Ver y oír

Arqueología intramuros durante la cuarentena

El tiempo disponible en esta etapa de aislamiento social es propicio para una “exhumación” de cuerpos fotográficos relegados por años. Aparece así el registro de una celebración religiosa en Cuba, el “toque de santo”, en el barrio de Regla, isla frente a La Habana con mayoría de población negra.

Pepe Mateos

¿Revelaste las fotos? Era la pregunta antes del totalitarismo digital, cuando hablábamos del proceso posterior a la toma fotográfica. Revelar.

Había fotos que se revelaban e imprimían, otras que no, o se revelaban solo los rollos y quedaban en algún lugar olvidados, en cajas, cajones, carpetas, sin un destino cierto, abandonados a la suerte de ser los guardianes de un instante que se resiste a desaparecer.

En estas circunstancias actuales, en la era del aislamiento social, del confinamiento obligatorio, el tiempo disponible nos lleva a hurgar, a remover bloques consolidados en rincones polvorientos, metáfora de la memoria y no, practicando una especie de arqueología intramuros. “Exhumación” de cuerpos fotográficos relegados por años.

Algunos están en sobres amarillentos con data precisa, otros con apenas alguna referencia o peor: varias tiras permanecen enrolladas sin coherencia narrativa que los vincule ni clasificación que los ampare. 

Entre todo eso aparecen varias hojas simulando un sistema de ordenamiento en carpetas, con lo que fue un registro inesperado de un “toque de santo” en el barrio de Regla, una isla frente a La Habana, compuesto por una población mayoritariamente negra.

Llamo a mi amigo Kaloian, un entusiasta fotógrafo y periodista cubanísimo, para preguntarle acerca del significado de este hecho que fotografié accidental e instintivamente porque en ese momento el motivo de mi presencia ahí era la cobertura de la filmación de la película sobre la vida del Che, “Hasta la victoria”, de Juan Carlos Desanzo.

En una larga jornada de filmación, con toda la gente del barrio en las calles, con el entusiasmo y predisposición a la charla del pueblo cubano, me vi de repente en el fondo de una casa, luego de atravesar un largo pasillo, donde se estaba realizando el final de un ritual o festejo que había comenzado el día anterior.

“Chico, tienes un material valiosísimo” me dice Kaloian. “Por la época, el año ‘97, y las características particulares de ese periodo de la vida cubana y por la situación, no es fácil ser invitado a participar de un toque de santo y menos a fotografiarlo”.

“Gracias Kalo. Y dime por favor, ¿qué es un toque de santo?”

“Mira, como tú sabes, somos un pueblo mezcla entre los españoles colonizadores y los esclavos que trajeron de Africa. La santería o sea el sincretismo entre la religión católica y los cultos africanos es parte de nuestra identidad. Para decirte que por ejemplo, en la Sierra Maestra los rebeldes tenían sus collares y estampitas de la Virgen de la Caridad del Cobre y también de otros santos africanos. El toque de santo son fiestas para celebrar a los santos del panteón yoruba, como San Lázaro, que lo veo en tus fotos”.

“En Cuba lo sincrético es la cultura vertebral de la identidad. Por eso hay una expresión popular que nos define: «En Cuba, quien no tiene de congo, tiene de carabalí». Y se refiere a las dos etnias africanas que llegaron a Cuba como esclavos. Los congo, introdujeron en Cuba el Palo Monte, también llamados Palo Congo, una de las ramas de la santería cubana. La etnia carabalí provenían en el sur de Nigeria, de donde partieron miles de esclavos a fines del siglo XVIII. Entonces en la etapa colonial se mezclaron diversas culturas que provocaron «lo cubano» y dentro de ello una de esas expresiones es la santería”, cuenta mi amigo. 

Y agrega: “Oye, ¿y las fotos de la filmación de la película?”

Eso queda para otra expedición arqueológica, le contesto.

En el proceso de scanear, ese puente entre la época analógica y la digital, las imágenes de ese momento reviven, se revelan y también rebelan, luego de más de 20 años.

No puedo dejar de preguntarme que será de esas personas hoy, de esos lugares, la cuestión sobre el paso del tiempo, una cuestión inherente a la fotografía, casi su esencia. Lo que fotografiamos “ya fue”, dejó de ser en el instante mismo que lo fotografiamos. Sin embargo nos impacta como una huella que persiste, evocando y resignificando de formas diferentes a lo largo del tiempo.

29/07/2016

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