudo lograr Axel Kicillof en Buenos Aires por la resistencia de los legisladores de Cambiemos. Pero a diferencia del gobernador bonaerense, donde se diagramó un esquema impositivo que carga el mayor peso del aumento de los impuestos en los sectores con mayor capacidad de pago, Gutiérrez cuenta con una ley impositiva que grava Ingresos Brutos en menor proporción a la locomotora de la economía provincial, el gas y el petróleo, que a los servicios de educación y salud, toda una definición sobre el modelo económico que sirve de base de sustentación del MPN y que, con Vaca Muerta en desarrollo, abre una nueva oportunidad a la eternización en el poder.