A las 16.00 unas 500 personas se agrupaban frente a la embajada de Brasil en Buenos Aires. Algunos alrededor de las banderas de partidos de la izquierda, otros levantando carteles con consignas escritas con fibrones o colgándolos frente a las vallas montadas sobre la vereda del edificio de la embajada. 

La mayoría jóvenes.

Todo se producía en un extraño silencio, un silencio que amortiguaba el constante ruido urbano. “Parece un velorio” dijo una dirigente del FIT, candidata a diputada. Algo de eso se sentía en el aire. Una angustia a la que de a poco, a medida que se fueron sumando manifestantes, se le fue poniendo sonidos, palabras y música para denunciar y reclamar ante una catástrofe sin precedentes y consecuencias devastadoras que además parece estar alentada desde siniestros círculos de poder que ya no son una anomalía sino parte de un sistema que cada vez muestra una dinámica descontrolada de producción y destrucción.

La convocatoria fue realizada por la Alianza por el Clima, una coalición de jóvenes y más de 30 organizaciones socio ambientales que luchan contra la crisis climática y ecológica y piden que "se detenga de forma absoluta e inmediata la deforestación en el Amazonas y el mundo, que se pongan a disposición de los organismos pertinentes los recursos necesarios para efectuar operativos de rescate y que se brinde asistencia médica y veterinaria a todas las personas y animales afectados".

Exigen que se garantice, por medio de un acuerdo vinculante, que las tierras incendiadas no sean utilizadas para la expansión agrícola ni ninguna actividad extractiva, y que se permita que se recompongan los ecosistemas, estableciendo como prioridad el bienestar de las personas y animales que vivirán allí.