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24/07/2019

Descubriendo Europa y el tratado Mercosur-UE

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Año 2013. Protestas en España.

En España, además de las elecciones nacionales, autonómicas y municipales, se eligen europarlamentarios como en toda la Unión Europea. Las normas económicas de esta última institución ahogan incluso a sus países miembros, y por eso para el bloque mercosureño un pacto económico es arriesgado y tal vez suicida.

José María Castro

A finales de abril, se produjeron en España las decimoterceras elecciones generales del actual periodo democrático, y que fueron comentadas en estas páginas. Destacábamos entonces que a pesar de la irrupción de los extremistas de la derecha de Vox, que sumados a los derechistas de Ciudadanos y del Partido Popular amenazaban una España conservadora y retrógrada, afortunadamente los buenos resultados de los socialistas, y la suma de un decadente Podemos, salvó la situación más negra, al menos en un principio. Pero en cuestión de días, la insistencia de Podemos en conseguir cargos ministeriales y el bloqueo de las negociaciones amenazan con nuevas complicaciones, incluyendo la convocatoria de nuevas elecciones.

Un mes más tarde, a fines de mayo, se produjeron elecciones autonómicas (lo que equivale en Argentina a comicios provinciales) y también municipales. En ellas, y a pesar de los malos resultados de los Populares (conservadores) en general, la derecha si logró un éxito más sonado. Aunque todo está en el aire y depende de una variedad de posibilidad de pactos y combinaciones tan compleja, incluso para los electoralistas electorales españoles, que me he permitido retrasar su análisis para cuando se produzcan las tomas de posesión de los nuevos cargos, que se llevarán a cabo en los próximos días.

Pero ha habido unas elecciones más. Unas elecciones a las que en España se les dan muy poca importancia. Unas elecciones a las que se las hace coincidir con alguna otra que despierte mayor interés para evitar abstenciones masivas (recordemos que en España la abstención es una opción, pues el voto un derecho pero no una obligación legal). Nos referimos a las elecciones europeas.

En ellas, se eligen los diputados del Parlamento de la Unión Europea (UE), que tiene sede en Bruselas (Bélgica). Llamado también Eurocámara o Europarlamento, es la institución que aglutina a los representantes de los países miembros.

Los eurodiputados se eligen en cada Estado (país) miembro, por separado, y la presentación de candidatos se reserva a los partidos políticos nacionales, independientemente de la representación y relevancia que tengan en su país. No olvidemos que la primera entrada de Podemos en las instituciones fue cuando en las elecciones de 2014 obtuvo cinco europarlamentarios a pesar de no tener todavía, en ese momento, representación institucional en España.

Otras instituciones europeas serían el Consejo Europeo, que lo componen los jefes de Estado de los países miembros y no tiene atribuciones normativas (no puede fijar normas, legislar).

Sería inacabable nombrar todas las instituciones y organismos de la UE, la mayoría de los cuales carecen de poder real, dedicándose a tareas técnicas, administrativas etc. Pero hay que insistir en que gestionan mucho aunque casi no mandan nada.

Distinto resulta si nos referimos a normativas y acuerdos económicos. Las condiciones de rescate del Banco Central Europeo (BCE) resultan leoninas incluso para los países más necesitados y el control sobre el Estado es prácticamente absoluto. La disidencia o el incumplimiento son penalizados a niveles exagerados, como pueden dar fe los griegos, portugueses, irlandeses y españoles en los últimos años.

Recordemos que la Unión Europea nació siendo una comunidad económica, y con el paso de los años la implementación de medidas políticas son tan solo una cobertura legal a medidas económicas que acabarían por producirse de todas maneras.

El tratado con la UE que pretende establecer el Mercosur, y la Argentina en concreto, es el suicidio del moribundo. Establecer relaciones económicas con una institución europea que ahoga a sus propios miembros, es al menos arriesgado. Y probablemente ruinoso. Si en más de veinte años dicho pacto no ha sido llevado a cabo, no ha sido por falta de interés de los europeos. No se ha realizado porque, una vez más, supondría la aniquilación del tejido industrial, sobre todo el argentino.

Jugar a pactos favorables que, hoy por hoy, nadie conoce ni revela, es de una insensatez impropia de cualquier estadista.

Quiero insistir en ello: a estas alturas seguimos sin saber el beneficio del acuerdo Mercosur-UE. Lo que sí sabemos es que la actitud francesa, y en general de toda la Europa rural, es algo más que hostil, y que a cambio esperarán contraprestaciones cuyo monto y valor desconocemos.

Pero algo había que hacer. Tras exprimir todo lo que el FMI ha permitido, entrar en más juegos de negociación para un país en quiebra como Argentina solo puede significar una huida hacia delante, dando a entender que se hace “algo”. Quizás esa huida, sea el último y definitivo empujón que necesita Cambiemos.

29/07/2016

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