Entrevistas
11/07/2021

“Las minorías no están representadas en los medios”

“Las minorías no están representadas en los medios” | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Miriam Lewin, defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, destacó que no solo las mujeres, “que son la mitad de la población”, quedan afuera. Dijo que las denuncias que recibe el organismo tienen que ver con la cobertura de la pandemia y por cuestiones de género.

Diego Colao

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La defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, Miriam Lewin, explicó que hay dos áreas principales de reclamos que reciben por parte de las audiencias de los medios; por un lado sobre la desinformación en “la cobertura mediática de la pandemia y de los operativos de vacunación” y por el otro, sobre “la cuestión de género”, cuando “hay una cobertura espectacularizante o revictimizante de un hecho de violencia sexual o de un femicidio”.

Lewin señaló en este diálogo con Va Con Firma que “las minorías no están representadas en los medios”, y como primer ejemplo nombró a las mujeres, que a pesar de que son “la mitad de la población” muchas veces ocupan “la base de la pirámide” o ganan menos que los varones, por lo que celebró “la reciente sanción de la ley de equidad de género y cupo trans en los medios”.

“Tampoco hay personas que se asuman como afro, asiáticas, personas gordas, tampoco hay personas viejas, salvo excepciones”, indicó la funcionaria.

Lewin se refirió a Nodio, el observatorio de la desinformación y la violencia simbólica en medios y plataformas digitales, que generó acusaciones por parte de la oposición y hasta una denuncia penal que fue desestimada, y aclaró que “esta línea de trabajo interna de la defensoría estaba alineada con propuestas que vienen nada menos que del secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Buterre”.

“Queremos desde este observatorio identificar los discursos, ver cómo funcionan, en qué porcentaje, cuantas veces son compartidos y de qué manera se puede neutralizar esto”, explicó la funcionaria.

Y remarcó que encontraron “una manera de dotar a la ciudadanía de herramientas que le permitan identificar la desinformación y neutralizar los discursos violentos que las afectan”, lo que les permitió junto a la Unesco, proponer incluir “estos saberes” en el ámbito de la educación formal”.

-¿Cuáles son las principales preocupaciones que encontraron por parte de las audiencias?

-En general podríamos decir que hay dos áreas que en forma de reclamos de las audiencias llegaron a la defensoría, lo que tiene que ver con la cobertura mediática de la pandemia y de los operativos de vacunación, en ese sentido hubo una cantidad muy importante de denuncias que nos llegaron de reclamos por esta cuestión, porque evidentemente las audiencias confían en los contenidos que les llegan a través de los medios para tomar decisiones que afectan su salud y hasta su vida. De manera que la difusión de desinformación, de presuntas curas milagrosas contra el coronavirus, de opiniones antivacunas sensibilizan mucho a las audiencias. Que en un programa de televisión se diga que la vacuna mata, no te vacunes, eso sensibiliza mucho a las audiencias que se apropiaron de la defensoría como un canal para hacer oír sus preocupaciones y cuestionamientos al rol de los medios. Y por el otro, está la cuestión de género. Cada vez que se vulnera algún derecho, hay una cobertura espectacularizante o revictimizante de un hecho de violencia sexual o de un femicidio, recibimos decenas y decenas de reclamos y es evidente que los feminismos también se han apropiado de la defensoría como instrumento. La defensoría no tiene potestad sancionatoria, lo que hacemos es intentar un acercamiento con los medios, generar una instancia de diálogo. Y en eso hemos tenido muchísimo éxito en muchos casos y en los que no, en los que hemos arribado a un punto muerto en la discusión, remitimos nuestras actuaciones al Enacom, que es el ente que sí puede sancionar, que puede aplicar multas, que tiene facultades punitivas, y puede ir desde un llamado de atención, pasando por un apercibimiento, la aplicación de una multa o incluso el retiro de una licencia en un caso extremo.

-Tuvo una denuncia por la creación del observatorio Nodio, ¿Por qué cree que hay tanta resistencia para que se ponga un ojo sobre la desinformación y la violencia en los medios?

-Uno de los argumentos es que esto atentaría contra la libertad de expresión, pero no se trata de un organismo separado, no tiene presupuesto, no tiene personal propio. Y nosotros tenemos otros observatorios, como por ejemplo el observatorio de la accesibilidad o el monitoreo de noticieros. Y esto es un insumo que permite diseñar políticas públicas en cooperación con otros actores de la sociedad civil, como universidades, sindicatos, ONGs; y en este colectivo tiene que estar incluido el sector público, pero de ninguna manera la intención de observar lo que ocurre en cuanto a desinformación o discursos violentos tiene la intención de sancionar, sobretodo porque la defensoría no tiene esa capacidad. Esta denuncia que me hicieron por abuso de autoridad, y el fiscal Stornelli intentó obtener una cautelar, era una denuncia penal en la justicia federal y esto fue desestimado inmediatamente por la jueza que en un escrito muy aleccionador y muy fundado, tomó declaraciones y documentos de organismos supranacionales como las Naciones Unidas o la OEA, o la Unesco, donde se evidencia que esto de la desinformación y los discursos violentos que pueden tener una manifestación no solamente en redes, en lo digital, sino en la vida real. El fallo señalaba que por un lado no estaba probado que quisiéramos generar ningún daño y que nuestro interés de implementar esta línea de trabajo interna de la defensoría estaba alineada con estas propuestas que vienen nada menos que del secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Buterre. Y después fui sobreseída con argumentos similares.

-Hay experiencias en otros países de observatorios similares para reflexionar sobre lo que pasa en los medios…

-Sí, lo que hay que tener en cuenta es que nosotros tenemos otros observatorios y lo que hacemos es un diagnóstico. Producimos insumos. Por ejemplo, en el área de los noticieros, el informe del 2019 revelaba que solo el 0,3% del espacio de los noticieros se dedican a noticias relacionadas con niñez y adolescencia. Es decir, que hay una invisibilización de niños, niñas y adolescentes y en general aparecen como víctimas o ejecutores de delitos. Esta policializado. Nunca se reflejan sus opiniones, sus propuestas, sus inquietudes. Este insumo no es para castigar a los noticieros sino para poner de relieve un desajuste y que los mismos noticieros tomen iniciativas para reparar esto. Nadie los va a obligar, ni los va a sancionar, ni los va a multar, ni los va a censurar en absoluto. Lo mismo reveló en cuanto a personas adultas mayores, el porcentaje de contenidos referidos a personas adultos mayores no sale de lo policial, la jubilada que mataron para robarle o nuestros queridos jubilados; además se los infantiliza. Hay una mirada paternalista. Nuestros pobres viejos, nuestros queridos abuelos, desconociendo que hay muchas maneras de envejecer. De la misma manera nosotros queremos desde este observatorio de la desinformación y discursos violentos, identificar los discursos, ver cómo funcionan, en qué porcentaje, cuantas veces son compartidos, de qué manera se puede neutralizar esto. Nosotros encontramos una manera de dotar a la ciudadanía de herramientas que le permitan identificar la desinformación y neutralizar los discursos violentos que las afectan. Y en alianza con Unesco hicimos una jornada desde donde se propuso la promoción de la inclusión de estos saberes, de esta brújula que se necesita para navegar en lo digital en el ámbito de la educación formal.

-¿Hay una representación de las minorías en los medios?

-Vamos a empezar por algo que no es una minoría, que es la mitad de la población que son las mujeres, que no están representadas en los medios y que la reciente sanción que celebro y que promovimos desde la defensoría, de la ley de equidad de género y cupo trans en los medios viene a intentar subsanar, porque se trata de un proceso. No se va a dar de un día para el otro. Pero la realidad es que las mujeres muchas veces ocupamos la base de la pirámide, ganamos menos que nuestros compañeros en los medios, no tenemos intervención en los temas duros, parece que los varones solo tienen voz autorizada para temas como política y economía, muchas veces cumplimos un rol subalterno, en las AM en el área metropolitana de Buenos Aires hay cerca de un 80% de conductores varones. Esto es un proceso, en principio rige para los medios públicos y va a haber un estímulo para los que se avengan a contratar mujeres en condiciones de equidad, un certificado de equidad, y esperemos que con el tiempo empecemos a ver más caras de mujeres y más personas trans en los medios de comunicación. Tampoco hay personas que se asuman como afro, asiáticas, personas gordas, tampoco hay personas viejas, salvo excepciones. De manera si la pregunta es si las minorías están representadas en los medios, la respuesta es un rotundo no.

-¿Existe una deslegitimación de los medios como fuente de información?

-Creo que no se puede generalizar. Hay muchísimos medios, diría que la mayoría, que han asumido la responsabilidad de chequear las fuentes, de consultar a los especialistas y las especialistas habilitados, que consultan fuentes oficiales o sociedades científicas como recomienda la defensoría, que ha elaborado en cooperación con especialistas recomendaciones para la cobertura mediática responsable de la pandemia y del operativo de vacunación. Hay otros medios que cometen errores involuntarios; es evidente que se trata de un área del saber qué hace un año y medio no existía, y que está en cambio constante, y hay cientos de equipos de investigación en todo el mundo que hacen que lo que era una verdad indiscutible hace dos meses ahora se ponga en cuestionamiento. Se me ocurre como ejemplos el uso del barbijo, el distanciamiento y muchísimas otras cuestiones. Es relevante utilizar como fuente de información a aquellos y aquellas que están constantemente en vinculación con quienes investigan. Cuando se comete un error, pero no es malintencionado, y no existe la intencionalidad de desinformar, o generar pánico, alarma, o zozobra en la población, nos compete las generales de la ley; nadie está exento de cometer un error. Cuando este error se reconoce, se difunde y después se provee la información correcta es una cosa. Cuando se insiste en esa conducta eso es más preocupante.

-¿Se produce un complemento entre los medios y lo que ocurre en las redes sociales?

-Nosotros no tenemos competencia en redes sociales, tenemos competencia en radio y televisión, pero lo real es que cuando un contenido se viraliza en redes sociales inmediatamente es recogido por una radio o por un canal de televisión. Es decir, los canales de televisión toman lo que circula en redes sociales y lo convierten en noticia. Este fenómeno de la desinformación hace que el ejercicio del periodismo de calidad, el periodismo responsable se convierta en todo un desafío. Lo indicado no es centrarse en la generación de una primicia y reproducir irreflexivamente aquello que se publica en redes porque si no está chequeado, si no está convalidado por una asociación científica, si no es una información oficial podemos caer en la trampa y generar mucho daño. Porque todos sabemos que en este contexto en el que todos estamos esperando la salvación, estamos esperando esa noticia deseada de que hay algo que nos protege indefinidamente contra el coronavirus, este tipo de informaciones se viralizan con una velocidad altísima.

29/07/2016

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