Ver y oír

La canción de Sarajevo

Apuntes de viaje a la capital de un país que se enorgullece de ser un enclave de las diversas culturas y religiones que predominan en los Balcanes.

Pepe Mateos

Mientras asistimos a acontecimientos que parecen anteceder a una tercera guerra mundial, luego del asesinato del general iraní Soleimani, en Sarajevo, turistas se acercan a conocer el Puente Latino, el exacto lugar donde Gravilo Princip acabó en 1914 con la vida de Franz Ferdinand, Archiduque del Imperio Austro-Húngaro y su esposa Sofía Chotek, desencadenando lo que fue la Primera Guerra Mundial.

Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina, ocupada durante quinientos años por el Imperio Otomano y desde 1878 a 1914 por el Austro-Húngaro, sufrió entre 1992 y 1995 un asedio por parte del ese entonces ejército yugoslavo que acabó con el 30 por ciento de su población.

Todavía se pueden ver paredes con impactos de bala y metralla y cementerios diseminados por toda la ciudad.

“Es muy difícil reconstruir la historia reciente, hay muchas heridas. Cada sector tiene su propia verdad y es muy pesado seguir con esa carga. Cuesta mucho ser objetivo. Muchos jóvenes emigran tratando de dejar eso atrás, aunque la alta desocupación, un 30%, es la principal causa.¨

Adnam, guía de turismo, funciona como algo más que eso. Pretende transmitir, y lo logra, el sentimiento de vivir en un país traumatizado por conflictos, tragedias y guerras desde hace siglos.

“No les quiero arruinar el día tratando de explicarles cómo funciona este país”, dice. Nos muestra un cartel de leds con números y agrega: “ese era el indicador del dinero que el Gobierno necesita por día para funcionar, pero perdimos la cuenta y ahora estamos en manos del FMI, Fondo Mortuario Internacional.”

Un punto en común con nuestro país, además de las telenovelas con Natalia Oreiro, que fueron un bálsamo durante la guerra.

“Si uno entra a un bar y dice “hola ministro “, la mayoría va a responder“, ironiza Adnam. Un sistema gubernamental con 3 presidentes, 2 autonomías y 12 cantones, entre otras diversidades administrativas, genera una gran cantidad de puestos políticos.

Con una composición aproximada del 40% de bosnios musulmanes, 30% de serbios cristianos ortodoxos, 18 % de croatas católicos y un reducido grupo de judíos, Sarajevo se enorgullece de ser un enclave de las distintas culturas y religiones que predominan en los Balcanes.

“La gente convive en armonía, el odio es inculcado por intereses, se empieza por generar desconfianza entre los distintos grupos. Había muchos matrimonios mixtos y fue una gran tragedia”.

Quizás a causa de esa diversidad, una atmósfera vital, algo que no es totalmente europeo ni totalmente oriental, se percibe en las calles y bares.

Sarajevo es la única ciudad de la antigua Yugoslavia que mantiene el nombre de su líder, Josip Broz, el mariscal Tito, en una de sus avenidas principales, lo que es para el viajero la única evidencia visible de su pasado comunista.

Varias veces al día, desde los minaretes de las mezquitas se escucha el llamado al rezo, una letanía que flota como una canción sobre la ciudad.

Una canción que atraviesa el tiempo y la historia, la canción de Sarajevo.

29/07/2016

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