Entrevistas
23/04/2020

Alcira Argumedo

“Vamos a nuevos modelos de redistribución de la riqueza”

“Vamos a nuevos modelos de redistribución de la riqueza” | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La socióloga y ex diputada dijo que la salida a la crisis del coronavirus va a tener que ver “con un papel más contundente del Estado en las políticas de bienestar”. Pidió un “control estatal de las finanzas” como en China o Bolivia, para evitar la “financiarización de la economía”.

Diego Colao

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 Alcira Argumedo, socióloga y docente universitaria sostuvo que el coronavirus “fue el golpe final al fracaso del neoliberalismo” en el mundo, “que ya estaba en crisis”.

Y aclaró que “estamos atravesando una crisis muy similar a la de 1930”, que el “coronavirus detonó y agravó”, porque ya “era inviable la polarización de la concentración de la riqueza y el crecimiento exponencial a nivel mundial de la pobreza y el desempleo”.

“Me da la sensación de que vamos a nuevos modelos de redistribución de la riqueza y de un papel mucho más contundente del Estado en la economía y en las políticas de bienestar”, indicó la ex diputada nacional en diálogo con Va Con Firma, y nombró como una de las claves al “control estatal de las finanzas” para evitar la “financiarización de la economía” y que sigan “metiendo palos en la rueda y especulando”.

Para Argumedo, este “predominio del capital financiero” es “altamente destructivo de lo productivo y es el que te lleva a las sucesivas crisis”; por eso planteó la necesidad de “pensar nuevas formas productivas” ya que en estos modelos neoliberales “sobran unos 4 mil millones de personas en el mundo, porque no te sirven ni como mano de obra barata ni como consumidores, por los niveles de pobreza e indigencia”.

-¿Cuáles son los grandes cambios que trae la pandemia en el orden mundial?

-En primer lugar me da la sensación que de esta crisis de la pandemia Estados Unidos sale altamente debilitado en la confrontación hegemónica con el bloque Chino Ruso. Ha perdido presencia muy significativamente y además de su desmanejo con el tema coronavirus, esto se agrava ahora con la cuestión del petróleo. Una de las claves de Estados Unidos era la autosuficiencia petrolera basada en la explotación del fracking, pero resulta que es muy caro y este momento los precios del petróleo han bajado a 20 dólares, cuando Estados Unidos como mínimo necesita un barril a 50 dólares para que sea viable. Son un conjunto de aspectos altamente negativos y a eso hay que agregarle que tuvo que levantar la guerra comercial porque en el campo tecnológico China tenía un arma decisiva que era la posibilidad de controlar lo que se llama las tierras raras, los metales y químicos decisivos para todo lo que es tecnología de avanzada como celulares, teléfonos inteligentes, computadoras, automóviles y por supuesto, también armamentos. Y cuando Estados Unidos fue prepoteando a China, China decidió no exportar más. China tiene el 90% de las tierras raras en el mundo y Estados Unidos importaba un 80% de esas tierras. Fue ahí cuando en enero tuvieron que hacer una capitulación final. Entonces hay un retroceso muy marcado de Estados Unidos que se manifiesta en toda esta locura de Trump de irse de la Organización Mundial de la Salud, culpar a China de la aparición del coronavirus; por lo que creo que es un momento muy serio de decadencia. Y también es evidente que fue el golpe final al fracaso del neoliberalismo, tanto en los países centrales como en los periféricos, que ya estaba en crisis. En Inglaterra con el Brexit, en Francia con los chalecos amarillos y las huelgas, en Italia con una crisis que arrastra hace 10 años, en América Latina en Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina. Creo que eso va a ser un cambio muy significativo similar a los que se dieron después de la crisis de 1930.

-¿Qué formas cree que pueden adoptar estos cambios?

-Da la sensación de que se vuelven a definir modelos, con las distancias del caso, muy similares a los que fueron después de la segunda guerra mundial, que fueron los famosos estados de bienestar. Entre 1945 y la crisis de los 70 se dieron modelos absolutamente opuestos a lo que era el neoliberalismo, con una fuerte participación de los estados en las finanzas, en los recursos estratégicos, en energía, en los sistemas de salud y educación, en derechos sociales y sobre todo, una disminución en gran escala de la jornada laboral casi a la mitad. De las 72 horas semanales de principio del siglo XX, que eran jornadas de 12 horas 6 días a la semana, se pasó a 40 horas; jornadas de 8 horas, 5 días a la semana. Esto fue un elemento que permitió revertir los problemas de desocupación y todos los economistas sostienen que fueron los años de más alto y sostenido crecimiento económico de la historia. Después de esta crisis, ésta es una de las salidas, la más sana, y esto ya se está discutiendo en Francia, donde los distintos sectores de izquierda están replanteando un modelo de estas características. Ésta sería la tendencia de superación de la crisis. La otra tiene que ver con lo que intenten hacer un Kissinger o alguno de los estrategas de Estados Unidos en su locura por recomponer su poder. Pero me da la sensación de que vamos a nuevos modelos de redistribución de la riqueza y de un papel mucho más contundente del Estado en la economía y en las políticas de bienestar.

-Esto genera una puja de poder, por ejemplo, lo que ocurre con la dificultad para que los bancos pongan su parte o lo que pasa con el impuesto a la riqueza. ¿Cómo se resuelve?

-Lo que pasa con los bancos y lo que ha venido pasando desde la ley financiera de Martínez de Hoz en la dictadura militar, indica que si no hay un control estatal de las finanzas como lo tiene China o como lo tuvo Bolivia, que fueron los dos modelos exitosos en estos 30 años, tenés la especulación financiera, la fuga de capitales, todas las distorsiones que ha generado la financiarización de la economía. Entonces la clave es el control estatal de las finanzas si no van a tratar de seguir metiendo palos en la rueda y de seguir especulando. Y el impuesto a la riqueza, hoy casi se ha puesto de sentido común. Lo vienen diciendo hace rato los economistas, incluso antes de que estallara la crisis del coronavirus había un movimiento en Estados Unidos que se llamaban los millonarios patrióticos que solicitaban que les pusieran a ellos mayores impuestos porque se daban cuenta que la situación iba hacia una crisis muy fuerte. Esto incluso lo decía la misma Kristalina Georgieva, la directora del Fondo Monetario en enero, que si la desigualdad y el comportamiento de los grupos financieros no se revertían podíamos llegar a una crisis muy similar a la de 1930. Y creo que esto es lo que estamos atravesando, algo similar; nada más que el coronavirus la detonó y la agravó. Pero se venía produciendo, porque era inviable la polarización de la concentración de la riqueza y el crecimiento exponencial a nivel mundial de la pobreza y el desempleo.

-Mencionaba el tema de los horarios de trabajo, ¿Es viable que se avance en este sentido?

Las nuevas tecnologías no expulsan personas, expulsan tiempo de trabajo humano, que no es lo mismo. Esto que quiere decir. Calculemos que es un 50%, es más, entonces hasta los años 70 antes de la incorporación tecnológica, el producto antes llevaba 80 horas hombre, son 10 personas trabajando 8 horas y ahora te lleva 40 horas hombre. Tenés dos opciones: una que es la que se tomó prioritariamente, me quedo con 5 trabajando 8 horas y a los otros 5 los mando a la precarización, al trabajo en negro, al desempleo, etcétera. O me quedo con 10 trabajando cuatro horas, y con salarios de buen nivel logras una recomposición social impresionante. Y esto en su momento, cuando en el New Deal, en Estados Unidos lo hace Frank Roosevelt, uno de sus más entusiastas impulsores fue Henry Ford, que no era una buena persona, pero tampoco era tonto. Dijo mi negocio consiste en que mis obreros tengan el ingreso suficiente como para comprar los autos que producimos. Y esta es la clave. El tema es que esto te da para todo lo que es el sector productivo, la economía real. Y acá lo que tenés es un predominio de la financiarización, un predominio del capital financiero que es altamente destructivo de lo productivo y es el que te lleva a las sucesivas crisis. Creo que se va a cambio de gran nivel, porque si bajás al 50% la jornada laboral y esto significa que bajas a menos de la mitad el desempleo y hay que darse una política de impulsar la calidad técnica y la promoción de las empresas sociales de la economía popular, que ha tenido una gran creatividad. Creo que hay que pensar nuevas formas productivas porque si no, no es viable. Te sobran para estos modelos neoliberales unos 4 mil millones de personas en el mundo, porque no te sirven ni como mano de obra barata ni como consumidores por los niveles de pobreza e indigencia. Es toda la población de América, desde Canadá hasta Tierra del Fuego por tres. Eso es lo que tenés que eliminar para que sean viables estos modelos de alta concentración y polarización de la riqueza.

29/07/2016

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