Entrevistas
02/04/2017

Gastón Ungar

“La política tiene que resolver los problemas de la gente”

“La política tiene que resolver los problemas de la gente” | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Gastón Ungar afirma que el intendente Horacio Quiroga gobierna con encuestas y de espaldas a los vecinos. Propone un pacto entre los distintos sectores de la comunidad para abordar los problemas con una “mirada social”. Aspira a una banca de concejal en las próximas elecciones para renovar parcialmente ese cuerpo legislativo.

Gerardo Burton

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Gastón Ungar dice que el peronismo está disfónico, que debe salir de su “autismo” y “hablar de los problemas de la gente” sin preocuparse por el “blindaje mediático” que favorece a Cambiemos en el país o a los oficialismos en Neuquén. “El peronismo está obligado a romper ese blindaje, a prescindir de él: nunca tuvimos a los medios de nuestra parte”, afirma. Valora el desempeño de Nanci Parrilli en la presidencia del PJ y confía en la gestión que hará en ese cargo el diputado Darío Martínez.

Durante la entrevista, citará a Leopoldo Marechal para explicar la actitud política; a Roberto Arlt por la prepotencia de trabajo, y entre ellos, hablará de Juan Perón y de las tres banderas y de las veinte verdades, de Eva Perón y la lucha por los derechos de los desposeídos. Pero fundamentalmente mencionará la necesidad de reconstruir un pacto social donde estén todos los actores sociales representados para que la política haga “lo que tiene que hacer: resolver los problemas del pueblo, de la gente”.

Ungar nació en esta ciudad, tiene 37 años, es empleado de la Legislatura y de su padre heredó el oficio de carpintero. Es padre de una niña de 11 años -Abril Olivia Milagros- y lidera La Jauretche, una agrupación del peronismo kirchnerista de origen universitario e inserción territorial en barrios de varias ciudades que edita el periódico Mano a mano cuatro veces por año y gestiona un sitio web de noticias (www.manoamano.com.ar). Milita desde la adolescencia en el peronismo de la capital.

Ungar critica al intendente Horacio Quiroga porque su gestión “funciona con encuestas, por lo que quiere ser y no por lo que es” la vida en la ciudad de Neuquén, y hace un detallado diagnóstico de los planteos de los vecinos. Asegura que el mejor administrador “no es el que tiene superávit, sino el que cumple su rol, que es servir a la gente”. Este año peleará su incorporación al Concejo Deliberante, cuando se decida la renovación parcial del cuerpo. Desde hace varios meses, quizás desde 2015 “cuando perdimos la elección por la intendencia”, Ungar viene tejiendo una red con vecinos de los distintos barrios: propone encuentros para tomar mate; cenas; reuniones de fin de año para evaluar la marcha de la ciudad, compulsar las aspiraciones de cada sector y buscar cómo se resuelven los problemas de la vida cotidiana. En todos los casos se produce un ida y vuelta entre los participantes que sirve para construir una propuesta. La cuestión, se entusiasma, “es cómo los neuquinos desarrollamos nuestra vida diaria, y esto es algo que trasciende las organizaciones, las instituciones”.

¿Cuáles son, a su juicio, los principales problemas de la ciudad?

-Creo que Quiroga, que gobernó los últimos doce, trece años, recibió de los gobiernos del MPN -de Derlis Kloosterman, de Herminio Balda, de Luis Jalil- una ciudad con muchísimo atraso. Era el reparto de una caja sin el sentido de una planificación, Quiroga le dio un vuelco -no sé si el que esperaban los neuquinos- que mejoró la estética del microcentro de la ciudad y sus alrededores. Él es de la misma generación que gobernó la provincia en los últimos 25 años, que se ha quedado sin planificación y sin mirar lo que pasaba en el país y en la región. Tenemos grandes monumentos en términos de infraestructura -obra pública, Legislatura, la Ciudad Judicial-, un gran despliegue de asfalto pero todo eso está lejos de tener una mirada social. Hay una mirada sobre la obra y la construcción que lamentablemente se da de espaldas con las necesidades de los vecinos. El otro problema, que va de la mano, es una mirada que no deja de preocuparme, que son las brechas entre la provincia y el municipio; por ejemplo la educación y el esparcimiento; la educación por dentro y por fuera del espacio público. En el caso del nivel secundario, el 50 % de los adolescentes está por fuera del sistema. No son números que se hayan podido revertir. Pero se tiran la pelota, porque si bien la responsabilidad es de la provincia, los chicos residen en la capital, y están parados en la esquina con un ocio impresionante, sin futuro; es muy preocupante. No se puede dejar de mirar esto, la infraestructura no puede taparnos la mirada sobre el desarrollo humano necesario. Puedo dar el ejemplo de la accesibilidad de la ciudad; las veredas son un obstáculo, una trampa para la gente. Imagino un convenio con el BPN para elaborar un plan a 20 años para poner las veredas en condiciones. Tenemos que pensar la ciudad en términos de desarrollo humano porque con el nuevo paradigma del gobierno que hay en el país es muy probable que a futuro tengamos un espacio social de conflictividad, no puede ser que el intendente aparezca solamente cuando hay que inaugurar una obra.

 

Ungar menciona también la exclusión de gran parte de la población de la ciudad de los servicios básicos: agua potable, cloacas; alude a la contaminación de los ríos; al manejo de los residuos domiciliarios y la proliferación de basurales clandestinos. Afirma que hay que desarrollar el sentido de pertenencia en los ciudadanos de la capital. Y también aborda algo que altera el humor de los neuquinos a diario: el tránsito, su congestión y la falta de políticas de Estado en esta materia. Las promesas para intendente de campaña de Quiroga y el MPN “propusieron obras faraónicas. En la ruta 22 entran 50 mil autos por día. No hagamos una autopista, bajémosla, hagamos una calle. El problema que tenemos es de este a oeste en horarios picos en una ciudad que no está planificada y donde el sistema de transporte es tan malo que la gente opta por dejar su auto ocioso durante ocho o diez horas en el centro. La única solución es mejorar el servicio de transporte público: construir dos dársenas, una en la terminal y otra en la playa de maniobras del ferrocarril en San Martín al 5.000. Entonces la gente llega ahí, deja el auto, sube al tren y llega al centro y combina con el colectivo. Con eso sacamos entre 800 y mil autos del centro. Esto se resuelve por 14 pesos, que es lo que cuesta el transporte. El problema es el negocio pactado con el sistema de estacionamiento medido”. Y agrega que concesionaría ese servicio a cooperativas de trabajadores en cuatro sectores de la ciudad con apoyo del Estado municipal

En las reuniones con vecinos, ¿se habla de la necesidad de un pacto social?

-No de manera ordenada. Lo que aparece es el índice alto de violencia, las condiciones en que se vive, porque es muy chocante vivir en un lugar donde se toma agua de un tacho de 200 litros y viajar al centro y que una fuente tire agua para arriba. Eso genera violencia. Uno podría pensar que en otra parte del mundo o del país, uno podría justificarlo, ser más dócil con la crítica. Pero en una ciudad donde no importa el lugar en que esté su casa, uno nunca está a más de tres kilómetros de un río. Que no haya una red de agua potable en funciones, que a 35 cuadras de la Casa de Gobierno a una familia se le queme la casilla porque los bomberos no pueden entrar al barrio, y mendiga que le den la leña; no tener gas, no hay cloacas. Nos quejamos de la situación de los ríos, pero no planificamos un sistema de cloacas. Sabemos que los arroyos que son afluentes del Limay están contaminados. Permitimos que la gente instale sus casillas al lado pero no hacemos red cloacal. Hoy está en duda si la obra de Cordineu, el edificio en la Isla 132 tiene o no una planta de tratamiento de efluentes cloacales.

Quiroga dice que hay un vacío por la falta de contrato de concesión con el EPAS...

-Cuando no aparece un problema más grande, aparece el EPAS. Eso es campaña: hay que conseguir financiación del gobierno nacional o de otro origen para que todos tengan agua potable y cloacas.

¿Cuánta gente está excluida de los servicios básicos en la ciudad? ¿Son 20 mil?

-Según los registros que hay, casi el doble. El problema no es sólo en los asentamientos, sino también en la tierra que está regularizada. Eso lo puedo demostrar. Por ejemplo, en Neuquén hay zonas donde Cliba no ingresa porque el tendido eléctrico está tan bajo que los camiones no pasan. Una vez que se tomó el terreno, que la gente lo ocupó, que, después de todas las negociaciones, se aceptó la toma por parte del Ejecutivo, hay un proceso posterior que es censar y planificar los servicios en ese sector: hay que distribuir mejor los lotes, que se mensure, ayudarlos. Es lo mínimo que hay que hacer porque si no, hay problemas para adelante.

Usted habla de pacto social cuando en general no se habla de esto, pero la solución de los problemas de una sociedad es económica pero fundamentalmente política. ¿Cómo funciona esto en la construcción de una propuesta?

-Cuando uno produce un pacto, de mínima hay dos partes y se pone de manifiesto cuáles son los problemas. Acá hay una sola parte, los vecinos no están. El gobierno municipal funciona con las encuestas, entonces muchas veces se termina de definir por lo que uno quiere ser y no por lo que es. Es una materia a trabajar, y se hace cuando uno es capaz de generar los mecanismos barrio por barrio, en las bibliotecas, en las organizaciones que existen -cooperadoras, cooperativas, comisiones vecinales- y entonces, sentamos a todos los actores y abordar los problemas de cada uno. Ellos creen que con el presupuesto participativo está todo resuelto. Pero se ejecuta para arreglar el SUM, el playón deportivo, etcétera. Yo propongo discutir cómo los neuquinos nos encontramos y cómo desarrollamos nuestra vida diaria. Es un problema que trasciende la membrana de la comisión vecinal, del cordón cuneta, de la vereda. Tiene que aparecer el pueblo con sus problemas reales. Es lo que decía Marechal: los dos frentes de la patria son el campo de juego y el vestuario y hay que ver dónde nos ponemos. Están los casos de los dos grupos juveniles que se pelearon a tiros en el centro; las peleas de los chicos con la policía en los barrios; el enfrentamiento de dos grupos la semana pasada en el shopping del alto. Me pregunto si los que estamos en política no somos capaces de mirar esto: los chicos dejaron de tirotearse en el barrio y vinieron al centro en un día de verano. A mí esto no me espanta, es la realidad cotidiana, porque hay gente que vive en estas condiciones. Los vecinos dicen que están solos, no hay contención; hay un foco no resuelto que combina falta de esperanza con estas realidades. Se desdibuja la esperanza con que vinieron muchos a Neuquén.

¿Qué pasa con los organismos de control en el municipio?

-Una medición dice que el 80 % de los vecinos no reconoce a los concejales como personas que controlen los actos del intendente. El Deliberante termina siendo la escribanía del municipio. En las declaraciones de los últimos tres años de Quiroga, uno va a ver cómo habla de la inflación. Pero la Fiesta de la Confluencia costó en 2014 lo mismo que en 2017. ¿Qué pasó ahí? En la Plaza de las Banderas, que está cercada, hay una obra de ocho millones de pesos. Pero la obra no se termina y siempre hay un motivo para que pase eso.

29/07/2016

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