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Beatificación de los mártires riojanos

El autor de la nota y de las fotos que aquí se publican, participó de la ceremonia multitudinaria donde el obispo Enrique Angelelli y sus tres colaboradores asesinados en 1976 fueron consagrados como beatos. Ellos son “ejemplos de vida y su camino señala un rumbo a seguir para los cristianos y toda la sociedad”, dice este texto.

Oscar Virginillo

A 43 años de ser asesinados en plena dictadura cívico-militar el obispo Enrique Angelelli, los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville yel dirigente campesino Wenceslao Pedernera, fueron declarados mártires de la iglesia y beatificados, el pasado 27 de abril en La Rioja.

Todos ellos habían desarrollado su tarea evangelizadora impulsando una intensa práctica social denunciando las injusticias y las desigualdades, comprometiéndose con los desposeídos de su provincia, los campesinos, los trabajadores, los sin tierra, las mujeres y los jóvenes.

Los sacerdotes Carlos y Gabriel, que ejercían su ministerio en la localidad riojana de Chamical, fueron secuestrados y asesinados violentamente el 18 de julio de 1976. Pocos días después fue baleado Wenceslao en la puerta de su casa en Sañogasta, mientras que el 4 de agosto, simulando un accidente, es embestido el vehículo del obispo, quien luego de ser despedido por el vuelco es salvajemente rematado a golpes en la cabeza.

Transcurrieron cuatro décadas de olvido, ocultamiento y negación oficial de estos crímenes por parte de la curia que, en el caso de Angelelli, sostenía la versión del accidente. Solo un puñado de obispos liderados por monseñor Jaime de Nevares habían denunciado, desde Neuquén, que la muerte de Enrique Angelelli había sido un asesinato en el marco del plan sistemático del terrorismo de Estado implementado por la dictadura militar.

A partir de la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, pudieron iniciarse los juicios por delitos de lesa humanidad y se esclarecieron los motivos y los responsables de estos crímenes. Es así que el 4 de agosto de 2014, el Tribunal Oral Federal de La Rioja condenó a los militares Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella como autores intelectuales del asesinato del obispo.

La elección del papa Francisco permitió que la Iglesia Católica asuma lo que había sido una realidad en el corazón del pueblo riojano: los humildes, a su modo, silenciosamente, ya los habían santificado. Su presencia, su práctica, su testimonio permanecían encarnados en la memoria de la comunidad. Y ahora, tardíamente, la institución asume el reconocimiento oficial.

Luego de tanto sufrimiento, persecución, muerte y ocultamiento, los cuatro mártires fueron consagrados como ejemplos de vida y su camino es señalado como rumbo a seguir para los cristianos y toda la sociedad.

Es este un acontecimiento esperanzador que dejará huellas profundas, que interpela fuertemente a la cúpula eclesial actual e impulsa nuevos aires para el reconocimiento de muchos militantes cristianos comprometidos con la causa de la justicia social, que fueron olvidados y negados por la jerarquía eclesiástica y por gran parte de la sociedad.

29/07/2016

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