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Charlas de bar, la teoría del 30%

En una conversación de bar como tantas, mirando la gente pasar a través de los amplios ventanales, un amigo ensaya una teoría para resolver los problemas del mundo. No sabe que pocos días después el planeta experimentará una situación límite.

Pepe Mateos

Fines del verano, antes de la pandemia, el tiempo se ha trastornado tanto que no puedo precisar el día, en una conversación de bar como tantas, mirando la gente pasar a través de los amplios ventanales,-eso que Fontanarrosa definió como su idea del paraíso-, Tito, un amigo al que suelo escuchar hablar sobre diversas teorías conspirativas, vueltas y pliegues no revelados de la historia y un abanico de temas varios que tiene algunos visos de coherencia, pero muchas veces naufraga ante la imposibilidad de ser fáctico -lo que no impide que sea todo muy acorde para tratar en un bar, me dice lo siguiente: “Tengo la teoría del 30% para resolver la crisis mundial”.

Tomé un trago de cerveza antes que se vaya entibiando, lo miré con un gesto benevolente, dispuesto a escucharlo sin interrumpirlo, y él también le entró a la cerveza para arrancar.

“Tengo la teoría del 30%”, remarcó. “Para resolver gran parte de la problemática mundial, la que quieras, calentamiento global, cambio climático, sobreproducción, distribución, etcétera, hay que reducir todo el consumo y la producción mundial en un 30%.

Obviamente eso implica que muchos reduzcan sus niveles de consumo y ganancias en un 30%. Imagináte (acá empezó a tomar carrera para lo que antes se sirvió un vaso y lo dejo por la mitad de un trago), que las miles de ciudades que hay en el planeta redujeran su consumo de electricidad en un 30%. ¿Hace falta iluminar todas las calles como si fuera de día? ¿Mantener carteles, escaparates, qué sé yo, lo que se te ocurra, encendidos toda la noche? ¿Hacen faltan millones de autos yendo a todos lados incesantemente por todo el planeta? ¿Aviones trasladando millones de personas?, ¿adónde van? ¿Hace falta producir miles, millones de objetos que van a parar a la basura o son absolutamente innecesarios? Ni hablemos de la basura. 

Trasladá esto a lo que se te ocurra. Si todo, todo lo que se produce se redujera en un 30% podríamos empezar a ver las cosas de otro modo. Todos tendríamos que reducir nuestros consumos en un 30%. Ahora, llegar a esto no es fácil”.

Empezamos con las obviedades, pensé, pero no le dije nada, dispuesto a seguir con paciencia su relato, mientras me distraía mirando de reojo las otras mesas y a la gente que pasaba. 

“¿Por qué no le podés sacar parejo el 30% a todos por igual?, acá no corre ninguna idea de que es igual para todos, al contrario“… Ahí yo miro para el costado y señalo a un cartonero que pasaba, “¿para qué le vas a sacar el 30 % al cartonero?, le digo.

-Claro que no. Debe haber un 20% de la población mundial que usufructúa el 70% de lo que se produce y extrae, a esos les tenés que sacar mucho más que el 30.  

Después hay otro porcentaje que recibe también una buena parte como para que se sienta ligeramente tranquila y no se le ocurra hacer ninguna revolución mientras los tienen entretenidos con la zanahoria del consumo y debe haber un 50%, que esta muy por debajo de llegar a vivir con dignidad. El problema es que si haces esto afectas todo el sistema productivo y financiero que sostiene un esquema a mediano plazo insostenible”. 

A esta altura, ya me estaba mareando con los porcentajes y sin mucho entusiasmo lo paro y le pregunto: ¿de dónde sacás esas cifras? ¿Leíste algún reporte del Banco Mundial o de Naciones Unidas? ¿Tiene algún sentido lo que estás diciendo?

Tito miró con fastidio hacia la calle, llamó al mozo para pedirle otra cerveza, espero a que volviera y la destapara, llenó los dos vasos y continuó. “Lo de las porcentajes es una forma de graficar, ajustá los números si querés, pero más o menos es eso, hay que reducir todo en un 30%.  Hacélo con el sistema y orden político que quieras, pero para equilibrar vas a necesitar una fuerza mundial muy potente, no va a venir, ponéle Putin, ponéle Trump o quien quieras, y decir: muchaches, mañana se corta el chorro. 

No. Vas a necesitar algo muy tremendo para poder parar todo y que la gente no te salga a prender fuego y reacomodar todo. Yo no sé cómo se hace, pero si no lo hacemos se va todo a la mierda.”

“Bueno, Tito, me voy a almorzar, está buena tu teoría, fíjate si encontrás a alguien que te de bola”, le dije y me levanté para irme. 

Unos días después, ya con marzo bastante avanzado, me llega un whatsapp de Tito con un link del anuncio de la cuarentena y la frase: “¿te acordás de la teoría del 30%?, me parece que empezó”.

29/07/2016

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